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Algunas reflexiones

Sobre el examen de aptitud laboral

La valoración de la aptitud para el trabajo se considera un acto médico y se asume como valoración del estado de salud para el trabajo. Sin embargo, si nos atenemos a la definición de la Real Academia Española (1992), «Suficiencia o idoneidad para ejercer un empleo o cargo», «Capacidad o disposición al buen desempeño o ejercicio de un negocio, industria, arte, etc.» deberemos aceptar que «apto» no es sinónimo de «saludable»

La aptitud laboral desde el punto de vista médico es la valoración de la relación entre las demandas del trabajo y la salud del individuo que lo va a realizar. Este concepto merece algunas consideraciones:

* No es posible otorgar una aptitud «genérica».

* Valorar ambos aspectos requiere conocimientos sobre procesos productivos y puestos de trabajo, lo cual confirma el papel del médico especialista en medicina del trabajo.

Nos interesa destacar que la valoración de ambas partes debe ser comparable (si vamos a valorar patología osteoarticular, deberemos evaluar la carga física estática, dinámica y los movimientos que el trabajo demanda). También debe ser equitativa (si planteamos un diagnóstico de alteración de la salud psíquica debemos asegurarnos de haber analizado los factores de riesgo psicosiciales, horarios, turnos, relaciones jerárquicas e interpersonales). De esta forma haremos una evaluación correcta de la aptitud para el puesto de trabajo.

La aptitud no es un elemento estático. El equilibrio salud-enfermedad, seguridad-riesgo en el trabajo es como todos los equilibrios: pueden desestabilizarse («la aptitud laboral no puede definirse en términos absolutos [...] por lo que toda estimación de aptitud está en constante revisión», Bourret, J., Enciclopedia OIT, 1980). Por esta razón el examen de aptitud aislado pierde efectividad como mecanismo preventivo y adquiere trascendencia cuando integra un programa de vigilancia específico.

Un aspecto fundamental de esta valoración es la posición del médico ante situaciones conflictivas («el conocimiento científico es un factor importante como regulador de las relaciones laborales, tanto como la ley, la ética y las relaciones de fuerza entre trabajadores y empleadores», Berlinguer, G., Etica, salud y medicina, 1994). A nuestro criterio este conflicto se resuelve si respetamos la identidad deontológica de la profesión médica y no enfocamos nuestra acción desde un punto de vista utilitarista o economicista.

Merece un comentario el screening o selección de personal. Encontrar al más apto para una tarea no tiene justificación ética ni tampoco científica. Esto no es discutible en el caso de las patologías de origen laboral (una patología lumbociática se agravará o persistirá en un puesto de trabajo de alta carga física si no se toman medidas de control, una columna sana se enfermará tarde o temprano en el mismo puesto). Aceptamos que podría serlo desde el punto de vista genético pero puntualizando que los casos de hipersensibilidad genética son raros.

Por otra parte, los individuos desocupados tienen también mayor probabilidad de enfermar.

Finalmente, la selección del más apto tiende a ser sustitutiva de las medidas de prevención primaria orientadas a mantener condiciones y medioambiente de trabajo que no afecten la salud del trabajador.

No apto puede ser solamente quien presente:

  • Patología que puede agravarse a pesar de las medidas preventivas.
  • Patología que arriesgue la salud de terceros.
  • Incapacidad sensorial-motora grave.

Dra. Amalia Laborde
Integrante de la Comisión
de Salud Ocupacional del SMU

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