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Proyecto impostergable

Centro Médico en ceremonia de Facultad

Con un fuerte alegato en favor del proyecto Centro Médico, el decano Eduardo Touya presidió la ceremonia de fin de curso de la Facultad de Medicina del año lectivo 1996. Touya señaló «la necesidad de trasmitir de la mejor manera a la sociedad la importancia que tiene el Hospital de Clínicas, tanto para el crecimiento de la Facultad, para optimizar la investigación científica y crear políticas de salud realistas».
Lo acompañaron Mario Wschebor, Fernando Mañé Garzón, Rafael Radi y Carlos Batthyany.

En un claro mensaje a la clase política, Touya reiteró su reclamo de autonomía para el Clínicas. «No por el simple capricho de ser independientes, sino para crear un centro acorde con las necesidades de sus pacientes, que actúe con la eficiencia que requiere el desafío de la integración».

Se mostró confiado en que «el actual proceso debiera llevar a la concreción de la inversión y las reformas institucionales, administrativas y otras que se requieran para que el hospital supere su grave situación actual».

Touya reafirmó el carácter universitario del futuro centro y sostuvo que «el espectro de usuarios estará constituido por un sector de la población del área metropolitana beneficiaria de ASSE, que se procurará determinar a los efectos de facilitar la atención ambulatoria y la continuidad de la asistencia(...). A beneficiarios del interior del país en su centro de referencia, al igual que a todas las personas que demanden los servicios del hospital, independientemente del tipo de cobertura».

«La actividad asistencial tendrá la posibilidad de diversificar sus fuentes de financiamiento, pero seguirá siendo responsabilidad del estado proporcionar los recursos necesarios para asistir a la población dependiente de ASSE».

Confió en la posibilidad de un funcionamiento autónomo, la obtención de recursos propios, mejorando además la formación profesional de los estudiantes que allí presten servicios, adaptados a las nuevas exigencias de la medicina».

Touya indicó la necesidad de conservar el actual edificio, adecuándolo a las necesidades del futuro centro y la optimización del carácter de institución universitaria. «Se mantendrá el modelo asistencial orientado al usuario con garantía de máxima calidad, eficiencia, integralidad, agilidad y continuidad del proceso asistencial, incluyendo sus prestaciones de alta tecnología y complejidad».

«A través de este modelo asistencial de máxima calidad se constituirá un organismo que formará mejores recursos humanos para la salud y se apoyará la descentralización del servicio dentro de un marco normativo que asegure la autonomía de gestión permanente dentro de la Ley Orgánica universitaria».

Touya fundamentó la iniciativa en «la factibilidad real de una refundación del Hospital en su proyección hacia el próximo siglo, en el marco de los cambios epidemiológicos, demográficos y de integración regional».

La consideración del proyecto Centro Médico se originó en la sesión del Consejo de la Facultad de Medicina del 8 de agosto de 1994.

«Muchos políticos creen que la ciencia no importa»

El Decano de la Facultad de Ciencias, Dr. Mario Wschebor, planteó una visión crítica de la vida científica en el país al opinar que «se precisa una sensibilidad más fina de los sectores políticos para provocar una verdadera refundación universitaria».

Sostuvo que «para fortalecer la ciencia dentro de la estructura terciaria es imprescindible emprender una historia que se escribirá en cuatro grandes capítulos: convencimiento, consolidación, programación y formación (autofor-mación). Pero se trata de una historia que aún no cuenta con un camino abierto».

Informó que nuestro país cuenta con 1.800 investigadores, de los cuales 800 están sometidos al multiempleo. De los mil en régimen de full time, el 75% cumple funciones en la Universidad y el 25% en entidades privadas; mientras que entre los multiempleados el 81% corresponde a la alta casa de estudios.

Sostuvo que «la tarea más difícil de este proceso es convencer. Convencer al poder político de que la ciencia también le puede servir, convencer a los sectores económicos para que arriesguen sus inversiones y, finalmente, convencer a los propios estudiantes de que la tarea no es inútil».

«Es muy difícil desarrollar una investigación en ciencias básicas cuando el país le dedica el 0,35% de su PBI (un 0,5 según el gobierno). Se trata de una cifra inexistente si la comparamos con los países desarrollados, pero también mucho menor a otros de la región con cierta pujanza, como Brasil o Chile», anotó.

Desde su punto de vista «pequeñez física del país y escaso apoyo económico, no son los únicos escollos para el desarrollo de las ciencias básicas. En nuestro país existe una creencia oficial de que la ciencia no es importante. No le interesa al gobierno. Tanto es así, que el propio Presidente Sanguinetti, siempre preocupado por el arte, ha demostrado una insólita indiferencia frente a cualquier proyecto científico. Los científicos sufrimos casi que un desprecio de los sectores del pensamiento económico más influyentes del país».

Para Wschebor «consolidar significa seguir el camino de ese ilustre hombre de ciencia, formado en la Facultad de Medicina, que fue el Dr. Caldeyro Barcia. Consolidar es brindarle una oportunidad a los más jóvenes de que puedan sentir el gusto por la ciencia, para que puedan soñar con ser investigadores».

 

«Ojalá no paramos un ratón»

Explicó que «también es imprescindible una programación adecuada para que la ciencia ingrese a todos los niveles de educación, aun los más tempranos. Desde ya creo que marginar al científico profesional del proceso educativo es un grave error del sistema. Por el contrario, se debiera conseguir toda la información posible sobre su trabajo, para trasmitirlo a los más jóvenes. El primer gran programa específico de cualquier país, y eso lo saben las naciones desarrolladas, es educar».

Indicó que «la universidad precisa una transformación de fondo, aunque siempre se corre el peligro de los cambios gatopardiados. De eso sabemos mucho los decanos».

«Se precisan cambios urgentes en el gobierno universitario que permitan superar los problemas actuales de mal funcionamiento. Se precisa abandonar la histórica línea corporativa, que hace de algunas carreras las preferidas de todos y de otras prácticamente indeseables».

Recordó que la estructura universitaria vigente «es similar a la de 1908. Es cierto que sufrimos un traumático período de diez años de intervención, pero desde 1985 a la fecha no tenemos noticias de intención alguna de cambios. Y el gran problema es que la estructura sigue chocando con la realidad y eso la lleva a las contradicciones y, finalmente, al fracaso».

Wschebor sostuvo que «ya no existen las carreras que empiezan y terminan. La formación universitaria se ha transformado en un proceso continuo. Pero para cumplir con este objetivo se precisa cambiar de verdad. Adecuar las carreras a la realidad del país, multiplicar las carreras politécnicas y cortas, descongestionar las materias tradicionales y capacitar mucho, para enfrentar el desafío que trae la modernidad. Ojalá que la montaña no para un ratón y que los cambios en la universidad se cumplan dentro de un plazo no mayor a los diez años. De lo contrario nos mantendremos en el actual proceso de involución».

El titular de la Facultad de Ciencias dijo que acompaña «en cuerpo y alma el proyecto de reconversión del Hospital de Clínicas. ¡Cómo no lo voy a acompañar si creo fervientemente en el papel de nuestro viejo y querido hospital en el desarrollo de la investigación biomédica!

«Fundación Pérez desarrolla mejor investigación médica»

El Dr. Rafael Radi, del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina, recibió recientemente el Premio de Trieste que se otorga anualmente a investigadores de áreas de Biología, Química, Física y Matemática.

Radi recordó que había recibido la distinción «en representación de los grupos que hace once años se crearon en la Facultad. Por eso vale señalar que también recibieron cuatro menciones especiales los investigadores Raúl Cruz y José Luis Peña, del Departamento de Fisiología».

El docente laureado explicó que «son tres los puntos de mayor atención para marcar un camino positivo en favor de la ciencia: realzar el papel de la investigación, buscar instrumentos para impulsar la pesquisa en temas de medicina y buscar soluciones para áreas actualmente deficitarias».

Reconoció que en Uruguay «existe una comunidad científica de buen nivel, consolidada por la publicación de algunos trabajos de frontera de conocimiento en revistas internacionales arbitradas que además participa en congresos internacionales de primer nivel y recibe a profesores visitantes que llegan a la Facultad de Medicina y que no solamente vienen a aprender. Con esto quiero decir, claramente, que hemos superado un fuerte complejo de inferioridad». Señaló que en Medicina hay más de mil docentes pero que «son cada vez menos los que se dedican a la investigación. En estos momentos tenemos grupos ya consolidados, pero también los hay incipientes e insuficientes. Estas diferencias hacen imprescindible la creación de estrategias de trabajo a mediano y largo plazo que permitan unificar criterios y homogeneizar niveles técnicos».

Para Radi la Facultad de Medicina «debe buscar líneas de acción con vistas a 15 ó 20 años y no solamente para la coyuntura de un trabajo publicado o un congreso, en los cuales difícilmente seamos competitivos a nivel de investigadores internacionales».

No obstante reconoció que «la Facultad también tiene la obligación, a más corto plazo, de mejorar su calidad de docencia y asistencia clínica por lo que entendemos que la gran solución para el problema de los investigadores es la Fundación Manuel Pérez».

La Fundación Manuel Pérez es una entidad de la Facultad de Medicina, regida por el derecho privado y dirigida por el propio decano, creada por una donación de Manuela Rodríguez.

«Los investigadores nos hemos reunido recientemente como miembros de la fundación para estudiar las líneas de acción a seguir en busca de un proyecto concreto de desarrollo científico para la Facultad de Medicina. Por eso creemos que 1997 es el año de lanzamiento de la fundación como centralizador de las pesquisas en áreas médicas».

Opinó que «la falta de desarrollo científico sostenido se debe, principalmente, a que la mayoría de los investigadores no tiene dedicación exclusiva. Es muy difícil pensar en una ciencia uruguaya en serio cuando la norma es el pluriempleo con una terrible sobrecarga de trabajo asistencial y docente».

En opinión de Radi «la Facultad debe apostar a la dedicación profesional. Investigar no es una tarea para el tiempo que sobra de la docencia o la clínica. Se precisa de un método, disciplina y alta profesionalidad. La única forma de alcanzar esta meta es capitalizando la Fundación Manuel Pérez».

Desde su punto de vista «sería un gran impulso la creación de un posgrado en investigación biomédica que permita la formación de los famosos 'md' o 'phd' que tanto llegan a nuestro país desde los Estados Unidos y Europa».

Estudiantes en cargos docentes de grados 1 y 2

El docente y directivo de la Asociación de Estudiantes de Medicina (AEM), Carlos Batthyany, recordó que los 81 años de la entidad, cumplidos en diciembre del año pasado, «encuentran a la Facultad frente a un desafío complicado, lleno de problemas, pero que augura un futuro venturoso, si se cumplen las metas establecidas. El proyecto Centro Médico es una gran iniciativa, y merece todo nuestro apoyo, institucional y personal».

Propuso una mayor integración de los estudiantes en las cátedras de la carrera mediante el ingreso a cargos de grado 1 y 2. «El Dr. Radi nos contaba una idea muy interesante, utilizada en Europa y Estados Unidos. Los estudiantes que se quedan sin materias para rendir en verano son contratados como investigadores por dos o tres meses. Los muchachos ganan un salario, aprenden la metodología y comienzan a desarrollar ideas novedosas que luego son profundizadas por equipos profesionales».

Batthyany recordó una frase del Profesor Fernando Mañé Garzón al señalar que «no se concibe un pueblo que solamente se nutra científicamente de otros. Dejaría de ser nación para transformarse en colonia. Una nación produce su propio arte y su propia ciencia, su propia cultura científica, y luego la comparte con otras culturas».

Definió la investigación científica como «una forma idónea de mejorar la calidad de vida de los pueblos». Recordó también una reflexión del ex decano Pablo Carlevaro: «Presentarse a un concurso de facultad y aspirar a un cargo docente –decía Carlevaro– significa un salto cualitativo en el crecimiento de nuestra carrera como médico. Nosotros estamos de acuerdo con este pensamiento, por eso señalamos que el método de formación de buenos médicos se basa en tres pilares: clínica, docencia e investigación».

No obstante, realizó una crítica a la actual estructura de la Facultad «ya que forma solamente médicos clínicos, relegando la investigación biomédica».

Batthyany estuvo de acuerdo con su colega Radi, al subrayar la importancia de la Fundación Manuel Pérez en el estímulo de la investigación biomédica. Se trata de un organismo capaz de consolidar investigadores, con una estructura muy poco burocrática, por eso solamente merece todo nuestro apoyo».


Verdadero clamor popular
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Fernando Mañé Garzón: «se nota un verdadero clamor popular en
favor de la transformación del Hospital de Clínicas»

Reiteró además que «es imprescindible la concreción del proyecto Centro Médico. Se trata de una verdadera necesidad, tanto para elevar la calidad de enseñanza de la Facultad como para mejorar el sistema de salud uruguayo».

Recordó el «emotivo momento de colocación de la piedra fundamental del Clínicas, hace ya 66 años. Hoy enfrentamos una nueva cultura de la enseñanza universitaria y nuevas necesidades de políticas de salud. Tanto en aquel momento como ahora, es fundamental la existencia de un hospital universitario».

Mañé Garzón apoyó las consideraciones generales del Profesor Mario Wschebor sobre «las cuatro bases que necesita la ciencia para su desarrollo independiente: convencer, consolidar, programar y transformar. No hay dudas de que por ese camino alcanzaremos los objetivos que tantas veces nos planteamos».

Opinó que «el futuro Centro Médico debe concebirse como un gran generador de políticas de salud que cubra las necesidades de todos los estratos sociales del país, según sus posibilidades».

Señaló que «en principio, los hospitales se crearon como piadosos centros asistenciales; por eso los nombres de aquella época: caridad, piedad, misericordia. A partir de 1915 la tendencia comenzó a cambiar en los Estados Unidos, en base a un criterio de servicio totalizador y una nueva solidaridad llevada también a la enseñanza universitaria. Es dentro de este último concepto que se crea el Clínicas, sintetizando la necesidad de asistencia, docencia e investigación».

No obstante reconoció que «los tiempos modernos han traído nuevos ideales, de la mano de la urgencia por avanzar en las investigaciones físicas, químicas y biológicas. ¿Podemos darnos el lujo de tirar ese gran capital que significa un hospital universitario? Claro que no».

Sostuvo que «la evolución del Clínicas es fundamental en un cambio definitivo de estadio de la ciencia. Debemos pasar definitivamente de un concepto colonial de ciencia, que acepta todo lo que le llega desde los países centrales sin una investigación propia, hasta uno más completo e independiente. La ciencia occidental se basa en la evolución. Los conocimientos más acabados se crean y practican en un medio cultural y luego se comparten con el resto del mundo en busca de su ratificación. Creo que esa es la idea que defienden los impulsores del proyecto Centro Médico».

Recordó una frase del célebre pensador español Ortega y Gasset: «Cultura es vivir el tiempo que nos toca, decía. Hoy día nos toca vivir una cultura científica con su implícito pensamiento lógico. Ese es el desafío que enfrentamos los universitarios uruguayos».

Se remitió a otro gran pensador e investigador, Clemente Estable: «Hace 50 años, don Clemente decía que sin ciencia independiente un país no merece llamarse tal».

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