Homenaje al Dr. Juan Carlos Macedo

Migues, 31 de mayo de 2003

Nos reunimos hoy para recordar y homenajear a un médico y poeta; o un poeta y médico. Hombre del interior, nacido en Arroyo Blanco, en el campo de Rivera, con profundo cariño por la tierra y la gente sencilla.

Que cursó su carrera como Médico, sembrando en su camino obras y afectos. Siendo joven eligió Migues para establecer su práctica, lejos del ruido de la ciudad y cerca de la gente que necesitaba de los servicios de un profesional competente y calificado.

Aquí se instaló, aquí creció su familia. Y encontró en Migues la conjunción ideal para desarrollar un trabajo clínico creativo y volcarse a la vez que al servicio de sus semejantes, con sabiduría y humildad, a cultivar en silencio la poesía. Con el tiempo, formó un grupo de médicos jóvenes, seducidos por su estilo de hacer la Medicina, estudiando y aprendiendo, dando y recibiendo la enseñanza del estudio y de la vida cotidiana. Y ese grupo, que fue creciendo, y luego se esparció por otros sitios del país, hizo producción científica, publicó revistas y fue un punto luminoso en una época oscura. Esa fue su siembra, en el arte de hacer la Medicina. Su trabajo clínico, su producción científica, el estudio de sus casos y sus conclusiones, adquirieron rápidamente trascendencia nacional, y fue conocido no como el grupo de Macedo, sino como el Grupo de Migues, haciendo aportes fundamentales a la práctica de la Medicina General y Familiar, en el más amplio sentido. Pero todos sabían quién era el centro, el inspirador y sostenedor de ese Grupo de Migues: Juan Carlos Macedo.

Juan Carlos Macedo fue un médico noble y estudioso, rico espiritualmente, con un gran desapego por lo material. Vivió modestamente, enriqueciendo en conocimientos, en humanidad, a quienes le rodearon. Dándose a los demás, a través de su profesión y de su arte, la Poesía.

Aunque su producción poética publicada fue escasa, tuvo profundidad y repercusión; trascendencia al mundo cultural del país y la región. Hasta la UNESCO lo incluyó entre los mejores poetas uruguayos del siglo XX, en una edición bilingüe que hizo en 1998. Y pronto Migues fue también un centro de reunión de poetas, artistas plásticos, escritores, que encontraban en este lugar entrañable un sitio de reunión amable y cálido, para el intercambio y la inspiración.

No nos referiremos a la obra literaria y poética de Juan Carlos, porque de ello se ocuparán los amigos poetas y escritores que hoy nos acompañan, y que hemos coincidido naturalmente en este doble homenaje, aunando las dos vertientes más ricas que tuvo nuestro amigo. Porque así le hubiera gustado que lo recordáramos, recordando unidos, para siempre, la Medicina, que es ciencia y arte, y el arte de la Poesía. Expresiones ambas de las más ricas que hacen al Hombre en su nivel más pleno, hondo y cristalino.

Por eso, por los valores que representó Juan Carlos, es que hoy le tributamos este homenaje, dándole su nombre a la Sede del CASMU en Migues, por la que tanto luchó, organizándola y dándole trascendencia.

La relación fraterna que cultivó con los habitantes de esta ciudad y de su entorno, con sus colegas, con los que encontró y con los que junto a él se formaron, hacen de este lugar un sitio de recordación y un ejemplo para los médicos jóvenes, y también para otros ciudadanos, que le dieron su apoyo a un médico comprometido con este lugar, y que trabajó hasta su muerte, tan temprana, con el mismo entusiasmo que el primer día. Lleno de esperanza y de amor por sus semejantes.

Muchas gracias.

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