Ensayo sobre el pensamiento del Dr. Carlos María Fosalba en las postrimerías del siglo XX

El docente

Su actuación en la Facultad de Medicina como docente, pasó por la Clínica Médica del Dr. Bordoni Posse, primero, y por la del Dr. Julio C.García Otero más tarde. De ambos obtuvo los mayores reconocimientos por su dedicación e inteligencia.

Veamos, como ejemplo, dos certificados expedidos por dichos Profesores, en ocasión de preparar Fosalba su carpeta de Méritos para aspirar al cargo de Profesor Agregado de Medicina, por concurso de méritos y oposición, en 1941: (15), (16)

"El Dr. Carlos María Fosalba fue nombrado en 1934, a propuesta del que suscribe, adjunto de Clínica Médica en la Sala Ricaldoni, entonces a cargo mío. A partir de 1935, habiendo obtenido por concurso el cargo de Jefe de Clínica, dirigió en ese concepto, la asistencia médica del Servicio (Sala Ricaldoni), donde el suscripto dictaba su curso de Clínica Médica. Colaboró asiduamente en la docencia, encargándose particularmente de la enseñanza de la semiología a los estudiantes. Como el Profesor Montes Pareja dictaba por ese entonces un curso de Cardiología en mi servicio, quede constancia de la colaboración del Dr. Fosalba, en la enseñanza de la semiología de dicha especialidad. Dejo constancia, por ser de estricta justicia, que la labor médica y docente del Dr. Fosalba, durante ese tiempo, por lo eficaz y asidua, fue superior a todo encomio.- CESAR BORDONI POSSE.- Noviembre 10 de 1941.-"

"El abajo firmado, Profesor de Clínica Médica, CERTIFICA: que el doctor Carlos María Fosalba, Asistente a su Servicio, contribuyó durante el año 1939, a la enseñanza de la Semiología, teniendo a su cargo un grupo de estudiantes, a los que dictó un curso completo de Semiología cardíaca y respiratoria. La eficiencia de su acción, contraloreada por el Profesor que suscribe, fue indiscutible, pudiendo manifestar que el Dr. Fosalba demostró condiciones docentes de excepción, al mismo tiempo que una preparación nada común. Es por estas razones que con gran satisfacción firmo el presente certificado.- JULIO C. GARCÍA OTERO.- Montevideo, noviembre 17 de 1941."

Más tarde ingresó al Instituto de Neurología, donde fue Jefe de Clínica, en época de estar dicho Instituto interinamente a cargo del Dr. Héctor Rossello, y más tarde a cargo del Profesor Dr. Alejandro Schroeder (17).

Realizó la Agregación, que en la época era de una larga preparación, la que alcanzó obteniendo el primer puesto en el concurso de oposición respectivo, en 1943. Justamente, como homenaje intelectual, el Dr. José B.Gomensoro, estrecho colaborador y amigo entrañable de Fosalba, con quien compartía tantos ideales, publicó el texto íntegro del trabajo del Dr. Carlos María Fosalba en la primera prueba del Concurso de Profesor Agregado de Medicina, sobre SÍNDROMES FOCALES CEREBRALES, (18) que merece aún hoy ser leído por su claridad expositiva, su precisión de conceptos, su calidad intelectual y su erudición.

En el número 19 de ACCIÓN SINDICAL, de setiembre-octubre de 1937, puede leerse el comienzo de un largo artículo sobre LAS COMPRESIONES MEDULARES, (19) que constituye otro hermoso trabajo clínico, realizado en su época de Jefe de Clínica Neurológica.

Justamente con motivo de haberse adjudicado el primer puesto en el Concurso de Profesor Agregado, sus compañeros y amigos le ofrecieron el 26 de noviembre de 1943, un banquete de homenaje, en el que se expresó Fosalba, a modo de agradecimiento con estas palabras, que lo muestran en nuevos relieves humanos: (20)

"Colegas y amigos:

Lo que deseo deciros en este momento es tan sencillo, que bien podría dejarlo librado al albur de una simple improvisación. Pero, los hombres, por habituados que estén a las contingencias de los discursos, le temen a las circunstancias donde están seguros de ser víctimas de la emoción. Yo sé bien que cuando me toque agradecer este homenaje, estaré muy conmovido, y le temo a estos instantes, por el peligro de no saber hilvanar las sencillas palabras que expresen mi profundo y sentido agradecimiento. Es por eso que he resuelto munirme de este salvoconducto, que me permita atravesar esta frontera peligrosa, si no con elegancia, al menos con cierta coordinación y equilibrio.

En realidad, la síntesis de mi pensamiento se resume en estas elementales y clásicas palabas: muchas gracias a todos, muchas gracias por la bondad y benevolencia que significa reunirse a mi alrededor para testimoniarme vuestro afecto y brindarme el cálido apoyo de vuestra amistad.

No es el caso discutir si el hecho concreto que aquí los ha reunido, merece o no un homenaje. En realidad, el esfuerzo de realizar un concurso y el mérito de ganarlo, es un hecho demasiado personal y en cierto aspecto utilitario, para merecer implícitamente un homenaje. Puede entonces preguntárseme, y yo mismo me lo he preguntado, por qué, si tal cosa creo, no he tenido inconveniente en aceptar la realización de este generoso propósito vuestro de homenajearme. Mirando dentro de mí mismo he tratado de saber si es por orgullo o vanidad por lo que he procedido así. No estoy seguro de estar exento de este doble vicio, pero para mi consuelo moral, mi razonamiento ha encontrado otra explicación. Y es la siguiente: En realidad esto no es, ni debe ser un homenaje; porque homenaje sólo lo merecen quienes realizan actos de sacrificio por el bien general, sin preocuparse del propio interés individual. Esto es sólo una fiesta, donde un grupo de amigos se reúne para festejar el pequeño y modesto triunfo de un camarada, porque es condición de positivo sentido humano alegrarse con el éxito de los amigos y brindar por el porvenir de los seres que apreciamos y queremos. Yo lo siento así y en este sentido, tal como lo siento, he aceptado este banquete, no como un homenaje, sino como una fiesta más, que da a mis amigos la oportunidad de vivir juntos en la mesa cordial de la camaradería, para recordar hechos pretéritos que nos reavive la llama de una juventud jamás extinguida, y para desear, en común hermandad, un porvenir risueño a los seres queridos.

Al agradeceros vuestro fraterno compañerismo, vuestra espontánea camaradería, y vuestra benevolencia hacia mi modesta persona, aprovecho para brindar por la felicidad de cada uno de vosotros, por la amistad que nos une por lazos tan fuertes como son la sinceridad, la verdad y la justicia; por el triunfo de la democracia y la libertad de los hombres y, en definitiva, por el progreso de nuestro segundo hogar, nuestra querida Facultad de Medicina, que nos enseñó el arte de mitigar los dolores y la suprema condición de amar la vida, a pesar de conocer demasiado bien, lo cerca que ella se encuentra de la muerte.

No quiero terminar estas palabras sin tener un recuerdo para mi padre, el único ser querido que la muerte me arrebató.

Si él viviera, estaría aquí, con los ojos empañados por las lágrimas, con sus lentes en una mano y el pañuelo en la otra, conmovido y feliz, orgulloso en medio de su ignorante inocencia de ver a su hijo, ya hombre, rodeado por tantos seres selectos y honrados. Por eso me emocionó hasta lo indecible el regocijo legítimo del padre de mi gran amigo Pacho Hughes, cuando en circunstancias parecidas a éstas, me hacía recordar al mío, por intermedio de las más felices lágrimas que yo haya visto verter jamás.

Por eso señores, como final de esta fiesta, yo brindo por la salud de los padres de cada uno de los presentes y por el recuerdo agradecido y eterno de los que se fueron confiando en nosotros. Quizá algún día nuestros hijos se reunirán para festejar entre sí el éxito de alguno de ellos y espero que no faltará quien brinde por nosotros. Mientras tanto yo elevo mi copa por el primero de nuestros hijos, a quien un éxito legítimo marque el primer jalón de su carrera triunfal. Al beber en su honor me identifico con todos los hijos de mis amigos y en realidad, casi sin saberlo, brindo por el futuro desconocido, que es el porvenir, es decir, la esperanza y la ilusión, que alimenta al espíritu de los hombres idealistas y generosos.

Nuevamente: Muchas gracias, mis amigos."

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