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La divulgación de temas de medicina se mide en millones

Médicos que hacen prensa (III)

El Dr. José Portillo sostuvo que «el SMU debería citar al Consejo Arbitral a los colegas que usan y abusan de espacios en medios de comunicación con fines mercantiles. No son muchos, se los ve en algunos programas del Canal oficial. Dan algunos consejos y publicitan sus consultorios». ¿Cómo fue su vínculo con los medios?

por Armando Olveira

José Portillo (Relaciones)
«Algunos colegas comercian con su imagen en los medios» ¿Cómo fue su vínculo con los medios?

No fue planificado, por el contrario, tuvo mucho de fortuito. Tomé contacto con periodistas y medios a raíz de diversas actividades académicas y gremiales, en 1984, en la salida democrática. Empecé como entrevistado de varios espacios y acompañando a un notable como es Giovanni Berlingeri, el gran profesor italiano. Así surgieron algunas oportunidades, como por ejemplo el caso de CX-30, en el programa de la mañana de Jorge Arellano. Nos integramos al plantel para dar un enfoque social, no tanto político, de temas cotidianos, en mi caso sobre la salud. Allí estuvimos alrededor de dos años, tratando de hacer algo más didáctico que técnico sobre temas generales del momento: biomedicina, políticas de salud, etcétera. Resultó una experiencia muy rica. Al principio pensé que no iba a concitar mucho interés, pero comprobé que hay una gran avidez de la gente por información sobre temas de salud. Considero muy satisfactoria esta primera experiencia, en particular por su repercusión pública. Desde el comienzo intenté aportar elementos que ayudaran a la socialización del conocimiento médico.

¿Cuál era su enfoque?

Me encantaba desenmascarar las grandes mentiras que aparecen en los medios. Me interesaba dar un punto de vista técnico sobre noticias del mundo de la medicina que generan un conjunto de expectativas y que, muchas veces, no tienen un asidero real. Por ejemplo, es bueno conversar sobre los grandes despliegues de supuestas curas del cáncer o el SIDA, casi siempre financiados por intereses multinacionales. ¿Cuántas veces leímos u oímos sobre drogas que podrían curar el cáncer? Un disparate absoluto. Lo cierto es que se presenta como gran solución una investigación preliminar o una sustancia que puede servir para un aspecto muy parcial de la enfermedad. Y la gente llama muy entusiasmada para que uno comente sobre las posibles soluciones del problema. Me apasionaba y me apasiona desenmascarar esas mentiras.

¿Y en la prensa escrita?

En la actualidad colaboro con Relaciones, un mensuario intelectual. No tendría inconveniente tampoco, si tuviera la oportunidad, en colaborar con cualquier medio masivo. También tengo una pequeña participación en revistas ecológicas como Alfaguara y Tierra Amiga. Relaciones es un excelente medio teórico y conceptual. Tuve la suerte de que su director me invitara a colaborar en forma regular con ensayos y reseñas bibliográficas.

¿Propone los artículos o escribe por encargo?

El director me permite proponer temas de todo tipo. Le presento pretextos sobre algunas ideas y actividades científicas y de bioética en las que participo. Los artículos de Relaciones se basan en temáticas definidas de seminarios, talleres o congresos. Nada es improvisado. También reflexiono sobre libros o acontecimientos que puedan interesar a los lectores. Por ejemplo, ahora tienen pendiente la publicación de un ensayo sobre la Teoría de las Necesidades, justamente a partir de los libros de Agnes Heller.

¿Y los temas médicos?

Mis temas preferidos son los relacionados con la salud, pero no son médicos. Tienen un enfoque mucho más sociológico y epistemológico. Me interesa mucho la reflexión filosófica y política en su sentido más amplio. Muchos colegas me han cuestionado por ser demasiado complicado, incluso para ellos. Reconozco que es verdad, uno a veces maneja un código, un léxico, que no se comprende. En ocasiones lo critiqué en otros pero también yo hablo difícil. También está aquello de que para los médicos es complejo, hasta por formación, manejar el lenguaje de las ciencias sociales, salvo para quienes se hayan especializado.

Parece claro que su enfoque es muy distinto del que tienen la mayoría de sus colegas.

Es verdad, pero esto no quiere decir que no me encante lo que hace la mayoría de los colegas en sus columnas de diarios, revistas, radios u otros medios. Me parece fantástico lo que se hace, éticamente, en favor de la educación para la salud y tareas de promoción y prevención. Lo mío es más una apuesta a la reflexión, mucho más abstracta y dirigida a la medicina vinculada a las ciencias sociales. No escribo sobre enfermedades ni tratamientos ni políticas de salud. Me gusta tratar cuestiones de la sociedad y su organización, la creación y socialización del conocimiento y la práctica médica desde su punto de vista ético y social. Me fascina analizar la posmodernidad y el predominio de un dios omnipresente que se llama mercantilización. El eje de mi reflexión es ése: cómo los intereses del lucro han desvirtuado una serie de prácticas sociales de la salud.

Parece que usted escribe para médicos, a diferencia de sus colegas divulgadores.

Me encanta que me lean los colegas, pero también me parece bueno si logro movilizar a todo aquel que tenga ganas de pensar, sea universitario, artista, intelectual u obrero. Lamentablemente, no son mis colegas quienes tienen más interés en la reflexión y la crítica social y política.

Alguna vez demostró cierta dureza contra quienes define como «comerciantes de la imagen».

Todavía hay colegas, por suerte son pocos, que lucran con su participación en medios masivos. Es una falta de ética absoluta dirigir a alguien a su propio consultorio mediante mecanismos de manipulación bastante sofisticados o directamente utilizando el viejo chivo. Por ejemplo, lo que se hace en algunos programas del Canal oficial es inmoral, y esto agrava aún más la falta. Personalmente, estoy en desacuerdo con el fin de lucro como objetivo de la salud. Un modelo que se debe estudiar es el de Europa occidental. Allí hay excelentes servicios, que no tienen fines de lucro. Mi modelo es Gran Bretaña, porque son pioneros en casi todo y lo hacen siempre bien. Su sistema nacional de salud funciona muy bien hace cincuenta años. Promueve equidad, universalidad, gasta poco e invierte bien. Y en esto no es necesario estar contra el capitalismo, porque el propio núcleo generador del sistema está en contra del mercantilismo en la salud. Los resultados hablan por sí mismos: Europa presenta excelentes indicadores, mientras que Estados Unidos (donde se endiosa al mercado) tiene los peores entre los países ricos. El tema de los médicos que mercantilizan su imagen en los medios debería ser objeto de una normativa ética, por parte del Sindicato, y legal, del propio Estado. Como hay temas que preocupan más, la Institución olvida que en estos casos debería intervenir el Consejo Arbitral.

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