ADVERTENCIA: El recurso que está visitando fue creado hace mucho tiempo y no ha sido revisado recientemente. Se mantiene como acervo de la Institución pero tenga en cuenta que puede contener información no relevante o desactualizada.

por Ana Marta Martínez

Avellanal, Carlevaro, Castillo, Rodríguez, Rubio, Ruiz, Somma y Tálice

Fuera de consulta III

Fuera de Consulta III es una exploración periodística donde Silvia Scarlato combina historia oral y literatura para acercarnos a médicos connotados en su dimensión de personas.
Una excusa para mirar nuestro pasado reciente y acceder a ocho historias de vida que proyectan múltiples reflexiones.

La iniciativa de rescatar la memoria de médicos que sentaron las bases para el desarrollo de la disciplina en nuestro país provino del Sindicato Médico del Uruguay. El Dr. Antonio Turnes, administrador general del smu, encargó la tarea a Silvia Scarlato, quien realizó numerosas entrevistas que fue compilando en sucesivas entregas. En ésta, la tercera entrega, los médicos entrevistados fueron: Roberto Avellanal Migliaro, Pablo Carlevaro Bottero, Luis Alberto Castillo Malmierca, Laura Rodríguez Joanicó, Roberto Rubio Rubio, Selva Ruiz Liard, Raúl Somma Moreira y Rodolfo Tálice.

Mirar de nuevo lo conocido

En la presentación del libro, dio la bienvenida el Dr. Juan Carlos Macedo, quien luego de dos breves conceptos presentó a los panelistas: «El smu entiende como actividad gremial natural el dar a conocer este tipo de libro que no se inscribe en una especificidad determinada sino en el campo de la literatura. Los libros siempre tienen algo que decir y el de Silvia tiene mucho».

El Dr. Sergio Villaverde explicó que su presencia obedecía al pedido de la autora y a la circunstancia de que conocía a la mayoría de los médicos que componen esta entrega: «Hay una impronta generacional que ubica a los entrevistados en una misma época, son los docentes de mi época de estudiante, salvo el Dr. Tálice», dijo.

«desde 1831 la actividad médica no ha hecho más que crecer»

«El libro es un texto periodístico donde la autora relega su papel a breves introitos y a preguntas mesuradas y austeras que van hilvanando las historias personales de los entrevistados y dejan aflorar lo sustantivo, como debe ser», juzgó. Citando a García Márquez y su consejo sobre la frase inicial del relato, leyó varias del libro exaltando su riqueza descriptiva: «Fusionando con riqueza expresiva elementos espaciales y personales, la autora genera un ámbito intimista que precede su entrevista con Selva Ruiz Liard –ejemplificó–. A partir de estas frases Silvia me ha permitido ‘ad-mirar’, es decir, recrear y enriquecer mi mirada sobre personas cercanas. Muchas veces afirmando rasgos conocidos y otras descubriendo algunos no vistos hasta ahora, como los ademanes suaves que acompañan a Raúl Somma o el gesto adusto que precede la sonrisa de Luis Castillo. Esta capacidad es propia de la literatura, por esto te pido afectuosamente que asumas tu condición de escritora junto a tu reconocida aptitud periodística para que puedas devolvernos por la ficción toda una etapa tan rica y fascinante de nuestra medicina fuera de la consulta».

El país posible

El licenciado en Historia Alejandro Rial sucedió a Villaverde en el uso de la palabra y anunció que dividiría en dos partes su intervención con relación a los dos puntos de vista que la historia puede aportar para comentar el libro. En primer término se refirió a la historia como contexto de los protagonistas, luego a las posibilidades que brindaba el material desde el punto de vista historiográfico.

«La mayoría de los médicos entrevistados fueron jóvenes estudiantes en la década de los cuarenta y cincuenta, cuando el mundo superaba la segunda guerra mundial. Seguramente la lucha contra el nazifascismo impregnó su vida. Por la democracia, contra el fascismo, aquello era una lucha entre el bien y el mal, una lucha ética y así era presentada. Poco tiempo después nuestro país empezó a vivir la época del ‘Uruguay feliz’ o la Suiza de América. Un político batllista de aquella época acuñó la frase ‘como el Uruguay no hay’, evidentemente una concepción del país posible y así fue sentido por esta juventud. Poco tiempo después de este Uruguay próspero, la palabra prosperidad comenzó a ser cambiada por la palabra crisis y aquel Uruguay posible pasó a ser el de las dificultades. En medio de ese cambio muchos de los médicos tuvieron una gran participación por la aprobación de la Ley Orgánica universitaria. El Uruguay posible y solidario fue luego el de los enfrentamientos y después da paso a un Uruguay mucho menos solidario, más individualista y egoísta. En medio de este avance del individualismo la profesión médica fue sometida a altas presiones de responsabilidad ética».

«Desde el punto de vista historiográfico –continuó–, cabe resaltar cómo se abre camino en nuestra sociedad la aceptación del conocimiento de nuestro pasado a través de visiones personales. Tenemos mucho que aprender de esto, que la historia no sea ya contada por un especialista ‘neutral’ sino relatada por los participantes. Es una forma distinta de acercarnos al pasado. De este libro se desprenden nuevas posibilidades de investigaciones históricas, como pueden ser las creencias, las supersticiones, las miserias materiales y espirituales de la gente y el tema de la vida y de la muerte. Dos elementos que los médicos deben conjugar en su actividad en forma tan permanente».

Para concluir, el licenciado Rial se refirió al papel de la autora: «El rescate de la memoria individual y colectiva y el valor de la historia oral no dependen sólo de los entevistados sino de quién hace las preguntas. Silvia supo preguntar y de allí la belleza y riqueza del material».

Vocaciones energizantes

El Dr. Fernando Mañé Garzón, Profesor de la cátedra de Historia de la Medicina, comenzó recordando que el primer médico obtuvo su título en 1831: «Desde entonces, la actividad médica no ha hecho más que crecer».

Prosiguió rememorando los comienzos de la enseñanza curricular de la medicina en 1875: «Nuestra Facultad, en sus comienzos contó con profesores extranjeros de alta calidad. Éstos eran los

llamados ‘precursores’ que luego fueron sustituidos por la primera generación de médicos uruguayos llamados ‘fundadores’: Pedro Visca, Francisco Soca, Alfredo Navarro, Enrique Puey, Alfonso Lama, Juan B. Morelli».

El Dr. Mañé Garzón repasó minuciosamente las siguientes generaciones de profesionales y describió cómo éstos fueron creando las distintas escuelas docentes, «siempre con espíritu generalista y humanista». Luego de la segunda generación de médicos docentes «se define una línea ideológica de la medicina uruguaya, que es una de sus características. Aparece toda una estructura gremial, docente y social de enorme jerarquía». Recordó entonces los nombres de Carlos María Fosalba, Mario Cassinoni, Augusto Turenne y José V. Gomensoro. «Ese compromiso social priorizó la parte ideológica pura, sin adecuarse a la política partidaria, en la promoción asistencial, docente y la investigación. Esa conjunción de valores es uno de los hechos más salientes que se renueva en estas semblanzas que estamos comentando», afirmó.

una generación que con singular gallardía sigue esforzándose en pos de sus ideales

«Silvia Scarlato, mostrando una riqueza singular, presenta esta muestra de una generación que con singular gallardía sigue esforzándose en pos de sus ideales. De todos ellos surge la vida, individual, creativa, fecunda, fruto de un esfuerzo que no es tal al estar energizado por una resuelta y persistente vocación. Luego de su lectura podemos captar las distintas tendencias de estas vocaciones, unos hacia la investigación, otros hacia la asistencia, pero a ninguno de ellos se le puede reprochar la falta de compromiso en un sentido humanista, libertad, saber, bondad y justicia», sostuvo.

Escuchar con el alma

Por último, le tocó el turno a la autora.

Silvia Scarlatto dijo sin dudar: «Ha sido un verdadero privilegio tener la posibilidad de explorar en la vida de tantos hombres y mujeres nutridos de experiencia y sabiduría de muy diverso orden, no solamente en el campo de las disciplinas médicas».

«He disfrutado mucho esta tarea que podría definir como de exploradora y de portavoz a la vez. Exploradora de perfiles humanos de una riqueza excepcional, de seres entrañables que con una profunda generosidad se entregaron en estos encuentros a una especie de viaje a través del espacio y el tiempo», agregó.

«Algunas veces encontré resistencia por parte de los entrevistados. No siempre fue bienvenida la idea de un reportaje, quiero decirlo porque fui la única testigo que argumentando el espíritu de esta labor los insté a llevarla adelante. Si hubo un motivo que generara en ellos esa resistencia a priori fue precisamente esa sensibilidad excepcional de quienes anidan más allá de sus logros una profunda humildad. Esto nos está hablando de hasta dónde tuvo que llegar la generosidad porque debieron sobreponerse a esa antipatía previa para entregar un aporte de carácter intimista a un colectivo», dijo Scarlato.

Como parte de su rica experiencia acotó: «Con unos costó un poco más y con otros fue más sencillo, pero todos comprendieron la propuesta que va más allá de los individualismos y personalismos aunque está sustentada en ella. La riqueza está en esa pluralidad de experiencias y diversidad de enfoques y reflexiones de hombres y mujeres que han recorrido todos ellos caminos de un fuerte compromiso con la profesión, pero fundamentalmente con la vida misma. Quiero agradecerles a todos ellos su esfuerzo y su entrega. Si hubo algo que aprendí en esta tarea, entre las muchísimas enseñanzas que me deparó, fue ese sutil camino que implica aprender a escuchar y a interpretar no sólo la voz sino cada gesto, no sólo las palabras sino también los silencios, y en definitiva esa búsqueda que nunca se acaba de aprender a escuchar con el alma».

/