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Revista Médica del Uruguay: 25 años después

Con la humildad de los grandes

A un cuarto de siglo de ser concebida en el entorno del autoritarismo, la Revista Médica del Uruguay (RMU) se destaca como la primera publicación biomédica de nuestro país. Es reconocida tanto por la calidad de sus artículos, como por su naturaleza rigurosamente arbitrada. Su tiraje, su regularidad, su naturaleza amplia y multidisciplinaria, son atributos que contribuyen a ello. No obstante, si tuviéramos que destacar una característica de este Consejo Editorial, resaltaríamos su humildad, condición imprescindible para quienes se proponen una tarea tan digna como es la de reconciliar a la ciencia con el hombre.

por José López Mercao

El Consejo Editorial de la RMU conforma un grupo humano que se complementa, amalgamando juventud con experiencia, vehemencia con mesura, impulso con freno, sin olvidar en ningún momento a los que por fuera del brillo de toda marquesina, aportaron lo suyo a este esfuerzo de todos. Así lo destaca el Dr. Aron Nowinski (AN):

 
Consejo Editorial de la RMU: (de izq. a der.): el Sec. Nelson Puyares y los Dres. Luis Folle, Aron Nowinski, Ariel Montalbán, Eduardo Mayans e Irma Gentile (faltó con aviso la Dra. Adelina Braselli)

«Antes de cualquier otra consideración debemos mencionar a quienes contribuyeron a desarrollar la Revista Médica del Uruguay en esta segunda época. Me refiero a los doctores Juan Carlos Macedo, Hugo Dibarboure, Hugo Bagnulo, Newton Ross, integrantes del Consejo Editorial a partir de 1985 y a compañeros como Ariel Rodríguez Quereilhac, Raúl Lombardi, José Laserra y Aldo Lista. De aquel grupo inicial de 1985 quedaron el profesor Folle, el secretario de Redacción, Eduardo Mayans, el secretario de la comisión, Nelson Puyares y yo. Todos ellos tuvieron la inquietud por mejorar la revista y profesionalizar el proceso de edición y al mismo tiempo pensar también en la mejora de las otras revistas biomédicas del país. Prueba de ello es la participación de la RMU en jornadas como las organizadas por la OPS y el SMU, o el papel que nos cupo, junto al laboratorio Roemmers y al Sindicato en los premios otorgados a los mejores y más originales trabajos publicados en nuestra revista. Buscamos con ello estimular al médico joven en la investigación mediante la publicación de sus trabajos.

Es preciso resaltar también el apoyo que hemos recibido por parte de la industria farmacéutica, que se ha dado al margen de cualquier tipo de condicionamiento con respecto a los contenidos de la RMU».

La sistematización del arbitraje

¿Cuáles son los objetivos a corto plazo de la RMU?

AN: Superarnos, y en la medida que mejoremos seremos considerados en índices al menos regionales, como el LILACS, de la OPS/OMS en San Pablo, del Centro Latinoamericano de Información en Ciencias de la Salud.

 
Los profesores Luis Folle e Irma Gentile flanquean al Dr. Jorge Torres en el acto de entrega de premios de la RMU, auspiciado por Laboratorio Roemmers

Tenemos asimismo la voluntad de ingresar al Index Medicus de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, el MEDLINE y aunque no lleguemos allí, el hecho de figurar en un Index regional, nos da la pauta de que hay una población que recurre a estos índices, nos encuentra en ellos y juzga el contenido de nuestro trabajo.

Esto es parte del esfuerzo del Consejo Editorial y naturalmente de los árbitros. Esta revista tiene más de cien árbitros, profesionales calificados que honorariamente se prestan a transmitir por escrito su opinión sobre un artículo, lo que lo mejora, pero también es un aporte para el autor del mismo, en la medida que hemos comprobado que las observaciones que se hacen permiten mejorar el abordaje de la investigación en lo que se constituye un flujo interrelacionado de aporte y a la vez aprendizaje.

Con la presencia del Dr. Montalbán como miembro responsable de la comisión, la revista consolidó su perfil característico: la fuerte participación de los árbitros. Antaño las consultas eran más informales. Esta sistematización nos benefició notoriamente, ya que la carencia del arbitraje le resta calificación a la revista. Por otra parte, el rigor en esa materia generó un vínculo más íntimo y formativo con los autores.

La profesora Irma Gentile (IG), pediatra de dos generaciones, de presencia infaltable en el Consejo Editorial, resalta otro aspecto del arbitraje y es que «los autores no saben quién los arbitra. Preservando el anonimato se preserva también la imprescindible transparencia de los procedimientos que garantizan el juicio emitido».

El doctor Eduardo Mayans es el secretario de Redacción de la RMU y pese a su juventud, es un veterano editor de revistas médicas. Su prosa es tan concreta como los números que maneja: «La periodicidad con que se publica la RMU es prácticamente absoluta. Desde 1985 este Consejo Editorial se ha reunido quincenalmente y en los últimos seis o siete años lo ha hecho con una frecuencia semanal. Más allá de algún atraso, compensado con números dobles, se lleva casi 16 años saliendo ininterrumpidamente. La RMU es una publicación regular que ha incrementado su tiraje, expectativa y presentación de artículos originales por parte de autores nacionales, recurriendo al arbitraje para el cien por ciento de los artículos. El tiraje aumentó correlativamente, superándose desde los 9.000 ejemplares originales a los 10.500 actuales».

El miembro responsable de la comisión, el psiquiatra Ariel Montalbán (AM), ahonda en otros aspectos del arbitraje: «Hay un aspecto docente que va de la mano del tema del arbitraje. Los arbitrajes se entregan al autor, que toman las sugerencias, lo que induce un diálogo sobre parámetros calificados que llevan al enriquecimiento del trabajo en sí mismo y de su autor.

Esto no viene desde una sociedad científica sino desde el propio SMU. No se trata de los intereses de un sector vinculado a un área específica de conocimiento, ni de una corporación, sino que es el gremio en su conjunto que se da esta posibilidad, que determina sus árbitros, por lo tanto el ámbito es totalmente transparente y de esa confrontación surge un enriquecimiento recíproco.

La función integradora de la RMU

Esta colaboración entre el ámbito científico y gremial parece ir un tanto a contrapelo de la desagregación que se observa a nivel general.

AN: Puede parecerlo, pero no podemos desconocer que ha habido un debilitamiento del componente científico en el área médica. Sin pretender sustituir a nadie, el SMU ha hecho bien en tratar de estimular ese componente. En un tiempo teníamos los Anales de la Facultad de Medicina, pero hace unos cuantos años que dejaron de aparecer.

Ante esta situación, la publicación de investigaciones originales es una tarjeta de presentación. Nuestro propósito es que no sólo los uruguayos que están en el exterior y editan en publicaciones extranjeras tengan esa ventaja, sino también los connacionales que publican en una revista vernácula.

En las publicaciones científicas es central el tema de la bibliografía, de las referencias jerarquizadas que apoyan las investigaciones básicas, dando particular preferencia a la publicación en revistas arbitradas. Es particularmente gratificante para nosotros que por allí aparezca la RMU, la que está reconocida a todo nivel como revista médica arbitrada.

 
Dr. Ariel Montalbán: miembro responsable de la comisión de RMU

AM: La naturaleza gremial y científica a un tiempo de la RMU, asegura que sea el único medio que le va a dar garantías al investigador nacional, en tanto van a llegar a todos los médicos más allá de su especialidad. Es preciso evitar la dispersión que se está dando, y creemos que la RMU aporta para ello.

IG: Dispersión que no sólo desacumula en términos gremiales sino también en el aspecto científico, al perder la noción holística del hombre transformándolo en una sumatoria inarticulada de átomos.

¿Asume entonces la RMU la función de tender puentes entre los diferentes segmentos del quehacer científico?

AN: Seguramente. Una publicación de las características de la RMU condiciona a quien está encerrado en las fronteras de una especialidad, para que se despoje de las anteojeras de la hiperespecialización, para que no vea solamente lo suyo y vea como su quehacer se integra a lo que está sucediendo en su entorno.

AM: Esa tarea sólo la puede cumplir el SMU, que tiene la función natural de crear espacios de confluencia e integración que si no lo abre el gremio de todos los médicos, no los abre nadie. A través del contenido de la RMU queremos paliar los peligros del internismo dentro de la especialidad. Cuando uno sale a ámbitos donde se expone a otras disciplinas, especialidades, profesiones, es mucho más difícil y uno comienza a discutir cosas que antes quizá admitía hasta por petición de principio. La RMU genera este espacio.

AN: De allí también el consejo que habitualmente damos al investigador nacional que representa a especialidades o subespecialidades, de que si es posible procure acumular fuerzas con especialidades afines o cercanas. Es otro aspecto de la integración.

El lenguaje de la ciencia

¿Esa función integradora pasa también por la elaboración de un lenguaje unitario, que procure evitar la dispersión que, también en este aspecto, genera la hiperespecialización?

La respuesta corre por cuenta del Prof. Luis Folle (LF), cuya precisión conceptual es tan llamativa como su modestia:

«Por supuesto que esa prolijidad en los aspectos que hacen específicamente a la comunicación es privilegiada por nosotros. Por lo mismo, la revisión primaria de los trabajos por el Consejo Editorial, que tiene en cuenta el contenido general, luego la opinión de los árbitros, entre las cuales, sus respuestas ponen énfasis en el lenguaje usado y en la capacidad de transmitir, comunicar y en el contenido científico. La claridad de la exposición y la importancia que le damos a su amplitud conceptual, eso de ser una revista biomédica en un sentido muy amplio, dan a la RMU una característica multidisciplinaria que procuramos defender y desarrollar».

AN: Para un médico, la diafanidad expositiva no es un prurito estético. El rigor metodológico y la prolijidad en el estilo son decisivos a la hora de redactar el documento médico por excelencia, que es la historia clínica. Escribir es una obligación que forma parte del acto médico.

El tema de la Ética Médica es preocupación fundamental del SMU. Por lo mismo, los aspectos éticos de la investigación biomédica no podían estar por fuera de la conversación:

LF: Las normas éticas en una investigación son cada vez más tenidas en cuenta, no tanto en la etapa de juicio del trabajo sino en las fases de la investigación científica. Actualmente, casi todos los proyectos de investigación son enviados por quienes los redactan a un comité de ética, que puede pertenecer al Comité de Ética del hospital o institución donde se hizo el trabajo, de la Facultad de Medicina o de una Sociedad Científica. Nosotros, en proyectos de investigación que hemos propuesto, los enviamos a juicio del Comité de Ética de la Sociedad de Cardiología. También en determinado momento tuvimos participación en un tribunal para decidir entre varios trabajos presentados. Uno de los aspectos que consideró el tribunal fue que en determinado trabajo había una falla ética en su elaboración, aunque no grave, eso contribuyó a que disminuyera su puntaje.

Lo otro que tiene que ver con la jerarquía científica que se busca para la revista, va por cuenta de las normas de publicación. Estas son bastante exigentes y son derivadas de las normas aceptadas internacionalmente, las llamadas de Vancouver, Grupo Internacional de Editores de Revistas Médicas. En las normas hay un subcapítulo que precisamente se denomina «Normas Éticas».

Existen también normas éticas de la revista respecto a la publicación de los artículos propiamente dichos. Una de ellas es la no duplicación de la publicación. Los artículos deben ser originales, no deben haber sido publicados anteriormente salvo circunstancias que son tomadas en cuenta. Probablemente haya en un autor afán de protagonismo.

¿Por último, se puede hablar, tal cual se hace en otras áreas, de una identidad nacional en el plano de la investigación biomédica?

LF: Hay escuelas de investigación de reconocimiento mundial y que son autóctonas. Para citar algo nuestro, el Instituto de Investigaciones Biológicas, Clemente Estable está reconocido no sólo en nuestro medio sino a nivel internacional. Hay también temas de investigación que son nacionales. De esa identidad, que no se agota en la investigación biomédica, que es más vasta y adquiere un carácter necesariamente multidisciplinario, quiere ser expresión la RMU, sin dejar de tener en cuenta el mérito de otras publicaciones que concurren al mismo objetivo. Si lo logramos o no, no es un juicio que debamos emitir nosotros.

Informe para una Revista

A buena siembra, buena cosecha

Un informe de junio de 1998, daba cuenta que desde el inicio de la segunda época de la revista (noviembre de 1985) se habían publicado 33 ejemplares en 13 volúmenes y una separata, correspondiendo a la edición de 2.582 páginas; en ella participaron más de 280 autores en cerca de 250 artículos; colaboraron 113 árbitros de diversas disciplinas, fundamentalmente médicos.

Actualizando los datos al período 1994-97, el informe resaltaba la publicación de los volúmenes 10 al 13, destacando el trabajo de todos los miembros del Consejo Editorial en la confección de 12 ejemplares (tres por año) con 932 páginas de 96 artículos, en su mayoría de tipo originales (más de 80%); se presentaron en ese lapso 137 artículos, se rechazaron 16 y al momento del informe nueve de ellos estaban en lista de espera y 16 en proceso de arbitraje.

Dando fundamento objetivo a la capacidad de llegada de la revista, se citaba una encuesta realizada por Consultora Datos, de la que surgía la preferencia de los asociados al SMU por la publicación. Es bueno recordar que en cuanto al contenido de los artículos, 89% de los encuestados consideraba que era de bueno a excelente.

Asimismo, el informe daba relieve al interés de la comisión de la RMU por propiciar el relacionamiento con otras revistas biomédicas nacionales, recordando la participación de la revista en el Primer Encuentro Nacional y Regional realizado en Montevideo del 14 al 16 de setiembre de 1994, convocado por la Organización Panamericana de la Salud y en dos encuentros que posteriormente organizó la RMU con el mismo propósito, en la sede del SMU.

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