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por Armando Olveira

Una relación que va a más

Médicos que hacen prensa (II)

Una encuesta publicada en Estados Unidos se basó en dos preguntas sobre atención de la salud: ¿De dónde recoge información? ¿Cómo toma la iniciativa de atención? La sorpresa fue grande cuando se supo que sólo 25% de la población se informaba por consulta directa con el médico. Otro 25% por consejos de amigos y familiares y 50% por medio de la lectura de artículos de la «Medical Press», publicada en los grandes diarios y revistas de circulación nacional.

Aunque sin tanta influencia, al menos aparente, los médicos periodistas uruguayos ocupan los principales espacios de comunicación, tanto a nivel nacional como internacional. En esta segunda parte del informe fueron entrevistados los doctores Julio Kauffman, Víctor Soriano y Ezio Francéscoli, responsables de columnas y páginas especializadas del matutino El País.

Dr. Julio Kauffman (El País)

«No al consultorio de papel»

El Dr. Julio Kauffman escribe desde 1981 la columna «Crónica Médica» que edita regularmente el diario El País. Desde su punto de vista, «es esencial que un divulgador sepa atrapar a sus lectores con temas que atraigan la atención y muchos datos concretos».

Sus temas preferidos «tienen siempre una fuerte connotación social: discapacidad infantil, embarazo y parto, farmacología, medicina social y prevención».

Kauffman sostuvo que «hacer prensa no significa poner un consultorio de papel, sino brindar una orientación que apoye la tarea más importante del médico: la atención primaria y el mantenimiento de la salud».

Desde hace 16 años publica un promedio de cuatro trabajos semanales. «Los guardo como una colección sagrada, no son menos de dos mil», aclaró.

Respecto a la repercusión de sus notas, dijo que «es tan sorpresiva como enorme. Recibimos muchas cartas proponiendo temas y planteando necesidades. Son numerosos los lectores del interior y en ese sentido hemos planificado la tarea».

Según Kauffman «la gente lee poco, por eso también se debe escribir poco pero conciso y concreto. En el interior hay muy poco acceso a fuentes directas y ello hace que debamos emplear un lenguaje contundente».

Kauffman fue durante 31 años responsable de policlínica del Centro de Enfermedades del Aparato Digestivo y Nutrición del Hospital Maciel. «Este dato no es menor, porque brindaba una experiencia humana y profesional enriquecedora que merece ser llevada a las columnas», afirmó.

«La experiencia demuestra que el paciente visita al médico para resolver problemas que, muchas veces, trascienden el ámbito de la salud. Más allá de aceptar que todo tiene un límite, nuestra obligación es dar un apoyo y saber cómo manejarnos. Yo no tengo miedo de admitir que soy un profesional que se manejó con mucho boliche. Por eso escribo con esa idea básica, aunque los tiempos han cambiado. Antes, el diario era religiosamente leído en el boliche por un montón de personas. Hoy día, en cambio, el dueño del boliche compra el diario pero los muchachos se le van para McDonalds», dijo por último. n

Dr. Víctor Soriano (El País)

Decano de la prensa médica

El profesor Víctor Soriano se define a sí mismo como un comunicador vocacional, «siempre atento a una actividad gratificante como la prensa». Su primer trabajo, siendo todavía estudiante, fue como cronista deportivo de los diarios La Razón, El Siglo y El Telégrafo, desde 1929 hasta la culminación de su carrera como médico general y neurólogo. «Tengo recuerdos hermosos de aquella época romántica, ya que conocí a deportistas de la talla de Nasazzi, Scarone y Gestido, entre otros. Fue una experiencia verdaderamente maravillosa», afirmó.

El Dr. Soriano inició su tarea de divulgación médica en el diario El País, en 1940: «Mis primeros artículos fueron sobre temas de salud muy vinculados a la cultura general, pero al poco tiempo se hizo una página de Medicina en la que participé».

Luego pasó a La Mañana, donde escribió sobre psicología infantil en sus suplementos, retornando a El País, para retirarse nuevamente con destino al diario El Plata. Sus columnas sobre neurología en el diario El Día son recordadas por distinguidos profesionales de la época.

Soriano sostuvo que un artículo de divulgación médica «debe contener buena información, ser explícito y concreto. Siempre me preocupé por la claridad, ya que los lectores de un medio masivo son de muy distinto nivel cultural y educativo».

En 1977 retornó a El País, en el que realiza una columna llamada «Panorama Científico»: «Allí se tratan temas de medicina de avanzada e interés general relacionados con la salud. En este caso, los trabajos no sólo tienen en cuenta a lectores no especializados, sino también a los propios médicos interesados en recoger información».

En principio, la columna de Soriano se editaba los sábados en la página editorial del matutino, pero desde hace algunos años cambió para los domingos.

«Nunca abandoné el interés por escribir, en forma paralela a las columnas, sobre temas no médicos: astronomía, arte, cultura y viajes, entre otros», dijo.

Una vida novelesca

Soriano nació en 1909 en la tan lejana como sugestiva isla Rodas, por entonces propiedad de Italia, pero actualmente parte del territorio de Grecia. A los nueve meses llegó con sus padres al Uruguay, su país adoptivo.

Es miembro de honor de la Asociación Americana de Neurología y editor de una publicación especializada que recorre las principales universidades y centros médicos del mundo: Revista Internacional de Neurología. Alumno del profesor Américo Ricaldoni, es Profesor Emérito de la Clínica de Neurología de la Facultad de Medicina desde 1974.

Entre 1974 y 1977 culminó una beca en la Universidad de Columbia, bajo la supervisión del célebre neurólogo estadounidense John Fulton, a quien señala como su segundo maestro luego de Ricaldoni.

Desde hace algunos años, la Asociación Americana de Neurología denominó una de sus charlas anuales como «Soriano Lecture», en reconocimiento a su tarea académica y profesional. n

Dr. Ezio Francéscoli (El País)

«Sé poco de enfermedades y escribo sobre salud»

El Dr. Ezio Francéscoli dirige desde hace tres años la página «Ante todo la Salud», que se edita mensualmente en el matutino El País. Funcionario de carrera del msp, exdirector de asse, trabaja en esa empresa editora hace más de treinta años.

Dr. Francéscoli, ¿se puede decir que usted es un comunicador reciente y tardío? Comenzó en 1993.

Es verdad, mi trabajo en esta materia es relativamente reciente. No obstante siempre me gustó y creo conocer muchos de sus aspectos sustanciales. Soy funcionario del diario El País desde antes de recibirme de médico. Hace muchas décadas que estoy vinculado a la vida de los periodistas, como administrativo primero y técnico después. Pero, luego de jubilarme de asse, al quedar con la manos liberadas del Ministerio, me decidí a cumplir con un viejo sueño.

¿Reconocía la incompatibilidad de ser funcionario y divulgador en forma simultánea?

Claro. No me pareció ético escribir sobre salud mientras tenía un cargo de responsabilidad pública y contaba con todo un aparato a mi favor. Jamás hubiera sido analista de temas tan delicados de los que era parte. Ahora trabajo como médico y periodista en El País. Así, entre comillas, porque sería un atrevimiento considerarme como tal (se ríe).

¿Cuáles son sus temas de cabecera?

La página se basa en un objetivo muy bien delineado. Tratamos de hacer algo distinto de lo de otros colegas, al abordar exclusivamente los diferentes aspectos de la salud. No tocamos, por ejemplo, temas relativos a la enfermedad.

La experiencia del Ministerio me permite decir que no todos los médicos y funcionarios, y menos aún la población en general, saben bien qué es la atención primaria de la salud. Me refiero a la comprensión de cuestiones tan importantes como el financiamiento, administración de servicios o políticas de salud.

¿Qué significado tiene hablar de salud en contraposición con enfermedad?

Queremos que nuestro perfil sea la difusión de temas que le sirvan al que no está enfermo. Uno nota que las enfermedades (sida, hantavirus...) venden muchos diarios y reciben demasiada atención. Nosotros optamos por ingresar a la comunicación por el lado opuesto: ofrecer salud.

¿Algún tema particular dentro de los generales?

Por ejemplo, nos preocupó mucho el cambio de mentalidad demostrado por el Vaticano ante el desarrollo de la investigación científica y la tarea del médico. Creo que ahora la Iglesia es más comprensiva con la ciencia.

¿Qué repercusiones recibe de su trabajo?

¡Vaya si llegan! No tanto por mérito propio, sino por la grandeza de un medio tan fantástico como es El País. La cantidad de lectores es incalculable. De eso no hay dudas. Un ejemplo claro fue un informe sobre el código bromatológi-co, que se aplica tan poco en Uruguay.

Mencionó la palabra periodista entre comillas. ¿Acaso no se siente un comunicador?

Sí, entre comillas y riéndome. No, no me siento ni periodista ni comunicador. Soy simplemente un médico que siente la obligación social de transmitir una experiencia de 28 años en un ministerio tan rico como es el de Salud Pública.

Sus páginas tienen una sección muy interesante, llamada «Blizter». No tiene nada que ver con el enfoque global...

El blizter está pensado hasta con cierto sentido del humor. Son chismes, pequeñas historias, comentarios, cablecitos. No muy sesudos, pero casi siempre amenos e interesantes.

¿Lee a sus colegas?

A todos, y me encanta. Está muy bien lo que se hace en nuestro país por la divulgación de la medicina. Claro que lo nuestro es distinto. Como yo no sé de enfermedades, escribo sobre salud.n

El Presidente que no fue

Una de las anécdotas más impactantes de la vida del Dr. Soriano fue la posibilidad más que cierta de haber llegado a la Vicepresidencia de la República en las elecciones de 1967.

Como amigo personal y fiel seguidor político del general Óscar Gestido, participó directamente de la campaña electoral que lo llevó a la Presidencia por una fracción del Partido Colorado.

«En verdad, no había muchas ilusiones de ganar, hasta tal punto que no se había designado un vicepresidente y tampoco había muchos candidatos. Una tarde vino a verme Gestido y me ofreció que lo acompañara en la fórmula, honor que no acepté por falta de tiempo y porque no me veía para tal candidatura.

El devenir de los hechos quiso que la posibilidad se le presentara a Jorge Pacheco Areco, quien aceptó. Bueno... el resto de la historia es bastante conocida por todos», concluyó.

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