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Montevideo, 8 de marzo de 1999

Señor Director de Noticias
Br. José María Carissi

Presente

Integro la actual Cooperativa Central Médica (CCM) participando en su fundación; mi vinculación con la empresa data de 1971.

Graduado en 1970, posgrado de Salud Pública en 1982, DT de Social Médica desde 1978 hasta su absorción por Central Médica Gremial. Ocupo por Concurso de Oposición la Dirección del Servicio de Atención a la Salud (SAS) de la IMM (21 policlínicas en Montevideo, 4 móviles y 480 funcionarios) desde 1995.

Supongo que por esos antecedentes y por participar en todo el proceso de lucha que antecedió, fue que la asamblea del Grupo de Base del SMU de CMG me eligió en 1995 para ocupar la Dirección de Servicios Externos de la institución, cargo al que no accedí por oposición de la Comisión Interventora.

Cuando nace la cooperativa (30/10/96) durante la cogestión (1997) y al pasar a tener vida propia (1/12/97), sí ejerzo aquel cargo hasta el 11/01/99 inclusive. Mientras «el enemigo (patronal) o el Adversario Cordial (Interventora)» fueron uno identificable y enfrentado, todo marchó perfecto.

Al llegar a la autogestión comenzaron a generarse diferencias importantes en la forma de conducción de la Cooperativa naciente. El ejemplo más flagrante fue, tal vez, la creación de un cargo que no estaba previsto en el Organigrama resuelto por todos; Cargo rentado, el mejor rentado de todos, y que pasó a ser ocupado por quien hasta ese momento era el Presidente (electo) del Consejo Directivo (de CCM) al que renunció por el cambio. Comienza, además, lo que considero una verdadera hipertrofia administrativa con un agravante: en lugar de capacitar y promocionar recursos propios se eligió la contratación de recursos ajenos a la Cooperativa y siempre en cargos de jerarquía.

En ese período (2/98) se adquirió un inmueble para trasladar a sede propia la Policlínica del Cordón desestimándose, en aquel momento, la construcción de la misma en los terrenos que poseemos en el predio que ocupa el Sanatorio. Esto habría permitido además, por un costo similar al de la compra, no sólo construir el Policlínico sino solucionar graves falencias que el Sanatorio tiene en su diseño y estructura en la actualidad. Esta opción fue desestimada por considerarse que el tiempo de construcción -6 a 9 meses- era muy extenso y que el Policlínico debía estar pronto antes. A más de un año de la compra aún no se ha empezado a construir (8 de marzo/99).

También en aquel período (97 y 98) se desatienden las políticas de crecimiento en Toledo, Suárez y Garzón concentrándose en el mantenimiento del padrón de DISSE a un costo altísimo.

Es en ese entorno que luego de la renuncia -anterior- de uno de los integrantes del CD, se produce el 30/11 del 98 la renuncia de otro, con el que me unen lazos parentales. Al fundamentar en Asamblea (1/12/98) su renuncia, el colega expresó como razones, varias de las que he expuesto. El CD por carta que se envió a todos los cooperativistas y en la que se cita a una reunión explicativa (curiosamente sin firmar), hace una serie de asertos para mí insultantes y maldicientes con respecto a la conducta ética del colega.

En esa reunión explicativa -que siguió al envío de la citada carta anónima- el CD y la Dirección General se hacen responsables de la misiva. Cometo el «grave pecado» de grabar las exposiciones y hago llegar la misma al CD y una copia al colega aludido. Fue a partir de allí que se desencadenaron las «Furias Infernales»; el 18/12/98 en reunión de Directores de Áreas me expresan la pérdida de confianza con ese órgano por «falta de espíritu corporativo por no defender al CD, por grabar la citada reunión -contradictoria con el permiso para hacerlo- y por tener culpa en ser pariente del colega renunciante el 30/11/98» (sic).

El 28/12/99 fui nuevamente citado por el CD que me leyó una carta de mis pares de área, en la que expresaban lo dicho precedentemente. El 11/1/99 fui nuevamente citado por el CD donde me cesaron en mi función de Director de área agradeciéndome los servicios prestados, sin expresarme razones.

Luego de relatar estos hechos quisiera compartir con el lector algunas conclusiones que hacen al buen funcionamiento de una Cooperativa Médica.

1) No se debe permitir el desplazamiento de la decisión política de su centro natural hacia una estructura meramente técnica como es la Dirección General o como se llame.

2) Se debe recordar que el «espíritu corporativista» se parece demasiado al fascismo.

3) El disenso debe respetarse, las unanimidades rechinan.

4) Dejamos como recuerdo histórico los delitos de parentesco; en el código de Hammurabi estaban bien, hoy son ridículos.

5) Deberá evitarse que apetencias personales o grupales se contrapongan al interés general pues esto no es algo solamente filosófico, es la fuente de trabajo real y concreta de 480 trabajadores y con esto no se juega.

Dejo para mí el dolor que estos sucesos me han causado; para el estimado lector las Conclusiones.

Dr. Jorge Flachsland
Socio SMU Nº 328

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