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 Separata Testimonios

Doctor Néstor Azambuja

(Radiodiagnóstico)

La fidelidad a sus ideas

Gomensoro tenía varias facetas de las cuales se podría hablar extensamente.

Se puede hablar de él desde tres o cuatro puntos de vista.

Primero, Gomensoro como persona. Era alguien que se puede definir como un hombre con fidelidad a sus ideas como muy pocas veces se ve.

Gomensoro era capaz de llevar adelante sus ideas sin paroxismos, sin fanfarronerías y sin darse importancia. Un hombre que se va a la guerra de España nada más que para hacer frente a los enemigos de sus ideas. Eso lo define.

Gomensoro fue un hombre que nunca se dio grandes perfiles. Nunca fue un fanfarrón. Todo lo contrario, era la modestia en el buen sentido.

Era un hombre que vivió con problemas muy importantes, sufrió mucho la dictadura, fue un permanente y activo rebelde. Lo principal que puede decirse de Gomensoro es que nunca le falló a sus ideales o a alguno de sus amigos, que eran muchos pero que él seleccionaba muy bien.

Desde el punto de vista médico y científico, yo colaboré bastante con él. Era riguroso, serio y extremadamente honesto, porque en medicina se puede también ceder a la tentación de tergiversar los hechos para probar una idea teórica.

Nosotros trabajamos mucho con él en la cuestión de la arteriosclerosis cerebral. Era absolutamente serio.

Todo el mundo ha reconocido su capacidad como neurólogo. Formaba una famosa dupla con Castells que humorísticamente decíamos que era la casa de remates «Gomensoro y Castells».

Él ayudó al profesor Arana, gran neurocirujano, en toda su carrera, desde estudiante, juntos fueron al laboratorio de Clemente Estable y luego acompañamos la fundación del Instituto.

Yo me acuerdo de Estable subido en una escalera de pintor hablando de lo que ahora es un viejo instituto muy prestigioso. Ahí también estuvo Gomensoro.

Desde el punto de vista político mucha gente puede disentir con sus ideas. Lo que nadie puede decir es que no fue leal a las suyas y muy respetuoso de las ajenas.

Él tenía una enorme decencia y una enorme prudencia para no llegar al insulto, a lo soez, a la maledicencia.

Como padre de familia sufrió mucho con su hija presa, pero nunca se quejó, ni siquiera conmigo que era uno de sus amigos íntimos.

Cada vez que yo volvía de un viaje él venía a casa porque tenía pasión por la pintura, para que le contara de los museos. Otra cosa que no sé si se sabe es que era un hombre que adoraba la música. Tenía una enorme cultura, de esos cultos sin manifestación externa.

Creo que se define a Gomensoro como un gran político, discreto, muy honesto y persistente.

Un gran científico, gran médico, y una excelentísima persona. Debajo de la piel de ese hombre de aspecto sencillo, porque no era personaje –que es la tendencia en Uruguay– tenía un gran coraza, la de un guerrero medieval. Y nunca se quejó.

Relación
médico-paciente

Los pacientes lo adoraban y él tenía por los pacientes un respeto infinito. Yo recuerdo muy bien lo respetuoso que era. Y lo médico. En medicina usamos la palabra médico como una distinción, no como una profesión; pero es una esencia, un modo de vida.

Él tenía una frase que lo pinta entero: la medicina no es un medio de vida, es un modo de vida.

Eso se lo he oído a otros pero él fue quien acuñó la frase. Esto hacía que Gomensoro estuviera mucho más interesado por el enfermo que por el dinero del enfermo o por lo que le pudiera dar. Él decía que del dinero hay que hablar con muchísima simplicidad y sencillez. Que no había que poner énfasis en la cuestión dinero. En ese sentido era casi un bohemio. Y pertenecía a una de las más viejas y tradicionales familias, de la que él era un integrante cariñoso pero de la que no sacó dinero.

Nunca usó la fortuna de la familia para vivir cómodamente. Se ganó la vida de una manera muy discreta y modesta.

Anécdota

Era un hombre valiente y muy modesto. Una vez, le ayudamos a preparar el concurso a Arana cuando era profesor. Un día, entre charla y charla, un médico dijo: «Lo que pasa es que usted Gomensoro es demasiado bueno». Y ¿sabe que hizo?, lo corrió para pelearlo. Le ofendía atrozmente que le dijeran que era bueno. No aceptaba ni ese elogio. Éramos muy amigos.

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