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Con el Dr. Barrett Díaz: director de Noticias (1973-1975)

Lidiando con el silencio

Médico cardiólogo e integrante del Comité Ejecutivo del Sindicato Médico del Uruguay, el Dr. Barrett Díaz fue director de la revista Noticias en el difícil período comprendido entre 1973 y 1975. De aquella revista, de aquellos particulares modos de decir sin decir, nos habla, evocando tiempos en que Noticias se las ingenió para ser la voz de los silenciados.

por José López Mercao

El español Goytisolo comparaba la profesión de periodista en tiempos de despotismo con la tauromaquia, en el sentido que el torero opone su arte a una fuerza superior que tiene como oponente. ¿Hubo algo de ese arte en aquel período en que le tocó ser director de la revistaNoticias?

Fueron algo más de dos años comprendidos entre 1973 y 1975, recordemos el golpe de Estado en 1973 y la intervención del Sindicato en 1975. Dos años en los que, con cierta regularidad, aparecieron quince números de Noticias, del 108 al 122, pero equivalieron a un tiempo psicológico de dos décadas. Nos impedían hacer elecciones normales para renovar autoridades, por lo que seguimos más allá de nuestro mandato y estábamos obligados a ejercer la autoridad del Sindicato, expuestos a todos los riesgos pero sin posibilidad de irnos. Además estaban al acecho ante el más mínimo desliz que nosotros cometiéramos.

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La consigna de Artigas que sustituyó momentáneamente al histórico acápite de Fosalba. La astucia de la razón

En cuanto a lo de Goytisolo, estoy de acuerdo porque lo viví, y mirándolo desde la perspectiva, creo que hasta lo disfrutábamos en aquel momento. La referencia temporal es importante, porque hoy sería fácil tener una sensación de deleite al evocar aquellas filigranas creativas a que nos obligaban, pero éramos conscientes de lo que estábamos protagonizando y eso nos gratificaba.

Para llegar a eso hubo que pasar por un proceso previo que implicó mirarse al espejo e interrogarnos acerca de si estábamos dispuestos a asumir el rol que algo compulsivamente la historia nos estaba asignando.

Ya el vendaval se había llevado a mucha gente que optó, de manera inobjetable en lo personal, por no correr los riesgos que aquella gestión conllevaba. Así, la voluntad de permanecer nos obligaba a cubrir los lugares que quedaban vacantes, y en esa asignación de cargos que podían llegar a ser patíbulos, a mí me tocó la prensa.

Frente al espejo

Lo que era una función comprometida, pero que también sería comprometedora ante sus propios compañeros, que tal vez no pudieran comprender a cabalidad ese arte del disimulo.

Por sobre todo estaba tu propia conciencia, que en esas situaciones límite opera como una especie de tribunal de alzada inapelable. Nosotros discutíamos entre todos, pero cada uno tenía su propia batalla interior, como unos Hamlet patéticos que se debatían entre el ser y el no ser. ¿Hasta qué punto tenía valor lo que estábamos haciendo? O algo que nos angustiaba aun más: ¿no estaríamos convirtiendo al Sindicato Médico en un simple club Uruguay, o en algo que daba la espalda a la rica tradición de la que nos considerábamos parte integrante y continuidad responsable?

 
«La larga noche precrítica»: Títulos como este, de apariencia intrincada y mensajes claros, eran comunes en la Noticias de entonces

Personalmente tenía la noción de que la sola permanencia era un logro. Claro, pertenecíamos a una generación que tenía frescas las nociones de resistencia de la revolución española, del movimiento antifascista francés durante la guerra. Entendíamos que un signo, un símbolo, un gesto, en condiciones de opresión es capaz de tener resonancias y efectos multiplicadores, dimensiones de metáfora que superan largamente a su mera materialidad. Era decir, «todavía estamos, no estamos quebrados y vamos a salir adelante».

No hay que subestimar otro elemento de la época: la autocensura, que llegó a mantener limpios de inscripciones los retretes de los bares de Montevideo.

En esas condiciones, la sola presencia la veíamos como un valor en sí mismo. Por eso es completamente irrelevante lo que se ha dicho acerca de que en aquel entonces Noticias «se achicó», pasando a ser una revista de formato diferente, cuando el «achique» o el «agrande» no pueden medirse con esos parámetros sin dejar márgenes a la superficialidad.

¿O a una frivolización de algo que discurría por cauces más profundos?

Los especialistas en lógica y teoría del conocimiento advierten sobre las complejidades y los riesgos de los llamados «razonamientos posfacto», sobre todo cuando el sustrato social desde el que se analiza un período histórico es completamente distinto de aquel que se toma como objeto de análisis. Juzgar como «achicamiento» el cambio de formato de una publicación gremial en tiempos de terror, es caer en una trampa metodológica y alejarse de una interpretación profunda de los planos en los que aquel conflicto se dirimía realmente.

Penas y olvidos

Al referirse a quienes optaron por otras maneras de enfrentar la coyuntura, ¿está adjuntando un juicio de valor?

De ninguna manera. Respeto todas las opciones honestas que en aquel momento se hicieron. Es más, creo que la resistencia se nutrió de la pluralidad de las opciones, en una situación enteramente nueva en la que naufragaban los recetarios y en donde cada paso que se daba implicaba metafórica o literalmente un jugarse la vida. Pero también, para que nosotros nos quedáramos, pesó la razón adicional de que estábamos muy impelidos por las circunstancias a hacerlo, o por decirlo en otras palabras a protagonizar una película que se filmaba en blanco y negro, sin que tuvieran cabida los matices.

A la hora de intentar yo también una explicación «posfacto», concluyo en que no estuvimos tan errados y que la permanencia, hizo posible el reencuentro del Sindicato, tener el orgullo de decir que, pese a todo, hubo quien resistió desde las entrañas del monstruo.

Distinto hubiera sido si el Sindicato de la reconquista democrática no pudiera reconocerse en quienes siguieron alimentando esa mística en tiempos de sacrificios. Hubiera sido triste decir que sólo hubo penas y olvido. Es cierto, todo era pena, pero hicimos lo que pudimos para que no nos ganara el olvido.

Entre quiebres y cortadas

Refiriéndose a situaciones similares, Hegel hablaba de la «astucia de la razón». Larra inaugura el periodismo moderno con su «elogio de la censura», un artículo que ejemplifica esa astucia a la que es preciso recurrir en las situaciones límite. ¿Hasta qué punto fueron útiles en aquellas circunstancias las herramientas del periodismo clásico?

Lo que nos legaban las formas expresivas de la etapa previa era una fuerza de impulso, pero eran inviables en su configuración original. Aquellas personas que mantuvimos la presencia, ideamos todo ese lenguaje indirecto que se puede encontrar hurgando en los titulares de Noticias de aquella época.

 
En ciertos momentos había que denunciar con coraje y Noticias lo hacía

Esas señales que se lanzaban desde la titulación pueden no ser comprendidas hoy: «La larga noche precrítica», «La recreación de la cultura médica» y otros, hablaban de cosas que de repente poco tenían que ver con el desarrollo expuesto en la nota. Por supuesto que no inventábamos nada, más bien nos encontrábamos con recursos que se habían usado en situaciones que para nosotros eran enteramente nuevas. Es más, a veces eran artilugios que son un lugar común en la prensa cotidiana e incluso en la prensa amarilla.

Supongo que para quienes tenían un compromiso militante, ese nuevo papel que debían interpretar implicaba una buena cuota de humildad.

Por entonces hablábamos de la opción entre quebrarse o doblarse. A veces algunos decíamos que nos estábamos doblando demasiado, que era preferible el quiebre hacia una situación de clandestinidad donde los gestos y actitudes no se compadecieran con esa dialéctica de fintas. Pero aquello que peyorativamente se llamaba «doblarse», combinaba astucia y adaptación con humildad. Esto último en la medida que implicaba un reconocimiento de que aquellas ideas que nos impulsaban no eran autosuficientes y todopoderosas, no se imponían por sí mismas y requerían ser vehiculizadas por una nueva metodología que incluía en el recetario vicios del periodismo que siempre habíamos criticado.

La diferencia era de sentido y no de dirección. Si el periodismo amarillo titulaba raro para inducir la venta engañando al lector sobre los contenidos, nosotros titulábamos raro para engañar al poder, lanzando guiñadas de inteligencia a quienes esperaban una señal. La humildad que esto requería es la de quien comprende que debe disminuirse para crecer.

En fin, en todo aquello había mucho de racionalización, mucho de angustia, pero sobre todo ganas de salir adelante.

A sabiendas de lo provisorio de lo que se hacía...

Eso es relativo, nosotros no sabíamos nada, no sólo sobre cuánto iba a durar aquello o qué desenlace tendría, ni siquiera teníamos muy claro si servía lo que estábamos haciendo. Hoy podemos reconstruir las fases que recorrió ese proceso, pero por entonces estábamos llenos de incertidumbres y la primera duda que teníamos era sobre nosotros mismos.

El factor humano

Hasta ahora hablamos de la época, pero ¿con qué material humano se contaba?

Teníamos un grupo de trabajo que estaba para todo. El mismo que en Noticias empezó a enriquecer los contenidos publicando temas de interés médico relativos a la malpraxis, a la eutanasia, incorporando la edición en español de la Medical Letter, la Carta Médica que ahora sale como parte de Noticias, hasta que un día esa temática desbordó los límites de Noticias y se fundó la Revista Médica del Uruguay. Además, se hacían reuniones sobre temas científicos y de cultura médica.

Había un núcleo que concentraba esas actividades. Deberíamos hablar del actual presidente del SMU, Juan Carlos Macedo, de Homero Bagnulo, Hugo Dibarboure, la presencia de Antonio Turnes en la administración. Me acuerdo del «Catalán» Ferráz en la corrección de las pruebas de Noticias, pruebas de galera en aquella época.

A pesar de las circunstancias, la revista se esmeró en su presentación y era bastante decorosa para lo que eran los medios de la época. Sobre todo con aquel cambio gráfico de portada, donde con dolor para muchos, retiramos momentáneamente el acápite clásico con la frase de Fosalba y lo sustituimos por la consigna de Artigas: «La cuestión es sólo entre la libertad y el despotismo».

Los ecos de esa sustitución los pude apreciar cuando me citaban a declarar al Departamento de Inteligencia de la calle Maldonado o a los juzgados militares. Allí invariablemente aparecían sobre los escritorios las portadas de Noticias con la frase de Artigas resaltada.

La prueba que tuve de que lo que hacíamos les molestaba, fue que el número que determinó mi detención, con 35 días de incomunicación, estuvo vinculado al artículo que informaba de la detención del Dr. Boutton, que habíamos redactado el Dr. Macedo y yo.

El artículo aparecía marcado con una cruz roja en el escritorio de los pesquisas y de alguna manera era un orgullo para el Sindicato de aquella época, que el redactor de su humilde publicación pasara más de un mes detenido a causa de su publicación gremial. Era una prueba de que el Sindicato, cuando tuvo que jugar cartas difíciles fue capaz de hacerlo asumiendo las consecuencias, sin que le temblara el pulso y sin jactancias.

Por último, Barrett, ¿qué opinión le merecen las publicaciones del Sindicato hoy por hoy?

Yo no participo hoy de ese aspecto de la vida gremial. Pero a aquellas publicaciones que tienen continuidad hasta ahora, como la revista Noticias o la Revista Médica del Uruguay las veo como a los hijos que han tomado autonomía. Eso causa una reacción ambigua, una pérdida de aquella agradable sensación de comunicación y dependencia, a veces hasta dependencia mutua; pero a su vez la certidumbre de que es una saludable muestra de que las cosas caminaron bien, porque tienen independencia, autonomía y a veces, hasta en lo que se pueda discrepar, uno ve que tienen vida propia, que tienen vitalidad y vigor.

En síntesis, a mí me gustan por su adaptación a los tiempos que se viven, por su tecnificación y profesionalización, en comparación con lo que fueron aquellos orígenes artesanales.

Noticias «diarias»

La huelga general de junio de 1973 dio lugar a una memorable experiencia de resistencia del Sindicato Médico contra la dictadura. Durante un mes hubo una edición diaria de Noticias.

El editor de este ejemplar de cuatro páginas mimeografiadas fue el Dr. Sergio Villaverde. «Salimos todos los días, porque era necesario dar información veraz sobre lo que estaba sucediendo en las calles. La prensa grande daba solamente la versión oficial, pero las organizaciones populares no se conformaban», relata.

Fue una publicación casi clandestina con una tirada de 1.000 a 2.000 ejemplares diarios que «se iban como pan caliente», según Villaverde.

«Fue un hecho excepcional en la historia de la institución. El boletín había sido aprobado por el Ejecutivo, y su mayor defensor era el Dr. Hugo Dibarboure, por entonces secretario gremial».

Una mínima redacción se había montado en la sede de Colonia 1942, con un par de máquinas de escribir y un mimeógrafo. Villaverde era el encargado de redactar las noticias que militantes de la AEM traían desde hospitales, sanatorios y centros sanitarios de todo Montevideo. «Me acuerdo de (Carlos) 'Bananita' González, como entusiasta cronista que se jugó varias veces la ropa para conseguir un dato».

Finalizada la resistencia, el diario Noticias dejó de salir, luego de un duro allanamiento realizado en la sede gremial. «Por suerte ya no estábamos allí y nos salvamos de ir presos», señala Villaverde.

«La Voz del Rioba»

Durante sus tres meses de prisión, en 1973, una de las obsesiones del Dr. Manuel Liberoff fue conocer cómo andaba Noticias. «Le tenía mucho cariño a la revista, a tal punto que cada una de sus cartas clandestinas, escondidas en medias o zapatos, tenía la consabida pregunta: ¿Cómo anda La Voz del Rioba? A Liberoff le encantaba parafrasear a un personaje televisivo de la época, Minguito, aludiendo al diario para el que trabajaba con su compañero fotógrafo. Inclusive, una de esas cartas fue expuesta en un homenaje que se le hizo hace algunos años», rememora Antonio Turnes.

Alvariza

La revista también retrató la difícil situación de cuatro militantes del Sindicato, detenidos en el mismo momento que se conocía el asesinato del Dr. Carlos Alvariza. Primariamente, la muerte de Alvariza fue informada oficialmente como una caída accidental desde lo alto de una pared del Batallón Florida. Desde un principio, Noticias publicó opiniones e informes que contradecían esa versión.

Entre los cuatro detenidos se encontraban los doctores Isern, Benavídez, Felipe Díaz y Wáshington Zapata. El gremio se reunió nuevamente en asamblea para denunciar ambos hechos. «Noticias fue el único testigo de la movilización», recordó Turnes.

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