ADVERTENCIA: El recurso que está visitando fue creado hace mucho tiempo y no ha sido revisado recientemente. Se mantiene como acervo de la Institución pero tenga en cuenta que puede contener información no relevante o desactualizada.

Dr. Luis F. Algorta 

Profesor Ad Honorem de la Facultad de Medicina 

El 15 de julio de 1998, el Consejo de la Facultad de Medicina designó Profesor Ad Honorem al Dr. Luis F. Algorta. Esta decisión, tomada por unanimidad en el Consejo, fue una iniciativa de los consejeros estudiantiles y de egresados, y del entonces decano Dr. Eduardo Touya..

por Aldo Lista Paoli

Fue un acto sencillo y muy emotivo, en el que se destacaron las palabras del decano Dr. Luis Calegari y de la Dra. Selva Ruiz. Acompañaron al homenajeado, además de los exdecanos doctores Pablo Carlevaro y Eduardo Touya, varios profesores de Pediatría: Dr. D. Fonseca, Dr. Fernando Mañé Garzón y Dra. Ana María Ferrari; numerosos profesores eméritos y la Comisión de Asuntos Universitarios en pleno del SMU. Este logro académico de nuestro consocio ya había merecido expresiones de cálido regocijo en el Comité Ejecutivo el 18 de junio de 1998.

Ameritan algunas reflexiones en Noticias.

Otorgar el título de Profesor Ad Honorem es bastante común para la Facultad de Medicina con miembros correspondientes extranjeros. Se trata de un acto de cortesía por relevantes servicios o actuación destacada. Pero es inusual, sin antecedentes, que el mismo sea entregado a un profesional uruguayo. Cabe entonces preguntarse si esta decisión de la Facultad de Medicina es o no justa y acertada. En la Enciclopedia Espasa se describe como Profesor (del latín: professor) a la persona que ejerce o enseña una ciencia o arte. Esta definición parece hecha a propósito para el caso sobre el que reflexionamos.

Aceptado que la medicina es a la vez arte y ciencia, Algorta ejerció en forma intensa y continuada la Pediatría. Le gusta decir: «Trabajé mucho como pediatra de familia y de barrio». No dice lo que sabemos todos, su permanente puesta al día académica a través de la lectura regular (suscrita) del New England y Lancet. Es vox populi que un Ateneo de Pediatría no está completo si Algorta falta, cosa excepcional. Y tampoco por supuesto dice cómo ejerció. Ello es nuestro patrimonio testimonial por los relatos de sus numerosos expacientes, que ahora concurren al consultorio con sus hijos. Cuando hoy en día casi todos los foros y debates señalan que el mayor descaecimiento se produce en la relación médico-paciente, da gusto escuchar las anécdotas de esas madres que una y otra vez elogian la puntualidad, el buen trato, la amabilidad, el tesón, la paciencia y sagacidad de Algorta. Son testimonios muy válidos pues para nada hacen sospechar alguna relación y por cierto surgen de manera espontánea al quejarnos conjuntamente sobre las condiciones actuales del ejercicio profesional.

La segunda reflexión sobre el nombramiento de Algorta es con respecto a la interrelación. Nos estamos acostumbrando en la vida gremial, sindical y política a la descalificación, al ceño fruncido y puño crispado. Cada vez más fraccionalismos, más listas y agrupaciones, trabajando en cenáculos de pocos iluminados. Algorta nos ha mostrado con el ejemplo que, sin abdicar un ápice de sus profundas y firmes convicciones, es posible trabajar con la mano tendida, con una gran sonrisa y miles de anécdotas.


La tercera reflexión fue señalada por el exdecano Touya. Algorta ha sido un ejemplo de trabajo en la vida de la Facultad, integrando el Consejo y numerosas comisiones del mismo. Pero con una participación plena, vivaz y exigente. Estudiando los problemas, dedicando enteramente su capacidad a examinar las numerosas variables y alternativas de espinosos temas. Sin sectarismos, teniendo como único norte lo institucional. Y hacía notar Touya que se constituía en ejemplo para las generaciones jóvenes: descreídas y alejadas del quehacer común, del cogobierno, pueden mirarse en Algorta y ver que es posible conciliar una labor médica sobresaliente con una actitud generosa hacia el demos universitario.

Para concluir, una microrreflexión de tipo personal. Con Algorta hemos compartido más de diez años de trabajo en común en la Comisión de Asuntos Universitarios, interrumpido a veces por otras obligaciones afines. Discrepando fuertemente a veces, coin-cidiendo las más, pero siempre con respeto y cariño. No están del todo alejadas varias afinidades comunes: la Pediatría, las óperas de Verdi y el apasionado fervor tricolor.

Dr. Edmundo Batthyány

/