viernes 11 de abril de 2014
Para ello no se necesitó que los pacientes entraran más de una vez al quirófano ya que el implante se colocó en la misma intervención en la que se les había retirado el tejido dañado por el cáncer. Luego, tras un año de seguir la evolución, se comprobó que tanto la funcionalidad de su nariz como su aspecto estético eran normales.
A partir de este descubrimiento se alienta la posibilidad de desarrollar esta técnica para posibilitar reconstrucciones faciales -ejemplo, las orejas o la nariz al completo.
El otro adelanto en esta materia, que también resultó de una investigación, es el liderado por Anthony Atala, quien comprobó que viable crear vaginas en el laboratorio e implantarlas con éxito en el organismo.
Para llegar a ello, Atala realizó un seguimiento a cuatro mujeres que nacieron sin vagina –padecían el síndrome Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser- y obtuvo las células epiteliales y musculares de la vulva de las jóvenes (de entre 13 y 18 años) para cultivarlas y así multiplicar su número.
Luego se colocaron en matrices biodegradables de origen porcino, con lo que logró una estructura tridimensional con forma de vagina que se implantó a las pacientes.
Tras monitorear la evolución de las jóvenes y analizar el estado del tejido, su funcionalidad y su integración con el resto del organismo, se comprobó que tanto la estructura como la funcionalidad del órgano eran perfectamente normales.