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Primer premio del concurso de poesía

Entre las letras y el bisturí

El Dr. Jorge Miranda Flieller, de 33 años, no tiene problema en compatibilizar su doble vocación de médico y poeta, pero sostiene que hay gente que «no le cabe en la cabeza» y que a veces siente que es un «inadaptado de la medicina».

por Ana Marta Martínez

¿Cuándo comenzó a escribir? ¿Cómo arranca su vocación?

Empieza hace 18 ó 20 años como una necesidad de expresión en los momentos de la adolescencia. Eran momentos románticos de la adolescencia, en épocas de la dictadura, donde no había muchas formas para expresarse. Surgió como algo muy íntimo. Siempre escribí para mí, como una forma de decirme cosas que no me animaba a decir de otra manera. Después de mucho tiempo se dio la oportunidad de participar en un concurso y ahí fue que empecé a animarme a mostrarlo.

¿Cuál fue el primer concurso en el que participó?

El primer concurso fue en el año 85 organizado por la FEUU, abierto para todos los estudiantes universitarios en el momento de la reapertura democrática. Se hizo una selección de los mejores entre cientos y se publicó una antología de cuentos y poesía y yo estaba entre los elegidos en poesía. Ese fue el descubrimiento de que yo podía ser leído por alguna gente, interpretado o que, en fin, podía interesarle a otra gente lo que yo decía. Ese fue el debut social. La primera publicación.

¿Cómo continuó?

Después lo que hice y continúo haciendo es escribir en forma de impulsos. A veces pasa mucho tiempo, meses o años, sin escribir nada y un buen día me siento o me inspiro. De todo ese material que he ido reuniendo, frente a un concurso, reúno material, lo selecciono, le invento un nombre y lo presento. En el SMU el primero que concursé fue en el de 1989. Todas las veces que me presenté al SMU gané el primer premio en poesía. En aquella época mi seudónimo fue Troika Pérez, por la época de la Perestroika de Gorbachov.

¿De dónde saca tiempo para escribir?

Se hace el tiempo, no tengo horas por día. Este último trabajo que publicó el SMU lo hice en tres días. A partir de mi vida de locura y del tiempo, el reloj, relojes, siempre relojes, vivo pendiente de la hora para todo y llegando tarde a todos lados. Montevideo se ha convertido en una ciudad de relojes, es casi obsesivo. De esto compuse unos poemas que muchos están vinculados al tema del cine o de la música. Hay un poema dedicado a Charly García que tiene que ver con lo tirano del tiempo y lo que te puede deparar y con tu propia condición de ser un inadaptado social. Yo a veces me siento un inadaptado de la medicina por eso mismo.

¿Siempre escribió poesía o ha incursionado en otros géneros?

Únicamente poesía. Las veces que traté de hacer narrativa es un mamarracho que me da vergüenza. Lo que escribo lo definiría como algo coloquial bajo forma de verso.

¿Tiene la medicina puntos de contacto con la escritura?

Para mí no es excluyente una cosa de la otra. Los médicos somos muy incultos, estamos únicamente metidos en la medicina y luego de empezar a trabajar cada vez más, dedicamos menos tiempo a otras cosas. Por mi parte siempre me hice mi tiempo para eso, la llevo bien. En algunos momentos se puede alimentar la poesía de la medicina, pero no ocurre que la medicina se alimente de la poesía. No veo esa relación de reciprocidad. No me he puesto lírico en la medicina, no me lo permitiría el establishment de la medicina.

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