Dr. Roberto Perdomo

1922 - 2010

Roberto Perdomo falleció en Montevideo el 31 de marzo de 2010, a los 88 años de edad. Según nos relató uno de sus más estimados discípulos, siguiendo su voluntad no hubo velatorio ni sepelio y sus restos fueron incinerados. Culminaba así un largo padecimiento de una Enfermedad de Parkinson que le había impedido progresivamente mantener el contacto fluido con sus colegas y amigos. Por eso estaba retirado y no aparecía en los eventos para los que era invitado, por sus significativos aportes a la cirugía, en particular a su largo y arduo trabajo por los pacientes afectados por hidatidosis. Había nacido en enero de 1922, graduándose como Médico Cirujano en 1953.

Cuando en 1999 el Sindicato Médico del Uruguay le confirió la Distinción Sindical al Mérito Docente, Científico, Gremial y en el Ejercicio Profesional, su curriculum vitae señalaba su trayectoria de la siguiente forma:

“Nacido en 1922, cursó la Escuela Pública en el barrio montevideano de La Teja y en el Colegio San Francisco de Asís, en la zona de Nuevo París. Hizo la enseñanza secundaria y preparatoria en el viejo y querido Liceo Nocturno, de la que guarda un afectuoso, eterno y reconocido agradecimiento a un viejo ex Presidente del Sindicato Médico, el Dr. José F. Arias, creador de dicho Instituto.
Obtiene por concurso los cargos de Practicante Externo y Practicante interno del Ministerio de Salud Pública, cargo que desempeña por tres años.
Graduado en 1953 como Médico Cirujano, es exonerado de derecho de Título en mérito a su alta escolaridad.
En la Facultad de Medicina, inicia su carrera docente como Adjunto de Clínica Quirúrgica, mediante concurso de pruebas, y luego por concurso de méritos los de Asistente de la misma Clínica, Asistente Clínico de Semiología Quirúrgica y Profesor Agregado de Clínica Quirúrgica.
En el Ministerio de Salud Pública fue Médico de Cirugía General Ayudante por concurso de méritos y pruebas, y por concurso de méritos Médico Cirujano Adjunto y Médico Cirujano de Policlínica y Guardia en el Hospital Maciel.
Su actuación en el CASMU fue como Médico cirujano Exclusivo, Ayudante de Cirujano y Cirujano Autorizado, Médico de Urgencia por concurso de oposición, y Médico Cirujano Interno por concurso de méritos. Cirujano Titular por Concurso de Méritos y Jefe del Departamento de Cirugía General.
Entre las distinciones honoríficas conferidas, destaca la de Coordinador Adjunto del Ciclo Clínico Patológico de la Facultad de Medicina, Delegado de la Facultad ante la Comisión Honoraria de Lucha contra la Hidatidosis.
Miembro titular de la Sociedad Uruguaya de Cirugía y Presidente de la misma, a la vez que Presidente del XXXV Congreso Uruguayo de Cirugía, realizado hace 15 años.
Profesor Honorario de la Universidad Mayor de San Simón, en Bolivia. Socio Titular de la Asociación Argentina de Cirugía. Miembro Correspondiente extranjero de la Sociedad de Cirujanos de Chile y Profesor Emérito de la Facultad de Medicina.
Entre su producción científica destaca la publicación de más de 90 trabajos científicos, en revistas nacionales y extranjeras, especialmente en la Revista de la Sociedad de Cirugía del Uruguay.
Destacamos entre otros, sus trabajos sobre Equinococosis pleural, una Tesis de Doctorado, calificada con Sobresaliente. La Beca “Dr. Manuel Albo” por su trabajo sobre Quistes hidáticos primitivos para-costales. El Premio de Cirugía del Ministerio de Instrucción Pública, por su estudio experimental sobre “la Operación de Noble”. Su Tesis de Profesorado calificada con Sobresaliente, fue sobre La Paracentesis diagnóstica en el abdomen agudo, un aporte fundamental al conocimiento de la cirugía de urgencia.
Muchas generaciones de médicos y estudiantes recuerdan su famoso manual de Semiología y Diagnóstico Quirúrgico que les ayudó en el encare de la disciplina. En sus tareas de extensión universitaria ha realizado un trabajo ejemplar integrando un equipo multidisciplinario para realizar un Estudio epidemiológico en hidatidosis, detección precoz por ultrasonido en áreas de alto riesgo, que le obligó a examinar extensas zonas del país: Caraguatá, Villa Ansina (en Tacuarembó), Cerro Colorado y Capilla del Sauce (Florida), Aiguá y Garzón (en Maldonado) y Vergara (en Treinta y Tres), trabajo publicado en 1990 en la Revista Médica del Uruguay. La misma experiencia fue repetida entre 1993 y 1994 en Cerro Chato, José Batlle y Ordóñez y Casupá, Fray Marcos y Reboledo, en el Depto. de Florida. Se estudiaron 6.027 personas en la primera encuesta y 9.482 en la segunda, siendo los más valiosos estudios masivos para esta patología realizados por esta moderna tecnología diagnóstica en nuestro País para erradicar el mal endémico.
Entre sus méritos gremiales, destaca su condición de Integrante de la Comisión de Sanidad del CASMU, en 1956-57, integrante de la Comisión Asesora de Neurocirugía y de Laboratoristas, en 1962, haberse desempeñado como integrante de la Junta Directiva del CASMU en dos períodos, uno de los cuales como Secretario de la misma. Su dedicación a la docencia sobre todo en la policlínica quirúrgica y en la propia sala de operaciones, durante tantos años, sus obras de investigación y sus publicaciones para la enseñanza de la cirugía, lo hacen un referente inolvidable para muchas generaciones de médicos. Siempre se prodigó en gestos moderados y amistosos, haciendo de su trabajo diario un ejemplo de tarea realizada con eficacia y modestia, acompañada de una noble sonrisa. ¡GRACIAS “POPE PERDOMO”!”

Fue Presidente de la Sociedad Uruguaya de Cirugía. También investigador y docente en varias Universidades de América Latina. Fue un Maestro de la Cirugía, formado desde la Clínica del Prof. Pedro Larghero Ybarz, pasando por la del Prof. José A. Piquinela, y culminando su actuación como Profesor Agregado en la Clínica del Prof. Luis A. Praderi.

En esos tiempos, cuando se ocupaba de la enseñanza de la cirugía a los estudiantes en la Policlínica fue que elaboró su Semiología Quirúrgica, recogiendo en cada capítulo las dudas que los estudiantes le planteaban y que él supo atesorar y sistematizar para hacer un libro que hasta hoy se sigue empleando. Hizo su carrera como estudiante al mismo tiempo que trabajaba como marinero. Por eso sus amigos le habían puesto el sobre nombre de “Pope”, abreviatura de “Popeye”. Su semblante trasmitía simpatía y cordialidad. Se acercaba al paciente con naturalidad y humildad, mostrando con su accionar una de las características que buscaba inspirar en el estudiante: la relación humana con el enfermo, hacerlo sentir un igual, un semejante, a ese paciente hospitalario a menudo venido del interior, parco en su lenguaje, pero sensible por su patología y por el medio extraño en el que se encontraba. Pasó por todas las actividades quirúrgicas asociadas a la enseñanza y la asistencia, desde el Servicio de Emergencia, hasta las actividades en Sala o Policlínica; enseñando tanto junto a la cama del enfermo como en la sala de operaciones. Imprimiendo siempre la calma a todos sus actos, con seguridad pero sin prisa. Con una humildad de proceder que no era incompatible con su firmeza para defender los derechos del paciente y la necesidad imprescindible de prodigarle un trato ponderado y amable, de estudiarlo en profundidad y de llevarlo a solucionar su problema habiendo examinado adecuadamente las alternativas y habiéndoselas planteado antes a su paciente. Los hospitales Pasteur, de Clínicas y Maciel conocieron su trabajo por décadas, lo mismo que el Centro de Asistencia del Sindicato Médico del Uruguay, donde fue cirujano por muchos años. Enseñó mansamente con su ejemplo a muchos cirujanos hoy destacados, que lo aprecian y valoran esa larga prédica que también fructificó en ellos.

En esta imagen se lo ubica junto a toda la Clínica del Prof. Pedro Larghero Ybarz, de pie, junto al marco izq. De la puerta, visto desde el observador, donde aparecen también Walter Venturino, Roberto Rubio, Guaymirán Ríos Bruno, Juan E. Cendán Alfonso, Ignacio T. Carrera, Luis A. Gregorio, entre otros).

Encabezó con un conjunto de jóvenes figuras un estudio multicéntrico para la detección precoz a través de la ecografía de la hidatidosis abdominal, en un trabajo que fue publicado en la Revista Médica del Uruguay a comienzo de 1990 y que fue uno de los mayores y mejores estudios realizados en nuestro medio, en poblaciones del área rural, redescubriendo el verdadero perfil de una enfermedad olvidada. [PERDOMO, Roberto, PARADA (h), Ricardo, ÁLVAREZ, Carmelo, CATTIVELLI, Daniel, GENINAZZI, Héctor, BARRAGUÉ, Ana Delia, FERREIRA, Ciro, RIVERO, Elbio; MONTI, José, PARADA, José: ESTUDIO EPIDEMIOLÓGICO DE HIDATIDOSIS. Detección precoz por ultrasonido en áreas de alto riesgo. Rev Med Uruguay 1990; 6: 34-47. En: http://www.rmu.org.uy/revista/6/1/2/es/]

Allí, a modo de resumen, se expresaba: “6.027 personas de siete poblaciones de “alto riesgo” en hidatidosis, del medio rural uruguayo, fueron sometidas a una encuesta epidemiológica y a relevamientos ecográficos hepáticos. Las encuestas demostraron que las condiciones siguen dadas para el automantenimiento de la enfermedad. El seguimiento y confirmación quirúrgica de la hidatidosis hepática en las personas con imágenes quísticas positivas, lleva a establecer un índice promedio de prevalencia en las poblaciones examinadas de 13.9 por mil. En 3.593 microrradiografías realizadas concomitantemente no se encontraron quistes pulmonares. El predominio de las imágenes hialinas hepáticas en todos los grupos erarios nos habilita a afirmar que la enfermedad continúa siendo adquirida a lo largo de toda la vida. La frecuencia y el riesgo relativo son tanto mayores en el sexo masculino y a medida que aumenta la edad. El ultrasonido es un método idóneo para lograr su diagnóstico precoz. La existencia de un alto número de imágenes hialinas pequeñas (menores de 5 cm.) intrahepáticas, no pasibles de tratamiento quirúrgico llevó a establecer una instancia de vigilancia clínica y ecográfica sobre ellas. Este estudio nos permite reflejar con mejores bases la real prevalencia de la hidatidosis en aquellas poblaciones expuestas, llegar al diagnóstico en la etapa más útil antes de que aparezcan complicaciones y establecer un plan proyectivo para englobar a toda la campaña en este programa de atención primaria en salud.” Señalando un error conceptual frecuente, afirmaba: “La hidatidosis, enfermedad “benigna” a la que la gente no teme como a la palabra “cáncer”, nos ha demostrado en reiteradas oportunidades que puede ser tan destructiva como éste y vemos en peligro la vida del paciente con hidatidosis complicada. De esta realidad clínica parte nuestro interés de colaborar en alguna medida para mejorar la condición humana frente a la enfermedad.” Vinculando esta investigación fundamental masiva, con importantes trabajos anteriores, a los que pasaba revista, señalaba: “Purriel y cols. (8) en 1971, estudiando la morbilidad anual (1962-1972) de hidatidosis en casos hospitalarios de todo el Uruguay, establecen una incidencia para el año 1968 de 18.3 o/oooo (alrededor de 516 nuevos casos en 2.825.446 habitantes). También en base a estudios autópsicos, destacan los autores que es enorme la diferencia entre el número de quistes diagnosticados y el que se puede encontrar en esas autopsias. Son sobre todo los quistes hepáticos los que escapan al diagnóstico y se les encuentra en alta proporción al examen post-mórtem. Concluyen que la parasitación humana es mucho más frecuente que lo que de ella se exterioriza a la clínica como cifra de morbilidad, y confeccionan una figura de témpano de hielo (iceberg) para expresar la gran magnitud de los casos escondidos, asintomáticos (7). Dicho témpano muestra la cifra de morbilidad emergente en el año 1968 (516 observaciones clínicas: 18.3o/oooo), y entre los posibles quistes sumergidos calculan una cifra 61 veces mayor: 31.734. Ahora bien, ese último número debe representar fundamentalmente los casos escondidos en el hígado, que ahora estamos en condiciones de reconocer mediante la ecografía y cuya prevalencia evaluamos en 13.9 por mil. Este guarismo se refiere a las poblaciones de alto riesgo estudiadas y no puede extrapolarse a escala nacional, pero nos reafirma en la realidad de la altísima proporción de hidatidosis hepática escondida, como lo expresa el esquema de Purriel y cols.” Y seguidamente, rematando este estudio fundamental, a modo de proyección, decía: “Hemos tratado de trasmitir la importancia que tienen, en el momento actual, las investigaciones epidemiológicas en poblaciones de alto riesgo de hidatidosis, agregando el moderno recurso de la ecografía abdominal a la radiología de tórax y, eventualmente, a las determinaciones inmunológicas. Estamos actualmente en óptimas condiciones de prestar un servicio invalorable a la comunidad y establecer nuevas líneas de investigación en hidatidosis humana. A nuestro juicio la tarea debe proseguir, para lo cual es preciso planificarla, proyectar su crecimiento hacia el ámbito nacional y dotarla de los recursos necesarios. En momentos en que se contaba solamente con la clínica y la radiología del tórax, ya esas medidas habían sido aconsejadas por Dévé (Félix Devé, Francia, 1872-1951) (11) de quien extraemos las líneas de acción a promover, haciendo nuestras sus expresiones. Tan temprano como en 1916, Dévé (11) plantea la cuestión del diagnóstico precoz del quiste hidático, especialmente en el adolescente y en el niño. Se preguntaba entonces: “¿No habría lugar para crear, en los países en que amenaza el “flagelo hidático”, verdaderos dispensarios antihidáticos calcados de la organización de nuestros dispensarios antituberculosos de Calmette?” Aconseja un programa que debería contar con: 1) Permanencias, que serían instaladas en regiones particularmente afectadas por la equinococosis. 2) Al lado de ellas, unidades móviles podrían recorrer la campaña. Una instalación radiológica móvil rendiría así los más grandes servicios. En 1949 vuelve Dévé (1) sobre el tema y expresa: “Hoy día en que encuestas parecidas, relativas especialmente a la tuberculosis y el cáncer, han sido organizadas y aceptadas y se han generalizado en la mayor parte de los países civilizados, nuestra sugestión parece menos utópica de lo que habría parecido hace un cuarto de siglo”. “Las permanencias podrían ser comunes a otras organizaciones sanitarias; formaciones polivalentes”. El puntal de esas investigaciones propuestas era la exploración radiológica del tórax, agregada al examen clínico y a las pruebas biológicas en los casos sospechosos. Con seguridad, expresa, “quedarán muchos quistes no reconocidos”, pero, “al menos, un buen número de ellos serían diagnosticados en una fase aún no complicada de su evolución”. Además, “provechosas encuestas familiares y epidemiológicas podrían encontrar su desarrollo de esta manera”. Nos preguntamos: ¿qué diría Dévé si hubiera contado con el auxilio de la ecografía al momento de expresar estas ideas? Las posibilidades actuales son favorables al máximo para desarrollar este visionario plan de acción, que coincide enteramente con las proyecciones de futuro que nos proponemos encauzar.”

Además de sus múltiples contribuciones en diversos campos de la cirugía general, esta contribución histórica a la investigación epidemiológica de la hidatidosis, justificaría por sí sola todos los homenajes que pudieran rendirse a este Maestro de la Cirugía. Como lo hizo el XXIII Congreso Mundial de Hidatidología, reunido en Colonia del Sacramento, Uruguay, del 9 al 11 de diciembre de 2009, a los que asistieron sus discípulos, pero que él no pudo ya atender. Abrió sin lugar a dudas un importante surco para el avance de la lucha contra esta enfermedad. Pero sobre todo dejó, con su ejemplo, una enseñanza maravillosa de la concepción holística de la Medicina, dándole el más amplio sentido de acción social. Fue un universitario en el más amplio sentido del término. Más allá de la Cirugía que abrazó, fue un Médico que hizo honor a la tradición hipocrática.

Constituyó un matrimonio ejemplar con la Nurse Noemí Villamayor La Torre, en cuyo hogar nacieron tres hijos: Nicolás, Pablo y Bettina. Llegue a su estimada familia, a sus colaboradores y amigos, a sus discípulos distribuidos en todo el País, el sentimiento de pesar ampliamente compartido, por alguien que consagró su vida a la enseñanza y práctica de la Cirugía, con altos valores científicos y humanos. Que supo cultivar con sus colegas una relación afectuosa y de respeto a través de la cual tanta enseñanza prodigó. Que descanse en paz.

Dr. Antonio L. Turnes
5 de abril de 2010

Dr. Roberto Perdomo - Distinguido Sindical 1999

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