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Gregorio Martirena, dirigente de FEMI

«Fuimos los primeros en
enjuiciar a un médico por torturas»


El Dr. Gregorio Martirena recuerda a Roslik como «médico rural por vocación, alejado de la política, pero con un fuerte compromiso gremial con el Sindicato de Río Negro». Su caso fue «el primer hecho ético del mundo resuelto por un tribunal y tuvo una gran difusión internacional, a través de organizaciones de Inglaterra y Dinamarca, las naciones más avanzadas en la lucha contra la tortura». Para Martirena, «la trayectoria de Vladimir fue un canto a la vida, la justicia y la verdad».


por Armando Olveira

Dr. Gregorio Martirena Dr. Gregorio Martirena, presidente de FEMI en tiempos duros

¿Cómo conoció San Javier, el pueblo del Dr. Roslik?

Por primera vez en 1965. Cuando era un lugar más cerrado, una comunidad del sur de Rusia transplantada a orillas del río Uruguay. Trataban de conservar lengua y tradiciones originales, trabajando de sol a sol, como todas las inmigraciones europeas de principios de siglo.

Pasaron casi 20 años para que volviera. Fue una semana después de la muerte de Roslik, a fines de abril del '84. Fuimos a apoyar a Mary (Zabalkin) y al Sindicato Médico de Río Negro.

Hablé con pocas personas del pueblo, pero se notaba el terror. No era el momento de hacer revuelo. Preferimos trabajar en silencio.

¿Cuál fue la respuesta gremial?

La FEMI denunció la muerte del compañero. Hubo una asamblea abierta que dio lugar a un tribunal especial que juzgó la conducta ética del médico militar Eduardo Saiz.

Dr. Gregorio Martirena - Dr. Jorge Martinovic El Dr. Jorge Martinovic, delegado del Comité Ejecutivo del SMU a la Junta Directiva del CASMU, homenajea al
Dr. Gregorio Martirena.
La emoción dibujada
en el rostro de ambos

Esa persona vio cuatro veces a Vladimir en el cuartel de Fray Bentos, durante casi 20 horas de tortura. Saiz reconoció el hecho en el Sindicato de Río Negro, pero se negó a responder las preguntas de un tribunal integrado por Tabaré Caputi, Rodolfo Canabal y yo. Aprovechó una orden del ministro de la época, el Dr. Alonso, que prohibía la comparecencia de médicos militares en tribunales gremiales. Una asamblea realizada en Melo el 27 de octubre, hizo suyo el laudo ético y lo expulsó, en una decisión ejemplarizante.

La VII Convención Médica Nacional y el SMU, llamaron a una conferencia de prensa en la que se leyó una declaración que condenaba la participación médica en actos de tortura.

Una época fermental para FEMI...

Lo verdaderamente fermental fue la Convención Médica Nacional, luego de doce años de ostracismo. Se creó un Comité Nacional de Ética Médica para el enjuiciamiento de médicos militares y policiales. El cuerpo empezó a funcionar en 1985 con la participación del SMU, FEMI y el Colegio de Abogados. No con el fin de perseguir, sino para investigar responsabilidades.

El movimiento ético comenzó cuando aún no se había ido la dictadura. Era peligroso denunciar violaciones de los derechos humanos. Hasta fuimos a parar a una dependencia de Inteligencia por la declaración pública en el llamado a la VIII Convención. Tan difícil fue todo que luego de salir me tuve que ir a Bolivia.

También comparecieron en un juzgado penal...

En 1984, inmediatamente después que expulsamos a Saiz. Recibimos una citación de la jueza letrada de Río Negro, Dra. Walquiria Raggio, amiga personal del sancionado. Fuimos a declarar: Caputi, Canabal, Martín Martínez (secretario de FEMI) y yo. La primera pregunta de la Dra. Raggio fue: «¿Por qué defienden a un muerto?». « Porque hasta que lo mataron estaba vivo» respondí indignado. No siguió con ese interrogatorio absurdo, pero el hecho provocó una segunda demanda penal en plena democracia.

Fue en 1989, y demostró que la justicia de la época mantenía a los mismos funcionarios de la dictadura. La segunda parte de la historia comenzó cuando fuimos a cerrar la campaña del voto verde en Río Negro. Nos hicieron una entrevista en la radio de Fray Bentos, donde la Dra. Raggio seguía de jueza letrada y recordé la anécdota.

A días de votada la ley de impunidad, recibí una citación judicial por demanda caratulada «injuria a los poderes públicos».

Valery Roslik 22 de diciembre de 1983:
el pequeño Valery cumplía su primer mes

El SMU se hizo cargo de mi defensa, a través de los abogados Puig y Grille. El presidente, Dr. Alberto Cid, me acompañó en todo el proceso. Se armó un juicio público, hasta fue televisado. Luego de cuatro audiencias apareció el expediente del interrogatorio de Raggio, de 1985. Fui sobreseído, tras confirmar que la pregunta era cierta.

¿Qué recuerda de Roslik?

Era un médico joven, que para la dictadura cometió el pecado de haber estudiado en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú. De regreso, solidariamente, optó por ejercer la medicina en su pueblo. Fue un hombre con espíritu de colono rural, que tuvo la oportunidad de ser médico y entregó sus conocimientos a San Javier. Un vocacional de la medicina y su pueblo.

Lo conocimos como activo militante gremial, que participaba regularmente en las asambleas del Sindicato Médico de Río Negro. Estuvo preso a principios de los '80 en el penal de Libertad y no soportaba la idea de nuevas torturas. Alguna vez Roslik increpó a Saiz, por haber colaborado en apremios ilegales contra presos políticos.

¿Ha comprendido por qué lo asesinaron?

Fue un acto de demencia de la dictadura. Inventaron un supuesto contrabando de armas rusas. ¿Qué mejor que adjudicárselo a una colonia como San Javier, presuntamente liderada por un médico que había estudiado en Moscú? El pueblo fue tomado por los fusileros navales, pero las armas nunca se encontraron.

Vladimir Roslik bailando el vals en el casamiento de su sobrina, Zoia Chulak, hija de su hermana María.
«Fue nuestra primera salida luego de nacido Valery», agrega Mary

A Roslik lo sacaron violentamente de su casa. Entró al cuartel en la madrugada del 16 de abril. Cuando Mary supo de su paradero, esa misma noche, ya estaba muerto.

¿Conocieron algún gesto de arrepentimiento de Saiz?

Jamás demostró arrepentimiento. Al contrario, tuvo el descaro de demandarnos. Saiz fue un médico militar al servicio de los represores del cuartel de Río Negro. Premiado por el primer gobierno de Sanguinetti, con un nombramiento como médico de la misión de paz al Sinaí.

Negó siempre haber participado en la tortura de Roslik, pero sí aceptó que lo había visto cuatro o cinco veces. El solo hecho de presenciar el apremio, ya es motivo más que suficiente para una condena ética.

El Comité Nacional enjuició a médicos por tortura activa y pasiva. De acuerdo con las ordenanzas de Naciones Unidas, ya existe una falta grave cuando el profesional no detiene los apremios contra detenidos. Se nos acusó de perseguir médicos por afanes de revancha. Una insólita e infame mentira, de la que se hizo eco cierta prensa afín a la dictadura.

Los brazos ejecutores están identificados: la justicia militar se encargó de procesar a los represores Caubarrere y Olivera. Aunque luego, la democracia los reivindicó y ascendió.

¿Roslik se ha ido transformando en símbolo de la ética profesional?

Su muerte es la síntesis de la injusticia. Por algo surgió del propio pueblo la idea de crear una institución que honre su memoria. Concebimos así la Fundación Roslik, con sede en San Javier, apadrinada por FEMI y el difunto senador José Germán Araújo. Allí se encuentra en proceso una policlínica comunitaria.

También se emplazó el parque Roslik, en un predio del centro del pueblo donado por Mary Zabalkin, donde se iba a construir la casa familiar. Todo fue hecho con aporte de FEMI, del senador Araújo y, por sobre todo, del propio pueblo que siempre estuvo del lado de Vladimir; que lo quiso, lo quiere y no lo olvida.

¿ FEMI quedó conforme con el acto del Palacio?

Se cumplió con el objetivo previsto. Personalmente, sentí mucha emoción. La muerte de un médico uruguayo por tortura fue un precio muy alto que ha pagado una profesión históricamente cercana a los movimientos sociales del país. Que el Parlamento uruguayo prestara su histórico edificio para un homenaje a Roslik es un acontecimiento político.

Fue hermoso ver tanta gente reunida por un episodio tan doloroso como fermental. Un gran apoyo popular, pero que tuvo notorias ausencias políticas. Faltaron los responsables de una impunidad que nos hace sentir fracasados como hombres libres, que apenas podemos ser lo que nos permiten los países dominantes.

Fue conmovedor ver al hijo de Roslik, hoy de 15 años, conociendo cosas de su padre que muchos amigos y colegas le pudimos contar. No fue en vano la lucha que dimos en tiempos de represión. Era lo menos que el pueblo uruguayo podía hacer por alguien que dio su vida. Ojalá haya servido como puntapié inicial para que la policlínica de San Javier se termine.

¿Cómo una muerte tan dolorosa, años después, se transforma en testimonio vital?

La trayectoria de Roslik fue un canto a la vida, a la justicia y a la verdad y su muerte fue para la FEMI y para la profesión médica de todo el mundo, el primer hecho ético resuelto en un tribunal.

Fuimos invitados a Dinamarca e Inglaterra (los más avanzados en la lucha contra la tortura) para que contáramos el caso. Ellos lideraron la Declaración de Tokio de 1975 que sentó bases para que Naciones Unidas, en 1982 y 1984, se expidiera sobre el papel del médico frente a violaciones de los derechos humanos. Crearon las primeras comisiones de vigilancia y abrieron ámbitos de enjuiciamiento de ejecutores y cómplices.

Los daneses nos llamaron en noviembre de 1984, cuando se enteraron del caso Roslik por el semanario Jaque. Con el querido Dr. Hugo Sacchi participamos de reuniones con el Colegio Médico de Dinamarca.

También fuimos invitados por el Centro de Rehabilitación de Torturados de Copenhague que funciona en el Hospital del Rey. Era la primera vez que se enjuiciaba a un médico por tortura, no ya en América, sino en todo el mundo occidental. El triste privilegio le correspondió a Saiz.

Pudimos conocer también a Ole Espersen, ex ministro de justicia de la social democracia, un hombre muy vinculado a Uruguay. Estuvo en Montevideo, en 1986, luego que lo nombraran director político del Centro de Rehabilitación. Participó en un recordado acto en el cine 18 de Julio contra médicos torturadores. Es miembro de honor del Sindicato Médico del Uruguay.

Ole, junto con médicos daneses, al abogado Rodolfo Schurmann Pacheco y médicos uruguayos, redactamos un proyecto de Tribunal Internacional de Ética que actualmente estudia la Corte de La Haya. Nuestra idea es crear un ámbito de enjuiciamiento para médicos y abogados que participaron en torturas, en cualquier lugar del mundo.

¿Y la relación con los ingleses?

Fue a través del Colegio Médico Británico y la Asociación Médica. Trabajamos mucho sobre casos denunciados en nuestro país, a través de la Comisión Nacional de Ética Médica. En 1987 vino la BBC de Londres, para hacer un vídeo de 45 minutos con médicos que abordaron el tema de la tortura.

Consiguieron un testimonio de Lobos, un médico militar brasileño supuestamente arrepentido. La película inglesa termina con mensajes nuestros, de Inge Genefke, directora del Instituto de Rehabilitación Contra la Tortura de Copenhague, y del secretario del Comité de Ética del Colegio Médico Británico, Dr. John Dawson, un pionero de la vigilancia ética frente a la tortura.

Con médicos de las Madres de Plaza de Mayo organizamos seminarios en Centroamérica, sobre ética médica y tortura.

¿Qué falló en la enseñanza médica para que algunos profesionales se prestaran a la tortura?

No fueron muchos los casos. Pero existe una falla de base que es la falta de formación en deontología médica. Hubo que esperar 15 años para que los médicos pagáramos una deuda con el Colegio de Abogados y con la sociedad. Estamos en falta en cuanto vigilantes de la conducta ética de nuestros pares.

También nos debemos una VIII Convención Médica Nacional que determine el avance de la ética, la necesidad de la colegiación médica y la unión de todo el gremio médico uruguayo. Sentimos que el acto de Roslik fue la base de lanzamiento de un trabajo que los gremios debemos, en favor de un código de ética médica, basado en normas, como las leyes del país.

La VII Convención fue una de la salida democrática, tras doce años de dictadura. ¿La VIII es más complicada de explicar a los uruguayos?

Si la séptima fue un grito de libertad, la octava debiera ser un gran silencio para la reflexión médica. Un «no» a la comercialización de la medicina y una lucha contra la pérdida de los valores sociales de la misma.

Actualmente, la medicina da niveles según la capacidad adquisitiva del paciente. No podemos estar tranquilos cuando somos cómplices de una pauperizada Salud Pública. En las policlínicas barriales nos falta todo. En las mutualistas aceptamos que la medicina privada es «naturalmente» distinta. Pero el médico no es esa dicotomía. No debemos ser instrumentos de condiciones inhumanas de trabajo. Es preciso reflexionar sobre esos temas y la VIII Convención será el ámbito ideal.

 

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