Columna de la Dra. Noelia Ferreira Aparicio, presidenta electa de la Sociedad de Infectología Clínica del Uruguay

martes 3 de mayo de 2022

La especialidad en Enfermedades Infecciosas es relativamente nueva en muchos países y Uruguay no es la excepción. Al momento actual nuestra disciplina cuenta con unos 40 colegas con título habilitante, un número bajo para el crecimiento exponencial que ha experimentado en la última década en el país. 

La evidencia científica muestra que la intervención del especialista cambia y MEJORA radicalmente los resultados particularmente en infecciones complejas como ser: las asociadas a dispositivos médicos (prótesis articulares, marcapasos, prótesis vasculares); infecciones en trasplantados; en pacientes onco hematológicos u oncológicos y en pacientes graves ingresados en CTI, entre otros. Muchas personas no conocían nuestra especialidad hasta que aparece en escena el SARS-CoV-2.  Hoy nuestra actividad se hizo más conocida y la necesidad de integrarnos al equipo de salud se percibe por otros colegas y por la sociedad que hace 2 años. 

 Como presidenta electa de la Sociedad de Infectología Clínica del Uruguay (SICU) para el período 2022 -2024, es nuestro principal objetivo, que nuestra sociedad científica y el colectivo que integramos, transite hacia una etapa de crecimiento.

Dentro de nuestros objetivos están, lograr una mayor visibilidad, así como mejorar las condiciones laborales de los y las infectólogos/as. Lograr la consolidación laboral y aumentar el número de cargos tanto a nivel del subsector público como privado. Continuar por el camino de las funciones o cargos de alta dedicación horaria, los que vemos como necesarios y que jerarquizan la actividad médica con un claro beneficio no sólo para el colectivo médico sino también para los usuarios y los prestadores de salud. Apuntan a disminuir el multiempleo e impactar en una mejora de la calidad de vida de los profesionales y en la calidad asistencial que se brinda.

 Los y las infectólogos/as tras el advenimiento del nuevo coronavirus hemos transitado dos años complejos, de grandes desafíos académicos con la necesidad de actualización a permanencia, la creación y adaptación de protocolos, así como la asistencia directa con arduas jornadas laborales, las que han llevado al límite nuestras capacidades operativas. Así mismo, la pandemia de COVID-19 nos ha posicionado en lugares claves para el manejo de la misma, lo cual nos llena de orgullo y nos deja el sabor del deber cumplido.  

Es así que se ha puesto en evidencia nuestro rol en los equipos de salud, siendo imprescindible su accionar, como en diferentes programas asistenciales con especial énfasis en el Programa de optimización de antimicrobianos (PROA). Actualmente en Uruguay de acuerdo a la ordenanza ministerial vigente N° 1327/2019 todas las instituciones prestadoras de salud deben desarrollar e implementar un PROA, en base a lineamientos técnicos establecidos por el Ministerio de Salud Pública y la Organización Mundial de la Salud. 

 El especialista en enfermedades infecciosas presenta un rol preponderante en la conformación de los equipos PROA, a su cargo está el liderazgo del diseño, implementación y evaluación del programa.  Se hace evidente cada vez más la necesidad de la implementación de estos programas en tiempos en los que la resistencia antimicrobiana y la generación de microorganismos multidrogo resistentes y extremadamente resistentes amenazan con ser una de las próximas pandemias.  

Es clave en la actualidad disponer de estos programas, para mejorar el consumo de antimicrobianos, racionalizarlo, impactar en la emergencia de la resistencia a los antimicrobianos, influir de manera directa en la morbimortalidad de las personas y en los costes que implican este tipo de complicaciones.

 Pandemias conocidas y más silenciosas que el COVID-19  se mantienen de forma sostenida, con tasas de incidencia para nuestro país que no se han logrado disminuir en los últimos años, como la de  VIH y la tuberculosis, esta última declarada por la OPS en 2021 como un gravísimo problema de salud pública de las Américas. En este sentido nuestra especialidad trabaja en forma colaborativa con la CHLA e integra las comisiones de tratamiento antirretroviral. Pero aún falta mucho por hacer, en el entendido que en estas dos patologías es mandatorio crear nuevos cargos para infectólogos/as, pero también lo es expandir nuestro trabajo al interior del país, poniendo nuestra especialidad al servicio de la población donde la carencia de especialistas es notoria.

 Por todo lo anterior no cabe dudas que el valor de la tarea de los y las infectológos/as integrando los diferentes equipos de salud, así como su impacto en la salud de la población es superlativo. Vemos como necesario ordenar el trabajo, transitar y poner en la agenda de los prestadores de salud y del MSP no solo la necesidad de más y mejores cargos como los CAD, sino también pensar en la reconversión del modelo actual. Poner a consideración creación de actividades mixtas público- privado, en lo que podría ser una complementación, para paliar estas carencias en puntos alejados del país debe estar en agenda.

  Por último, pero no menos importante, tenemos pendiente y urgente como país la incorporación de nuevos principios activos de antimicrobianos para el tratamiento de infecciones por microorganismos multiresistentes, que son cada vez más necesarios y donde actualmente presentamos serias carencias a la hora de dar respuesta a esta realidad emergente.

 Dra. Noelia Ferreira Aparicio

Presidenta de la Sociedad de Infectología Clínica del Uruguay (SICU).