Manuel Liberoff luz presente

Escribe la Dra. Clara Niz, médica especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Vocal del CE del SMU.

viernes 20 de mayo de 2022

Manuel Liberoff nació el 31 de marzo de 1922 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, República Argentina. Pasó a residir en Uruguay en 1944, donde se recibió de Doctor en Medicina en 1949. Se casó con Silvia Nemirovsky, con quien tuvo tres hijos Jenny, Liliana y Benjamín con quienes vivió en Malvín Norte desde 1952.

Integró el Comité Ejecutivo del Sindicato Médico del Uruguay, ocupando el cargo de tesorero y fue fundador de la Asociación que nucleaba padres de alumnos de Enseñanza Secundaria (CODEPALES). Militaba en el Partido Comunista del Uruguay.

Fue detenido en su domicilio en julio de 1973. Permaneció en un cuartel en el kilómetro 14 de Camino Maldonado, hasta su expulsión del país el 7 de noviembre del mismo año y se fue a Buenos Aires. Vivía en la calle San Martín 2610, allí lo secuestraron en un operativo del Plan Cóndor, en presencia de su esposa e hijas, en la madrugada del 20 de mayo de 1976, el mismo día que a Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw. Estaba convaleciente de una cirugía por cáncer de colon. Fue visto posteriormente en el centro de detenciones clandestino de Automotores Orletti. Desde entonces integra la lista de detenidos desaparecidos. 

No conocí personalmente a Liberoff, he querido saber más de él a través de dos colegas: Irene Petit y Julio Laborde, ambos médicos de familia y comunidad. Ninguno de ellos lo conoció personalmente pero ambos saben mucho de él. Ambos comparten con Manuel la profesión, la forma de trabajo, los desvelos, sufren por las mismas cosas y abrazan los mismos sueños que abrazó él.  Irene y Julio son médicos de la misma comunidad, en los mismos barrios, de las mismas familias que Manuel, trabajan en la policlínica que lleva su nombre. Esa posta que ambos han sabido tomar y potenciar es lo que les ha permitido, sin conocerlo, aprender de su práctica, identificar sus valores y sabiduría. 

Los pacientes desafían, provocan, reclaman y agradecen de encontrar en otros profesionales algo de lo mucho que tuvieron, esa atención que les dio seguridad, que mitigó tanta inequidad y postergación. Esos mismos pacientes que a modo de presentación decían: “A mi me atendía el Dr. Manuel Liberoff”.

Esa frase que pudo haber significado para Irene y Julio una exigencia muy alta, seguramente era la expresión de un ferviente deseo de reencontrarse con la empatía, el compromiso, el involucramiento y dedicación de Liberoff. Seguramente en esa frase había implícito un deseo inmenso de recuperar la protección que se siente al contar con profesionales de la salud con ese nivel de compromiso.

Tanto Irene como Julio reconocen haber aprendido mucho de Manuel e identifican la demanda de la población como un estimulo valioso para poder dar la mejor respuesta. Se ha dicho de Liberoff que fue el médico de los mas desposeídos, pero viendo todo lo que ha dejado, todo lo que perdura de él y lo presente que sigue en la memoria de quienes lo conocieron, prefiero llamarlo el médico de una comunidad  privilegiada. Esta comunidad, tan postergada, con escasos servicios, con pocos recursos económicos contaba con un médico profundamente comprometido, con gran sentido de la responsabilidad, accesible siempre, integrado al barrio, al punto de ser parte.

También supo de la importancia de potenciar el sentido de pertenencia, fomentar la valoración de los intereses colectivos, fue promotor de participación e involucramiento, un defensor de la alegría y gestor de iniciativas recreativas que generaban cohesión en el barrio como un tablado en carnaval que nominaron  “Alcanzame la Escopeta”.

Los recuerdos que traía uno y otro paciente, todo el tiempo, eran quizás un recurso para recuperar y conservar ese patrimonio tan valioso que tuvieron, que perdieron y que tanta falta les hizo. Esos recuerdos evocados a diario en la policlinica, en los domicilios o  en el barrio,  fueron forjando en Irene y Julio la idea de ese colega que les marcó el camino, ofició de guía, los sostuvo y sostiene ante las dificultades y carencias, que son distintas pero siguen siendo muchas.

Todos los recuerdos confluyen en compromiso, responsabilidad, afecto, humildad, solidaridad, buen humor, capacidad de dialogo y proximidad. Liberoff no fue una leyenda, fue un médico munido de valores humanos y conocimiento de las personas y su entorno que le permitieron posicionarse en ese lugar ofreciendo todos los atributos de la atención primaria. Los pacientes de Manuel, los pacientes de Irene y de Julio después, seguramente no leyeron a Barbara Starfieeld, pero pudieron reconocer en la forma de trabajo de los tres estos atributos imprescindibles si hablamos de calidad de atención o de un Sistema Nacional Integrado de Salud sólido y fuerte.

Los múltiples relatos y anécdotas de colegas que trabajaron con Manuel en distintos ámbitos, de vecinos y de pacientes, contienen y traducen estos atributos. Las palabras accesibilidad, integralidad, continuidad, longitudinalidad, abordaje familiar, abordaje comunitario y competencia cultural no aparecen escritas o dichas, pero estos conceptos son una constante en todos los relatos. 

La militancia, la lucha y las reivindicaciones del colectivo por encima de lo individual fue algo que también lo caracterizó. El golpe de estado de 1973 significó entre otras cosas, gran confusión, desconcierto, arrebato de derechos y libertades, ese difícil momento lo encontró integrando el Comité Ejecutivo del Sindicato Médico del Uruguay con una activa participación hasta su detención.

Destaco una frase suya que está junto a su foto en la sala de espera de la policlínica que lleva su nombre y que trasmite claramente la situación de ese momento. Esta frase la pronunció en la última sesión del Comité Ejecutivo a la que asistió el 2 de julio de 1973 antes de su detención “estamos librando un batalla por la libertad, por la democracia, por los valores fundamentales”

Nos queda el desafío de tomar su luz, seguir sus enseñanzas, no resignarnos a lo impuesto y no aceptar la realidad porque parezca inamovible. 

 

Referencias:
  • Petit I. Casualidades. en Dibarboure H, editor. Historias 2. Montevideo:Oficina del Libro; 2011.p. 54-64
  • Acta  número 7 Comité Ejecutivo SMU,  2 de Julo 1973
  • “Una policlinica lleva el nombre de Manuel Liberoff”, Revista Noticias 154. enero 2010, p.6-7