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 Separata Testimonios

Doctor José María Portillo

(Pediatra)

Una auténtica hermandad

La vinculación mía con Gomensoro es más que vinculación, es más que una hermandad: es una amistad en el auténtico sentido de la palabra. Y una amistad profunda. Somos parientes. Aunque le parezca mentira Gomensoro es sobrino segundo mío, porque la madre era prima hermana mía.

De modo que nuestra vinculación arranca en la niñez, porque además nuestras familias se visitaban mucho. Yo solía jugar con él. Recuerdo un gran cuarto de juguetes que tenía en 8 de Octubre y Bulevar.

Él tenía un año más que yo. Los dos somos de febrero, pero con un año exacto de diferencia. Él empezó la escuela antes que yo. Nos encontramos en el Elbio Fernández donde cursó toda la Primaria y yo cuarto y quinto años. Allí se formó un grupo de tres o cuatro amigos, que integraba también Arana. Luego, estando en Secundaria, por segundo o tercer año, se fue a Europa. Era la época en que toda la familia podía viajar en barco. Ahí perdió el año. Emparejamos e hicimos toda la carrera juntos, hasta el internado, y tomamos caminos distintos dentro de la medicina. Él hizo Neurología y yo, a partir de 1938, hice Pediatría.

Los recuerdos de la infancia son muy gratos porque siempre tuvo un espíritu muy simpático, muy generoso, muy compañero. Demostró sus gestos de compañerismo en muchas cosas.

Gomensoro tiene dos grandes hazañas en su vida, lamentablemente frustradas las dos.

Una fue su viaje a Europa y, la otra, un viaje a Brasil, a la frontera con Rivera.

A España fue en plena Guerra Civil española, con Virgilio Bottero. Recuerdo que cuando partió en un barco francés no sabíamos si lo volveríamos a ver. Le fue mal porque él quería combatir y allá, en Barcelona, lo metieron en un escritorio. No sé qué tareas hacía, pero se frustró. Después de un tiempo, afortunadamente, estaba en Montevideo de nuevo. Fue una hazaña realmente formidable porque eso se llama jugarse la vida por una causa.

Ya en ese tiempo profesaba sus ideas políticas de anarcosindicalismo, con las que murió.

La otra hazaña de rebelión política fue un frustrado viaje contra el gobierno de Terra, en el que un grupo de amigos resolvieron armar la revolución. Estuvieron acampados, pero al cabo de un tiempo fracasó y tuvieron que volver. Esas cosas deben resaltarse en una persona porque son pocas las que son capaces de regalarse de esa forma. En general uno ha estado rodeado de mucho más egoísmo.

En Primaria fue un estudiante brillante y en Facultad, sin lugar a dudas, un hombre muy inteligente.

Es interesante recordar que cuando llegó a Preparatorios estaba desorientado, no sabía qué profesión seguir, tenía dudas. Estaba entre la arquitectura y la medicina. Lo convenció Hughes, el que fue profesor de Neurología en la Facultad de Medicina. Llegó a ser un neurólogo brillante.

A lo largo del tiempo se fue estrechando cada vez más la amistad con Arana. Se formó un grupo de médicos, varios de los cuales luego fueron muy destacados.

Todos profesábamos ideas políticas similares en la época de la dictadura de Terra, menos uno, sobrino de Atilio Narancio. Con él se armaban tremendas discusiones en mi casa. Recuerdo que un día se fue enojadísimo dando un portazo. Estudiábamos hasta las siete de la tarde y después nos íbamos a la calle a hacer manifestaciones contra Terra.

De modo que con Gomensoro tengo una gran comunidad afectiva y de ideales. Yo, que siempre fui demócrata, después me volví un poco reaccionario (risas), era blanco, luego me hice socialista y en el ‘71 agarré para el Frente Amplio y ahí me quedé.

Gomensoro tuvo una gran amistad también con Carlos María Fosalba. Se entendían en el pensamiento político y entre ellos surgió la idea del Sindicato Médico. Fue el fundador de Acción Sindical.

Tuvo una hermosa mujer, en el sentido moral, Josefina García Morales, hija de don Alfredo García Morales. Y una vida con complicaciones familiares. El Alzheimer terminó con su vida.

Así que él estuvo en las dos dictaduras del siglo...

En las tres: la de Terra, la de Baldomir (que fue blanda, Baldomir fue el que sirvió de intervalo en el pasaje a la democracia) y la última. En ese sentido no me olvido más de la manifestación democrática del ‘38.

La recuerdo bien porque al otro día yo tenía que rendir el examen de Pediatría con el cual me recibía. Fue una manifestación extraordinaria porque –en aquella época– llevó más de 50 mil personas y había gente de todos los partidos auténticamente democráticos. Estábamos todos allí.

¿Qué recuerdo tiene de Gomensoro como neurólogo?

Lo que puedo decir es que fue un excelente neurólogo general, que hizo neurología vascular en los siguientes años. Tiene incluso una serie de trabajos científicos vinculados a este tema.

¿Tenía un carácter tranquilo o era más bien enérgico?

Las dos cosas. Era un hombre que sabía controlarse, con un gran dominio de sí mismo, pero tenía su carácter y sabía defender muy bien sus ideas. Un hombre enérgico cuando llegaba el momento pero muy capaz de controlarse cuando una situación violenta lo podía llevar a actuar de una forma que él considerara irregular.

Momentos tristes

Uno de los momentos más tristes que yo he pasado fue cuando tuve que llevarlo al cementerio.

Y otro fue la despedida en el barco que lo llevó a Barcelona.

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