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Dr. Ítalo Mogni

«La tibia sensación del deber cumplido»

Discurso del presidente de FEMI, Dr. Ítalo Mogni,
en el Palacio Legislativo en el homenaje al Dr. Vladimir Roslik,
el 16 de abril de 1999.
Dr. Italo MogniSeñoras y señores:

Hoy hace 15 años que el Dr. Vladimir Roslik muere bajo torturas en el cuartel de Fray Bentos.

Dejaba a un hijo -Valery- que hoy tiene justamente 15 años, y a su esposa, Mary Zabalquin, que nos hacen el honor de acompañarnos, y cuyo valor será también fruto de reconocimiento en este acto.

A pesar de que la dictadura todavía estaba en plena vigencia, la FEMI, presidida por el Dr. Gregorio Martirena, reacciona inmediatamente.

Es oportuno recordar que en esa fecha, el SMU estaba proscrito y la propia FEMI, que se había fundado en el año 1966, hacía diez años que tenía impedido su accionar como gremio.

Foto El Dr. Ítalo Mogni homenajea a Mary Zabalkin de Roslik

La Asociación Médica de Río Negro (de la que era socio el Dr. Roslik) toma inmediatamente cartas en el asunto y prestigiosos compañeros de Paysandú, a instancias de Mary, actúan con independencia de criterio y coraje en ocasión de una segunda autopsia que arriba a conclusiones totalmente diferentes a la realizada en el cuartel, abriendo un cauce de dignidad y verdad que luego se hizo imposible de revertir por parte de los jerarcas de la época.

El 26 de abril de 1984, el Consejo Ejecutivo de FEMI hace una contundente declaración pública que deplora el fallecimiento de Roslik, reclama la total vigencia del estado de derecho y exige una investigación inmediata.

El 7 de julio, la Asamblea Extraordinaria de FEMI ratifica la actuación del Consejo Ejecutivo, suspende preventivamente al Dr. Saiz Pedrini en su carácter de miembro de AMEDRIN y somete a un Tribunal Extraordinario la investigación de los hechos en un plazo de 60 días.

El Consejo Ejecutivo designa a los Dres. Gregorio Martirena y Tabaré Caputi y como jurista al Dr. Rodolfo Canabal para formar dicho tribunal y el 27 de octubre de 1984 la Asamblea General de FEMI, reunida en la ciudad de Melo, aprueba por unanimidad lo actuado por el Tribunal de Honor y expulsa al Dr. Saiz.

Esta resolución gremial de la Federación cobra un valor emblemático ya que es la primera sanción grave que el gremio impone a quien en ocasión de ejercer su actividad profesional durante el período dictatorial, faltó al cumplimiento de las normas éticas que son inherentes al quehacer médico en cualquier lugar del mundo.

En julio de ese año, la VII Convención Médica crea la Comisión Nacional de Ética Médica conformada por figuras de amplia trayectoria en el campo gremial médico del país, por integrantes del Colegio de Abogados del Uruguay y de su Comisión de Derechos Humanos. Esta Comisión será hoy también homenajeada como corresponde por FEMI y el SMU, ya que ella marcó un hito histórico en el comportamiento singular del gremio médico nacional, que aun sin todas las garantías constitucionales vigentes, juzgó y sancionó a quienes pudo comprobar que habían violado elementales reglas de la ética médica en circunstancias en donde ellas debieron ser respetadas más que nunca.

Nuestro malogrado ex presidente, Dr. Sergio Hourcade, estampa en el prólogo del libro sobre la vida de Valodia que escribiera Luis Udaquiola, una frase que utilizamos en la convocatoria de este homenaje y que yo quiero repetir porque nos parece perfectamente ajustada al tono que queremos darle al mismo: «Cuentan los que saben que el momento más oscuro de la noche es el mismo instante en que comienza el alba». Asoma el lucero y nace la aurora con el sol de un nuevo día.

Vladimir Roslik -en su irracional y trágico fin- fue el involuntario lucero que anunció el alba en los momentos más oscuros de la noche.

Tal vez ese haya sido el destino de Vladimir, habitante de San Javier, un humilde y trabajador pueblo, como cientos de tantos otros que están a lo largo y ancho de nuestro país.

Tal vez el destino del Dr. Roslik, quien imaginó y abrazó una profesión destinada a su comunidad, terminó siendo una causa que él no buscó y que la gente de su país transformó en luz.

Y ese es hoy el espíritu con que convocamos a esta recordación del compañero caído: una mirada hacia el pasado para verter una lágrima, sacar conclusiones, capitalizar experiencias y enseñanzas y desde allí proyectarnos hacia el porvenir.

Como gremio médico proponemos que esa proyección tenga una impronta fundamentalmente ética.

En la actualidad podemos decir con alegría que la FEMI y el SMU tienen un Código de Ética común y propio de los médicos uruguayos.

Sobre el aspecto conceptual se va a extender el presidente del SMU, no obstante, no queremos dejar de expresar que la razón de nuestra propuesta surge de una realidad en la que estamos todos inmersos. Una realidad que trasciende al propio médico, y que nos indica que es necesario resaltar ciertos valores que hoy aparecen relativizados por otras prioridades que se nos presentan como más importantes y en verdad no lo son. Nos referimos a cosas muy simples como la lealtad, la solidaridad, el altruismo, la decencia, para dar algunos ejemplos.

Lejos de la moralina inconsistente y de las frases hechas, nos preocupa como gremio la presencia de una forma de ejercer nuestra profesión cada vez más mediatizada, cibernetizada y despersonalizada que pueda alejarnos de la realidad de un paciente que a su vez se va transformando poco a poco en un cliente o en un mero consumidor.

Nos preocupa la utilización del paciente como un medio para conseguir un objetivo personal.

Nos preocupa que los resultados económicos se prioricen sobre los objetivos científicos o asistenciales.

Nos preocupa la corporación sustituyendo malamente al gremio y el empresario trastrocado en mercader.

Foto Los Dres. Ítalo Mogni y Juan C. Macedo, en nombre
de FEMI y SMU distinguen al Colegio de Abogados, en la persona de su presidente, Dr. Walter García Torres

El hecho que manifestemos estas preocupaciones y que propongamos ceñirnos más que nunca a los códigos, no es óbice para que afirmemos con satisfacción que la enorme mayoría de los médicos de este país ejercen su noble labor cumpliendo largamente con todas las reglas que la ética marca. Que entregan al servicio de sus enfermos mucho más de lo que determinan las reglas y los laudos, sin medir costos ni retribuciones. Y son los médicos como Vladimir, dedicados plenamente a su comunidad, sacrificando sus horas de descanso y su propia familia, despojados de cualquier otro interés que aquel de servir a sus pacientes, los que predominan ampliamente en todos los ámbitos de nuestra patria.

En resumen, que nos sentimos legítimamente orgullosos de los médicos y de la medicina uruguaya.

No obstante, no seríamos honestos ni dignos de ocupar el cargo que ocupamos, si no denunciáramos que existen puntuales síntomas que nos obligan a hacer la propuesta que hacemos.

La memoria del Dr. Roslik y de tantos otros nos lo reclama.

Nos resta agradecer en nombre de la FEMI a los colegas médicos, abogados y colaboradores que van a ser a continuación homenajeados, integrantes todos de la Comisión Nacional de Ética Médica, quienes tuvieron la durísima misión de asumir la responsabilidad histórica, en momentos muy difíciles, de investigar y laudar sobre la actuación de los médicos en el período dictatorial.

Sólo ellos saben las tensiones, el dolor y la pesadumbre que la tarea les ocasionó y los riesgos que tuvieron que afrontar. En compensación, todos ellos, los que están y los que ya se han ido, pueden estar seguros que se ganaron el reconocimiento y gratitud de todo un pueblo que vio resurgir en ustedes la dignidad por años perdida.

Señores: Podéis disfrutar legítimamente la tibia y dulce sensación del deber cumplido.

Muchas gracias.

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