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Dr. Alejandro Atchugarry, del Partido Colorado
Sr. Presidente.- Vamos a completar hoy el ciclo de encuentros con los partidos para conocer sus planteamientos acerca de la salud.

Agradecemos especialmente al senador Dr. Atchugarry por haber concurrido a esta reunión y le ofrecemos la palabra.

Idealismo y pragmatismo

Dr. Atchugarry.- Los agradecidos somos nosotros. Hemos solicitado, por varias razones, ser recibidos junto con todos los amigos que nos asesoran, nos enseñan y nos apoyan en este tema, que además son colegas y amigos de ustedes, así que no necesitan presentación.

La primera razón por la que hemos solicitado ser recibidos es el interés en tener un fluido contacto con el Sindicato Médico, en tanto agremiación de la profesión médica, y también por la relación con el CASMU, como institución, aunque ya hemos tenido recientemente un encuentro con personas vinculadas a las IAMC.

En segundo lugar, queremos exponerles, no un programa acabado -como viejo partido de gobierno, sabemos que lo que hay que tener es ideas, líneas o tendencias- pero sí algunas reflexiones.

Y, en tercer término -y fundamentalmente- deseamos dejar abierta una vía de comunicación, que desde ya solicitamos, para que ustedes nos vayan haciendo los aportes que consideren necesarios.

Lo que hemos expresado es, relativamente, una mezcla rara de idealismo en los objetivos finales y sumo pragmatismo en los caminos a transitar. ¿Por qué idealismo en los objetivos finales? Porque sentimos, en primer lugar, que en materia de educación y salud no debería haber -salvo en lo que yo llamo jocosamente la «hotelería»- distingo alguno. Es más: como decía Justino Jiménez de Aréchaga, la verdadera igualdad radica en tratar desigualmente los casos desiguales. En consecuencia, es probable que con los sectores de la población más vulnerables haya que hacer un especial esfuerzo, donde el papel del educador y del médico muchas veces tendrá que estar reforzado, como lo estamos haciendo en la escuela de tiempo completo. Sentimos que también el médico tendrá que hacer -o lo está haciendo ya en estos casos- una verdadera docencia dirigida a la familia, en cuanto a lo que es prevención, higiene, etcétera. Es decir, se demanda un esfuerzo especial, mayor que en el caso de una familia de carácter medio, que tiene otras pautas culturales y otras circunstancias.

Priorizando la infancia

Sentados esos criterios, creemos que hay que centrar el esfuerzo particularmente -no porque sea el único sector de población vulnerable- en ese 40% de los niños que nacen en el 15% de los hogares más débiles y con mayores dificultades económicas. Esa es la cifra que se maneja; será el 32% o el 41%, pero, para ubicarnos, estamos hablando de uno de cada tres niños. Queremos hacer una fuerte inversión en ellos, y eso requiere también prestaciones de salud, junto con otras -ustedes ya lo conocen, pues hemos tenido algunas discusiones recientemente- que tienen que ver con la educación.

¿Cómo se hace evolucionar el sistema? Ahí vamos a la realidad de todos los días. En primer lugar, sentimos que la salud es un servicio de carácter social o un seguro social -como se lo quiera llamar-; es decir, somos firmes partidarios de mantener la característica básica del sistema: es un sistema de prepago que no distingue por riesgo, o sea, que es ajeno al seguro comercial.

El legado de los inmigrantes

El Uruguay, como en tantas otras cosas, se ha ido dando algunas instituciones o formas de organización que, en ciertos casos, son casi exclusivas de este país, con pocos elementos de comparación. Y eso se ha dado con esa mezcla de inmigrantes, medio anarcos y demás, que somos todos. En consecuencia, las instituciones de asistencia médica colectiva hoy existentes son, para nosotros, un instrumento absolutamente válido y central del sistema. Esa será nuestra orientación en los próximos cinco años, en lo que nos toque participar del próximo gobierno; no los dioses, sino el pueblo dirá desde qué posición lo haremos, pero vamos a actuar como hemos actuado siempre, tratando de que las cosas se hagan bien y colaborando, porque no sirvo para hacer oposición -nunca serví- y siempre la tentación de aportar una solución, buena o mala -eso lo dirán los dioses- ha sido más fuerte en nosotros que la tentación de buscar cómo hacer para poner un palo en la rueda al que está gobernando.

La ampliación de DISSE

Hoy las instituciones tienen una variada gama de problemas. Sentimos que una de las mecánicas para que el sistema vaya evolucionando es la ampliación de DISSE. Más allá de las dificultades que pueda tener o de las mejoras que se puedan hacer, pensamos que el primer paso concreto a dar en el presupuesto del período 2000-2004, en el primer año, es solucionar la omisión del Estado, que como patrón tiene a cien mil funcionarios que no están incluidos en el sistema de DISSE, cosa que requiere a cualquier empleador privado. Eso no es nuevo para nosotros, ya que desde 1992 lo venimos intentando.

Eso sería, entonces, un primer paso, y después, paulatinamente, en la medida en que las finanzas así lo permitan, y en una forma coordinada con nuevos roles del Ministerio de Salud Pública, se iría extendiendo.

Seguramente, el siguiente paso es abarcar a las familias de los que hoy están en el sistema; pero eso ya significa hablar de otros números y buscar otros ahorros.

¿Por qué se plantea esta cuestión de DISSE como una cosa inmediata? En primer lugar, porque casi es autosustentable, ya que genera ahorros en los mecanismos de certificación, que están muy extendidos y que provocan un verdadero caos en los organismos que los poseen; y, en segundo término, porque, debido a cómo funciona el sistema, hay claramente una transferencia del que cumple hacia el trabajador que se quedó de copas hasta la noche y da parte de enfermo al otro día.

Hoy el sistema prevé que los primeros tres días no se pagan; seguramente, en el sector público haremos algo más suave que eso y, por supuesto, iremos al pago del 100% del salario en forma posterior. Pero, de cualquier manera, aun reduciéndolo a un día, eso sería un avance, considerando que hoy el Estado pone la mitad de la cuota y al final termina no reclamando la exhibición del recibo, con lo cual ese dinero no deriva al sistema, ya que hoy la población más sana y más fuerte adopta la estrategia de no estar en el sistema de prepago.

Naturalmente, eso conduce a que actualmente las instituciones de asistencia médica tengan la población más costosa, que es lo que les está complicando la vida financieramente, en especial en la medida en que la medicina se va haciendo más cara.

Nos parece que ese es el primer paso, y después seguir fortaleciendo el sistema, aumentando la población de todo tipo que cubre, pero sin excluir a la población sana del sistema de instituciones de asistencia médica colectiva.

Eso también tiene que ver con la forma de pago. Todos recordamos que el Dr. Ignacio de Posadas, en 1992, para no dar un aumento en la cuota, liberó los tiques.

Ello determinó, básicamente, un encarecimiento del tique de consulta al médico y, si bien hay estrategias distintas en las IAMC, en términos globales representa que tenga un costo relativamente elevado la utilización del recurso más abundante; felizmente más abundante.

Ingreso a Facultad: la vía de la excelencia

Yo sé que ustedes discuten muchas veces si hay que cerrar o limitar el ingreso a la Facultad. Yo no soy partidario de limitar, porque ninguna generación debe pagar el costo de los errores de las anteriores. Entonces, no se trata de limitar el ingreso cuantitativamente -no cualitativamente, porque levantar el nivel de excelencia es algo a lo que siempre debemos apuntar-, sino, probablemente -si la Universidad se moderniza, cosa que, por otra parte, ya ha empezado a hacer-, de generar desvíos, de modo que la gente pueda capitalizar su conocimiento en situaciones intermedias, de tecnólogos médicos u otras actividades, algunas de las cuales ya existen. Aumentar la excelencia, sí, pero no ir a la cuotificación por el hecho de que somos demasiados. Insisto en eso, porque significaría recortar las posibilidades de varias generaciones de gente probablemente capaz, pues si se pone un cupo de quinientos -por decir algo- de pronto en esa generación hay seiscientos que podrían ser excelentes médicos, con lo que habría cien que no podrían entrar.

Tiempo médico para prevención y diagnóstico

Además, nos parece que hay que ir progresivamente a la eliminación o a la baja abultada del tique de la consulta al médico, porque hay que aumentar el tiempo médico destinado a las etapas preventivas y al diagnóstico prematuro, lo cual requiere más horas-médico; y, justamente, ese es hoy el recurso más abundante. Seguramente, habrá que ir a una racionalización que permita concentrar las horas, ya que todos sabemos que los médicos jóvenes -y uno, que tiene unos cuantos parientes que son colegas de ustedes, lo sabe bien- al principio tienen que «corretear» mucho para poder, más o menos, llegar a un salario decente. Además, nos parece que eso, a la larga, va a traer ahorros de escala porque, en definitiva, va a conducir a la disminución de gastos que podrían ser evitados con diagnósticos más prematuros o aun con políticas de prevención.

IAMC: mejorar la relación ingresos-egresos

En consecuencia, la política se orientaría a promover la salud financiera de las instituciones, no sobre la base del aumento de la cuota -por el contrario, habría una disminución de los tiques- sino de un aumento de la población atendida, mejorando la relación ingresos/egresos, o sea, haciendo ingresar a una población que genera bastante menos egresos que el promedio de la población que hoy atienden las IAMC. Por supuesto, eso tiene que ver también con el rol -que a veces se va desnaturalizando- de los servicios parciales, porque yo, ciudadano -aun teniendo un potencial derecho o la posibilidad de ir a una mutualista-, sacando la cuenta de lo que representan los tiques y demás -y sobre todo si soy del interior, dado que los hospitales están bastante bien- tengo fatalmente la tentación de razonar: bueno, para la de todos los días, para la consulta menor, voy a un servicio parcial, y si me viene algo demasiado grave, tengo un reaseguro implícito en el hospital, que es más o menos bueno, pues, al fin y al cabo, yo siento que no hay demasiada diferencia con la mutualista local, con la que incluso muchas veces hay intercambio de prestaciones.

«Remangarse y trabajar»

Eso ha ido paulatinamente produciendo esta situación actual, en la que, cada vez que oigo hablar de cifras sobre la cantidad de personas que se atienden en el sistema público y en el privado, nunca cierran los números, porque siempre hay un sector que no se sabe quién lo atiende y que se calcula por resto; eso lo vengo oyendo desde 1982, cuando nos sentamos por primera vez a trabajar en un programa, estando aún en dictadura.

Lo que pasa es que hay mucha gente que aplica ese tipo de estrategia, porque al final, si la orden vale sesenta, setenta u ochenta pesos y hay que sumar los tiques de medicamentos, más la cola y la demora, la tentación de afiliarse a un servicio que cobra ochenta pesos por mes y da un servicio de policlínica, una ambulancia, etcétera, resulta brutal, porque con ochenta o cien pesos se arregla todo. Pero eso va llevando a una duplicación o triplicación de situaciones, generando un costo global mayor. Estamos gastando diez puntos del producto; debería alcanzar para que ustedes vivan bien y para que el sistema funcione correctamente.

Así que nos parece que, más que grandes juntas deliberativas o discusiones parlamentarias para analizar estas cuestiones, esto es un tema, básicamente, de una firme gerencia del sector por parte del Ministerio de Salud Pública, como se ha hecho en otros sectores: hay que remangarse, trabajar y cambiar, más que elaborar grandes planes o bibliotecas, de las que uno ya tiene experiencia, porque cada vez que se entra a un Ministerio se encuentra en un anaquel seis tomos que dejó una consultora, en los que se analiza todo lo que habría que hacer.

Aquí, en este país, nos conocemos todos y sabemos cómo están las cosas; es cuestión de remangarse y empezar a trabajar.

La «chacra»

Otro aspecto que nos interesa señalar es que también en el sector público hay situaciones de la «chacra». La «chacra» consiste en muchos eventos diferentes: primero, la participación no demasiado conectada ni con un cruzamiento de datos para ver cómo estamos dependiendo de diversos organismos. Tenemos al Banco de Previsión Social gastando cincuenta millones de dólares en su propia atención de salud, que a veces se superpone con las IAMC y a veces no. Tenemos al Banco de Seguros del Estado, que tiene un personal muy capacitado y muy especializado, pero que atiende una zona específica. Y tenemos muchos organismos que se han armado su pequeña mutualista adentro.

Sentimos, entonces, que en el sector público sí hay un camino de racionalización importante a recorrer, pues, además, muchos de esos recursos pueden ser utilizados para bien, para darle al sistema cosas que hoy no tiene. Cada vez que veo al Dr. Maslíah y el nosocomio para traumatizados, pienso que capaz que mañana tenemos que hacer, a partir de eso, un centro de referencia colectivo, usando en buena medida como base el personal del Banco de Seguros, que está bastante ducho en tratar temas que, por lo menos, son bastante parecidos.

El destino del Hospital de Clínicas

También tendremos que discutir con la Universidad el destino del Hospital de Clínicas. Fuimos a conversar, a fin de año, con la Academia Nacional de Medicina, porque nos interesó su punto de vista; no me refiero a los aspectos institucionales, sino a aspectos estrictamente funcionales, cuando lanzó al público la propuesta de que, tal vez, con el mismo dinero, y sin los inconvenientes de reciclar, se podría tener dos o tres hospitales llave en mano, con una escala más humana, en una situación baricéntrica y aun especializada, en lugar de insistir con un edificio cuyo reciclaje -todos lo sabemos- va a llevar ocho o diez años. ¿Cuánto llevó en el Pereira Rossell? Y eso que lo que había que hacer tenía una dimensión mucho menor, porque en el Pereira Rossell era una parte -importante, pero una parte- y además, en términos de dinero, era un tema de veinte millones y este es un tema de ochenta. Lo del Clínicas es una cuestión para conversar entre todos y también con la Universidad, para ver cuál es el rol que quiere jugar en este caso.

No me voy a referir a aspectos que hacen estrictamente a la ciencia médica, como la prevención, el control de epidemias, etcétera, porque todos ustedes lo tienen escrito; no los voy a aburrir con lo que hay que hacer, que ustedes y nuestros asesores conocen bastante mejor que yo. Sí me voy a referir a la parte de organización.

La financiación de los IMAE

Tenemos otro punto que son los IMAE, que son una excelente idea, pero con problemas de financiamiento, ya que los costos han aumentado de una manera importante e incluso hay quienes dicen que hay técnicas que no deberían estar porque ya no deberían ser consideradas de medicina altamente especializada. Pero yo digo que, cambiando algunos aspectos de administración, el hecho de que haya un especie de sobreseguro colectivo, no sólo para lo que es medicina altamente especializada, sino para lo que pueda ser servicios que, de repente, las IAMC -salvo las muy grandes- no estarían en condiciones de montar eficazmente, es un tema a expandir, en lugar de achicarlo; no en cuanto a los costos, naturalmente, que han trepado hasta la luna, pero sí en cuanto al concepto.

La dificultad que vemos es que hay una dicotomía entre el sistema financiero de las IAMC y el de los IMAE, porque las IAMC asumen un compromiso de seguro social colectivo y, por lo tanto, no por acto o por situación. En consecuencia, sería razonable explorar con los IMAE si están dispuestos a ir al mismo mecanismo; o sea, si yo me ocupo de cardiología, de diálisis o de lo que sea, pasaría un precio por atender equis volumen de población, y no por cada diálisis o por cada intervención cardiológica que tenga que hacer, de tal manera que la IAMC pueda cerrar sus riesgos, porque de lo contrario está sujeta a un riesgo específico, y el Estado, como controlador del servicio, también. Y como insistimos en que, para nosotros, es un seguro social, lo ideal sería que todos los actores del sector, paulatinamente, adoptaran el mismo sistema de pago y de asunción de riesgos.

En consecuencia, habría que buscar asignar los roles con más eficiencia, desde lo que hoy está en los IMAE hasta algunas cosas que se podrían incorporar a ese esquema, que no sean necesariamente de alta tecnología.

Habría que ir a algo un poco más planificado, porque la tecnología nos trae cada muy poco tiempo un nuevo aparato -la resonancia, etcétera- y, al final, todos terminan siendo pagados por el mercado; a veces, la relación entre población atendida y cantidad de aparatos es dos o tres veces más que en un país desarrollado, porque resulta que cuatro trajimos el aparato y de alguna manera lo tenemos que hacer funcionar para poder amortizarlo.

La planificación como imperativo

Ustedes no esperaban que algunos que tenemos fama de liberales habláramos de tanta planificación, pero lo cierto es que en un sistema de esta naturaleza el exceso de oferta redunda en una ineficacia del sistema y, entonces, no hay más remedio que planificar. Por supuesto, cuando uno dice «planificar», eso no significa que vaya a dárselo a dedo a Fulano o a Mengano.

Buscaremos de qué manera hay que hacerlo: o consensuadamente -tú haces esto y yo hago aquello- o, si no, aunque sea licitando. ¿Aparece una nueva tecnología de interés? Muy bien: quien la vaya a incorporar asume el riesgo por población.

Si da para tres aparatos, será a razón de un millón de personas por cada uno; si da para seis, atenderá a quinientas mil personas cada uno. Pero, en definitiva, ahí hay un ahorro de escala para hacer.

Medicamentos: el camino de la racionalización

También hay un ahorro para hacer en el tema medicamentos. Ni hablemos de Salud Pública, porque recuerdo todavía cuando el Dr. García Costa -que era ministro, y nosotros supuesta oposición- fue a decirnos que cada ocho frasquitos llega uno al enfermo; o cuando fue el Dr. Delpiazzo a decirnos: «Algunos no apagan el motor del auto: marcan y se van».

Hay mucha cosa para hacer, así como también hay mucha gente que se remanga y hace cosas milagrosas. Hay de todo, como en todo grupo humano.

Lo que pasa es que el Estado tiene algunas dificultades importantes para ser bolichero, para administrar estas cosas, y además todos sabemos que en la mecánica de este asunto de los laboratorios y los medicamentos, hay quienes tienen una buena clientela, por decirlo de alguna manera.

O sea, muchos afiliados y, por lo tanto, un volumen de compra grande y, como están bien financieramente, pueden ir a comprar a precio de ruina los medicamentos que vencen dentro de un mes; y también está el nosocomio público o la mutualista que no se halla en la misma condición y que termina pagando el doble del valor internacional.

Entonces, creo en esa visión de un Ministerio bastante menos dedicado a la prestación directa y bastante más dedicado a ser el socio mayor del sistema, yendo al frente para organizar en la materia una política de compras racional que tienda a bajar costos, y, notoriamente, no manejando él directamente la cuestión; aun en los nosocomios públicos, creo que eso es un asunto claramente a acordar y a tercerizar, porque en esta materia se pierde bastante dinero.

El rol del MSP

Sentimos que el Ministerio tiene que estar cada vez menos en la prestación directa y cada vez más asociado al sector, y no sólo controlando su calidad y exigiendo, sino también liderándolo. Este es un país chico y hay que pensar en un Ministerio que los junte a todos ustedes y diga: «Vamos a conversar con los laboratorios»; o que, si viene el Dr. Maslíah y plantea hacer el Centro de Politraumatizados, diga: «Bueno, muy bien; veamos cómo lo armamos entre todos: ¿se lo confiamos a alguien, con esta estrategia, y haciendo un prepago entre todos, lo sostenemos sobre esas bases?». Y así sector por sector, buscando en todo momento, con sensatez y pragma-tismo, la baja del costo global y, asimismo, el aumento de las horas-médico dedicadas, cosa de la cual estamos firmemente convencidos.

Relación médico-paciente: el tiempo como inversión

Sabemos -lo hemos leído y escuchado, por lo menos en los últimos quince años- que existe la preocupación de que «somos demasiados». Y nosotros decimos que eso depende del sistema de funcionamiento que se quiera adoptar: en el actual, es probable; en el que nosotros queremos adoptar, no.

Deseamos que cada vez más el médico esté más cerca de la familia y dedicándole más tiempo a cada paciente. Estamos convencidos de que, a la larga, eso se paga solo, en calidad y aun económicamente hablando; y hay muchos rubros en los cuales se puede apretar. Y después hay instituciones que notoriamente -todos lo sabemos- tienen problemas de gestión y administración serios e importantes.

El tema es también irlas encaminando. Cuando estuvimos conversando con los titulares de las instituciones, les pusimos un poco como ejemplo algunos otros sectores; por costumbre, puse el de transporte: todos sabíamos que ONDA la iba a quedar.

Habrá que fortalecer a las instituciones, y algunas se tendrán que fusionar, si es necesario y no arreglan sus problemas de funcionamiento. Pero aquí nadie va a quedar en la calle. Esa es la primera cosa.

Habrá que tener también la paciencia y la firmeza de dar primero a todo el mundo la oportunidad de agarrar rueda y ponerse al día; y, en segundo lugar, también habrá que tener la firmeza, si un organismo está comprometiendo el salario de los médicos o la atención de los pacientes, de alentar con sabiduría la fusión, porque aquí no solamente los bancos se fusionan para salvarse. También tenemos que resolver los problemas de esta naturaleza.

Síntesis y perspectivas

Así que, en resumen, les diría -me gustaría después, más que nada, oír algunos requerimientos o preguntas más concretas- que, en nuestro concepto, en los próximos cinco años tendría que haber una expansión y un fortalecimiento de las instituciones; un reordenamiento de los prestadores parciales de salud; un cambio de reglas de juego en todos ellos, incluidos los IMAE; una fuerte presencia del Ministerio, como administrador del sector, planificador a veces y fuerte controlador; y una paulatina transferencia constante de sectores de población al sistema de las IAMC hoy existente. Esas son un poco las reglas básicas de lo que nos parece que hay que ir haciendo, cruzando además, en la población más débil, la atención de salud con la escuela, con el Banco de Previsión Social a través de otros servicios, o sea, no tanto haciendo medicina, pero sí contribuyendo con otras cosas.

En definitiva, pensamos que, con un proceso de racionalización de esta naturaleza, se puede bajar costos en forma significativa en dos o tres grandes rubros, y eso se puede utilizar, no pensando en que el sector va a perder presencia en el Producto Bruto Interno, pero sí que va a mejorar su calidad y que le va a permitir utilizar toda la mano de obra especializada que tiene, con una mayor racionalidad, aun para las propias personas que trabajan en el sistema. Se tiende cada vez más a que el médico sea de una o de dos instituciones -y no de cuatro, con lo que anda «galgueando» todo el día- y a que le pueda prestar más tiempo al paciente. Pongo énfasis en este aspecto porque desde hace muchos años sentimos eso. Naturalmente, todo el mundo dice: «¿Cómo lo pagamos?». Estamos convencidos de que hay un cambio importante a hacer en la relación ingresos/egresos, no sólo por la población, sino también por las medidas que se tomen. Creo que, en eso sí, hay mucho para hacer.

Estas son las ideas básicas de cómo nos moveríamos o cómo quisiéramos que se moviera el próximo gobierno. Estemos donde estemos, vamos a ayudar a que sea así.

Quedamos ahora a las órdenes de ustedes para que nos sugieran algún tema en el que tengan interés en que seamos más específicos.

La gestión de ASSE

Dr. Grillo.- Específicamente, desde el punto de vista del Ministerio de Salud Pública, ¿qué pensamiento tienen sobre ASSE, es decir, sobre si debe continuar o cambiar su rumbo, sobre si debe existir o no? En cuanto a las funciones estrictas del Ministerio de Salud Pública, usted ya planteó marcar pautas de coordinación y hacer una auditoría de las mutualistas, pero, fundamentalmente, ¿qué opina sobre ASSE?

Dr. Atchugarry.- Como dijimos, concebimos al Ministerio con una tarea de gestión bastante distinta. Y vamos a ser muy francos: sentimos que, en el corto plazo, el tema de ASSE pasa por decir: naturalmente, no puede abandonar los hospitales que tiene, ni los médicos de familia que tiene contratados, ni las policlínicas que tiene en diversos lugares, pero lo primero que tiene que hacer es empezar a coordinarse con el resto del sector público.

Y esa es una tarea bien importante, pues todos sabemos que hay sectores de la población atendidos a veces en triple instancia -triplicando los costos, por tanto- y hay otros que teóricamente están, pero que al final no están.

En segundo lugar, creemos que, en materia de gestión, ASSE tiene que tercerizar algunos servicios. El caso más típico es la farmacia.

Francamente, la farmacia yo la tercerizaba a los dos segundos, incluido el programa de computación, que lo tercerizaba con las propias IAMC, con el Centro de Farmacias o quien ustedes quieran; con gente del sector, pero que, en definitiva, haga lo que les hacen a ustedes cuando más de una institución -no voy a mencionar nombres- les dice: «Doctor, este mes usted tiene un 10% más de recetas del medicamento tal; ¿qué comentarios tiene para hacer?». Y que no resulte que aquí había veinte cajas de tal medicamento y ahora no están.

Vamos a las cosas como son, aunque también hay situaciones distintas, porque de pronto hay hospitales que funcionan mejor que algunas mutualistas. El panorama de ASSE es muchas veces como lo que sucede en el Estado: depende de su historia, de quién está al frente, de cómo son las cosas, y hay aspectos que son excelentes, regulares y malos; no se puede decir que todo sea igual.

Pero claramente le diría: para empezar -y todos sabemos a qué nos estamos refiriendo- hay que ser bastante estricto en cuanto a tomar más personal.

Comisiones de apoyo: auditoría y replanificación

En segundo lugar, está ese germen híbrido de las Comisiones de Apoyo y sus facultades de tomar personal y gastar. Porque, si no hablamos de las cosas como son, ¿de qué vamos a hablar? Empezó siendo un pequeño embrión, y hoy estamos hablando de cifras muy importantes. Eso, en algunos casos, funciona muy bien, en otros más o menos, y en otros no sé. Yo, como legislador, he estado diez años sentado en la Comisión de Hacienda, tratando los presupuestos, y no sé realmente cómo funciona. Nunca, por lo menos hasta donde yo conozco, ha habido una auditoría de cómo funciona. Pero lo que está claro es que no es la mecánica razonable. Fue una solución de emergencia, porque al final no había remedios, ni esto ni lo otro, y entonces se decidió ser prácticos; y después se empezó con que capaz que la gente se nos muere porque falta un médico, y así, despacito, se fue llegando a esto. Entonces, volvamos y replanifiquemos.

La transición y sus tiempos

Sin perjuicio de eso, creo que, hablando del largo plazo, el papel de ASSE, en cuanto a prestaciones directas de salud, tiene que ser cada vez menor, hasta que en un futuro muy largo -luego de una transición que se quiere realizar con mucho cariño y dulzura directamente sea un gran fiscalizador y un gran apoyador. Creo que ese es el papel último de ASSE.

¿Por qué va a llevar largo tiempo la transición? En primer lugar, porque las transiciones son costosas si se desean hacer como las deseamos nosotros, de modo que los actores sientan que, lejos de perder, ganan. Si usted es funcionario de tal lugar, hay que buscarle una solución; y esa solución no es difícil porque creo que el laudo privado está mejor que el público, ¿no? De manera que es una transición que, desde el punto de vista personal, no es difícil de hacer en la medida en que tenga como claro objetivo que nadie va a perder su puesto de trabajo, ya que el personal especializado puede ser absorbido sin ningún inconveniente, y el no especializado también; lo que no sé es si por las instituciones, pero sí por el resto del sistema. Pero ese es un asunto de largo plazo. No es para arrancar ni el primero, ni el segundo ni el tercer día, porque todavía tenemos vastos sectores de la población que no tienen acceso efectivo a la parte de prevención y que, además, tienen un acceso a la atención que es complejo y que a veces es difícil de entender para la persona, que, en su desamparo, ni siquiera tiene demasiado claro adónde acudir, salvo que haya una policlínica en el barrio. Y en esa materia también hay una brutal superposición, porque está la policlínica de Salud Pública aquí, la otra allá y otra que es privada.

Me parece que la etapa de los próximos cinco años es, fundamentalmente, de racionalización y de no admitir la expansión, buscando el entendimiento y el acuerdo donde sea posible para dar el segundo paso, no como una prioridad de los primeros cinco años, pero sí como una meta bien clara a largo plazo, apuntando a que la función del Estado es garantizar a la población que tenga un acceso equitativo a la atención de salud, y no necesariamente inyectar o administrar frascos de remedios, cosa que siempre le resulta complicado hacer.

Racionalizar lo evidente

Todo eso es una cosa no sencilla de concretar, así que creo que la primera etapa es racionalizar lo más evidente, lo más notorio. Al Estado esas cosas le llevan tiempo, pero pensamos que con esa primera racionalización se va a lograr una mejora importante en la calidad y un ahorro de costos. Y, sobre todo, hay que empezar con los otros organismos, porque, despacito, han ido creciendo; como tenemos seis médicos que se recibieron, entonces ya montamos un sector médico y después compramos una ambulancia y demás; de eso está plagado. Y a la vez, de repente, nos está faltando una mayor presencia del médico en los barrios más humildes, o respuestas tempranas en materia de determinado tipo de situaciones, probablemente de accidentes o de otra naturaleza. Se podría apostar parte de ese dinero a mejorar la excelencia y la capacitación, cosa que es visible, pues hay organizaciones que uno percibe que cada tanto traen un especialista para que dé una charla de actualización; mientras hay otras que en eso están bastante atrás.

Protagonismo ministerial y control de ingreso

Con respecto al Ministerio, y más allá de los asuntos institucionales -que seguramente también los habrá- creo que lo fundamental es buscar un estilo de relacionamiento diferente, más protagónico, mucho más metido en la toma de decisiones de los organismos, sin que estos actúen como una cosa aparte; y no que en definitiva todo termine en la discusión de la cuota con el Ministerio de Economía, que es en lo que estamos hoy. Todo el gran problema termina en cuatro del MSP sentados delante de cuatro del Ministerio de Economía, discutiendo el tique y la cuota. No es esa la discusión que sirve. Creo que hay que apostar a una forma mucho más ambiciosa. Y, por supuesto, hay temas económicos y las transiciones son costosas, pero es por ahí que hay que encarar la cuestión.

Desde luego, todos tenemos siempre a alguno para recomendar. Por eso digo: estricto control de ingreso, racionalización e ir buscando, vía acuerdo, algunas tercerizaciones o llegar a acuerdos en algunos lugares; pero eso con una agenda muy abierta. Sabemos que el norte está allá y no hay apuro en este camino. Si se dan las cosas naturalmente, propiciaremos un clima favorable para que haya entendimiento y acuerdos que permitan cambios de gestión, que pueden ir desde: «Mire, ministro, de este nosocomio nos vamos a ocupar nosotros mismos; vamos a hacer una cooperativa y lo vamos a gestionar» o «Llegamos a un acuerdo con tal y cual mutualista»; pero no impuesto, porque hoy no hay una prioridad en eso.

Además, muchos tienen que quedar de cualquier manera, ya que no se puede hacer una transición de cinco años con todo el sector público; es imposible. El resto del sector público se ha ido metiendo históricamente, sin tener por qué meterse, y eso parece una mayor prioridad.

Fortalecer las IAMC, extender los servicios, arreglar el problema de los IMAE y racionalizar y mejorar costos y calidades en ASSE: esas son las prioridades de corto plazo.

En cuanto a medidas de largo plazo, ya saben ustedes cuál es el norte para nosotros: básicamente, que el Ministerio de Salud Pública sea a los prestadores de salud como el Ministerio de Transporte es a los prestadores de servicios; es el que los apoya, les consigue las cosas y los regula, pero no anda vendiendo tiques. Pero eso es a diez, quince, veinte años; no sé.

Y como la transición, en última instancia, va a significar para el trabajador una mejora de ingreso, tampoco parece que vaya a haber mucho drama. Pero seguramente tiene sus costos, y por eso digo que, desde el punto de vista humano y de los costos, hay que ir despacito.

Volcar ahorro en educación y salud

Sr. Presidente.- ¿Qué mecanismos de financiamiento podría haber para la incorporación de nuevos sectores a través de DISSE? Hipotéticamente, ¿cuáles podrían considerarse?

Dr. Atchugarry.- Primero: el ingreso de esos cien mil que hoy no están se paga, a nuestro juicio, con las economías que se generen. Esa es la primera e inmediata situación.

Segundo: si sumamos lo que están gastando ASSE y el resto del sector público y lo racionalizamos, eso nos permitiría, para la mitad del siguiente gobierno, dar un segundo paso. Primero hay que encaminar esta racionalización.

Tercero -y esto también como una orientación-: en la medida en que el Estado vaya generando ahorro en otras áreas, nuestra prioridad es volcarlo en educación y salud, y fundamentalmente con destino a los sectores de menor poder adquisitivo.

Entonces, si nos va bien, es decir, si los vecinos se arreglan y volvemos a un promedio de crecimiento de la economía del 3%, no va a haber dificultades, porque todo parece indicar que el gran aumento de la factura jubilatoria que tuvimos que enfrentar en este gobierno, básicamente por la baja de la inflación -el gobierno perdió 400:000.000 de dólares al año de impuesto inflacionario, voluntariamente, por bajar la inflación-, no se va a volver a dar; estamos en el 5% de inflación y el nivel de gasto actual no va a incrementarse más.

La reforma del Estado

En cuanto a la reforma del Estado -que fue tan benigna que la Asamblea General creó una comisión para recibir quejas y no se recibió una sola; a los únicos que recibía era a los pobres cincuenta funcionarios de Subsistencias, cuya situación se había planteado antes de la ley de reforma de Estado; lo había hecho el gobierno anterior- fue una reforma muy costosa.

De cualquier manera, con otra reforma que tuvo cero costo -una iniciativa que hicimos con Batlle, que fue prohibir el ingreso de funcionarios administrativos y auxiliares en varias áreas de la Administración- a la disminución en 7.000 del número de empleados por obra de la reforma del Estado se agregó, mediante ese otro mecanismo, un descenso de 7.000 más.

Hoy el Estado tiene ocupados 14.000 cargos públicos menos. Y este año no se va a producir lo que es la historia del país: aquí no se va a salir a dar cargos, por lo menos en el Estado central y en las empresas que de él dependen. En las intendencias, Dios dirá; pero la Constitución nos impide meternos en eso. Incluso, alguna vez que se quiso negociar cierta prudencia en esa materia, invocaron -con razón- la Constitución, y así quedó.

Los vecinos de cada departamento dirán qué es lo que hay que hacer. Pero reitero: en el Estado central hay para hacer, despacito, con prudencia, con disciplina; yo diría que, básicamente con disciplina, se puede asegurar que el costo no va a subir y que se puede reasignar recursos. Para nosotros, la prioridad son las familias que hoy no están atendidas. Y eso puede terminar en que, de repente, se llame a todas las IAMC y se les pida que coticen el precio con baja hotelería, para hacerse cargo de 200.000 personas; aunque sea con salas para ocho, pero con la misma categoría desde el punto de vista de lo que interesa, o hasta con algo más; tal vez, con una mayor dedicación a la prevención.

Gasto público: «bajando y volcando»

Creo que la única manera de fortalecer al sector es -insisto- incorporar a esa población que hoy está en ese vacío entre los que se asisten regularmente en Salud Pública y los de las IAMC. Siempre hay, según los estudios, 300.000, 400.000 o 500.000 personas que no se sabe dónde están. Nosotros sentimos que la mejor inversión que podemos hacer es en ese sector. Y eso es una decisión política muy fuerte para nosotros.

El mayor proyecto de inversión no es el puente Colonia-Buenos Aires, sino esos 200.000 chicos, o algo menos -porque de pronto uno empieza a desbrozar y encuentra que algunos están fuera del sistema, pero resulta que el papá es contrabandista y gana más que todos nosotros juntos-; de repente son menos de 200.000, pero es seguro que 100.000 y pico hay. Son etapas para ir siguiendo.

Fíjense que el Estado, en su conjunto, está gastando 33,1% del producto; depende de cómo se mida, porque he visto a los economistas hacer la cuenta de manera distinta y a veces se olvidan de algún costo o lo duplican. Pero, básicamente, es un peso de cada tres.

Así que las áreas para buscar una mejor ordenación del gasto existen, y no con fórmulas milagrosas, sino con paciencia y disciplina. En esta Administración -nosotros pensamos tener aún algo más de paciencia y disciplina- se ha logrado que haya 14.000 cargos menos, y no hubo una queja. Así que uno puede ir bajando y volcando, bajando y volcando. Y hay algunas cositas más para hacer.

También hay otras necesidades; no sólo la salud es prioritaria, pero para nosotros es una prioridad de primer nivel.

Colegiación: filosofía y redacción

Dr. Barrett Díaz.- Con respecto a la regulación legal del ejercicio profesional, la verdad es que, regional e internacionalmente, el sistema más usual es el de la colegiación de la profesión, con fuerza legal.

Dr. Atchugarry.- Sí, sé que ustedes tienen una preocupación al respecto.

Dr. Barrett Díaz.- En nuestro país, mal que bien, hemos logrado vivir con una serie de normativas elementales pero que han funcionado hasta ahora. Sin embargo, regionalmente, la situación es muy asimétrica, porque tanto Argentina como Brasil disponen de un sistema de colegiación bastante rígido. Y nosotros, preocupados no sólo por las garantías del ejercicio profesional, sino por el servicio que se va a brindar al usuario ante una eventual libre circulación de servicios a nivel regional por parte de profesionales de los países vecinos, hemos dado un poco un golpe de timón y, en lugar de hablar de la colegiación médica, junto con la Agrupación Universitaria hemos estructurado un anteproyecto de ley de regulación de todas las profesiones. Tiene la ventaja de ser muy flexible porque es una ley marco, muy genérica, y que incorpora lo que los antiguos proyectos todavía no tenían, que es la garantía al usuario en cuanto a la calidad del servicio profesional.

Los muchos proyectos que se habían presentado no han tenido aprobación y ni siquiera han sido considerados. Es cierto que en esta iniciativa va implícita cierta delegación de potestades hacia estos nuevos organismos reguladores del ejercicio; estaría enmarcado en el orden jurídico nacional, pero delegando ciertas funciones y potestades.

Por tanto, ante la inminencia de nuevas etapas del relacionamiento institucional regional y teniendo en cuenta este proyecto presentado por la Agrupación Universitaria, quería preguntarle qué actitud tendrían en cuanto a la regulación legal del ejercicio profesional por medio de los colegios profesionales.

Dr. Atchugarry.- Por supuesto -conocemos la inquietud hace tiempo, pero no esta redacción- estamos dispuestos a estudiar con mucha seriedad el tema. Pero quisiera ir un poco más lejos; le podría decir que depende de cómo esté redactado, porque no hay problemas filosóficos en contra del asunto, pero quiero ir a la raíz de la cuestión.

La raíz del problema es la región y el mundo, pero sobre todo la región. Y yo no sólo no quiero que ustedes sufran daño, sino que quiero ser exportador de los servicios profesionales uruguayos. Entonces, más allá del tema de la colegiación, nosotros hicimos algún tipo de contacto. Uno de los contactos fue en noviembre y diciembre pasado con todas las universidades; hablamos con el rector Guarga, con el decano de la Facultad de Medicina -aunque no estaba referido particularmente a la cuestión médica- y con las universidades privadas. Tenemos un asesor que nos dijo que hay que hacer lo mismo que hicieron los franceses con Niza, donde establecieron un centro regional, tanto universitario como científico, aprovechando una infraestructura que está parada durante mucho tiempo, porque a Niza le pasa lo mismo que a Maldonado: el clima hace que durante nueve meses haya una gran infraestructura totalmente subutilizada.

Exportar excelencia

Nosotros somos partidarios de hacer un centro de referencia, y naturalmente, en el área de prestaciones de salud, deseamos ser «exportadores» -entre comillas, porque a veces el paciente viene aquí-, es decir, tratar de buscar un centro de excelencia, llegar a arreglos con universidades del norte y procurar hacer lo que solamente Argentina está en condiciones y, de hecho, está empezando a hacer. Hay todo un mercado -que podría ser el área de lo que fue el Protectorado de los Pueblos Libres, de Artigas -no en vano a Artigas lo querían matar todos porque el proyecto era demasiado bueno desde el punto de vista económico como para permitirle que lo llevara adelante- que es el área que va desde Bolivia, el norte argentino y Paraguay hasta el sur de Brasil, que es el colector natural al cual podemos apuntar ofreciendo posgrados, actualizaciones y carreras, combinado con la educación a distancia que las universidades del norte están haciendo, de modo que en el título diga no sólo Universidad de Montevideo, sino también Universidad de Harvard o la que sea, cosa que al papá, que paga la factura, le sirva y el hijo pueda obtener el título aquí. Y habría que ambientar, al mismo tiempo, la cuestión tecnológica, no sólo en el área médica, sino en todas las otras profesiones.

El comercio electrónico

El otro asunto es el comercio electrónico, y eso también tiene que ver con el trabajo profesional. Si usted crea un equipo multidisciplinario para tratar lo que sea, conectado en tiempo real por las computadoras: ¿dónde baja la facturación de ese negocio? Cada vez va a ser más así. Uruguay tiene que dar facilidades fiscales para los negocios de comercio electrónico, y hablo de comercio en sentido muy amplio, no sólo de bienes y servicios, sino abarcando también el intercambio intelectual o las prestaciones de equipo. La pauta está dada por el hecho de que compañías que tienen un millón de dólares, venden setecientos millones de dólares porque son compañías de Internet. Incluso hay un uruguayo en una compañía de ese tipo. Ahora se derrumbaron un poquito porque estaban un poco sobrevaluadas, pero siguen valiendo un dineral. Los que entienden de esto sienten que ahí hay un área que hay que trabajar.

Uruguay como centro regional

Tercer asunto -y aquí vamos ya más directamente a la medicina-: cuando yo decía que tenemos que crecer es porque aspiro a que en las áreas en que se pueda dar, porque tenemos profesionales con el nivel como para intentarlo, apuntemos a ser un centro regional, para tratar de brindar servicios especializados a la región cada vez más. Y no hay ningún argumento para no hacerlo. La media de formación de nuestra población es buena. La Universidad se ha quedado un poquito; no tiene el prestigio que tenía veinte años atrás -concretamente, en el área de ustedes, ya que mucha gente venía a formarse aquí; además, era gratis- pero eso es rápidamente reconstituible en la medida en que uno ya siente en la Universidad vientos nuevos, ganas y esfuerzo. Después, como siempre, faltará el dinero, porque no sólo con espíritu se hacen las cosas.

Así que yo creo que hay que apuntar a la inquietud última, más que ver cómo impedimos que se nos metan colegas de otras partes de la región, sin perjuicio de que eso se pueda reglamentar a través de la colegiación, que, como usted decía, también comprende otros aspectos, como los relativos a la correcta praxis y a los derechos del usuario. En esta materia, como en muchas otras, los usuarios de diversos servicios en este país están bastante desamparados. Seguramente, hay que avanzar en los derechos del usuario en muchas materias. Pero, más allá de que eso seguramente lo vamos a tener que hacer -porque si lo tienen nuestros vecinos, habrá que dar la misma cobertura a nuestros usuarios y a ustedes, como profesionales- tendrá que ser lo más flexible posible. Yo confío mucho más en mejorarles las condiciones a ustedes para que no sólo no tengan que temer la competencia de la región, sino que, por el contrario, puedan generar nuevas oportunidades, con una actitud muy decidida del Estado de dar facilidades para crecer en eso. Porque, además, los uruguayos cada vez tenemos más vocación por los servicios, y los servicios están todos interconectados; si usted logra que alguien venga aquí a tratarse de cierta enfermedad -porque armó un centro especializado, en el que puso dinero y el Estado ayudó un poco, y ese centro ha sido reconocido aquí y allá- también le da vida al señor que tiene un café en la esquina y que le vende un sandwiche al pariente que vino a visitar al enfermo. Estamos convencidos de que, desde bienales de pintura hasta centros de alta tecnología, todo eso hay que hacerlo. Es lo que se hace en Europa. ¿Por qué hay que hacer algo en tal ciudad europea? Porque durante muchos años hizo las cosas bien, y todo el mundo se fue convenciendo de que, para estar presentes de verdad en tal mercado, hay que ir a Frankfort o a Colonia.

Reflexiones largoplacistas

Hay que apostar a algo de largo plazo. Keynes decía que en el largo plazo estaremos todos muertos. Yo siempre digo que si los que pensaban así hubieran hecho a largo plazo, yo no hubiera heredado los problemas que no les quiero dejar a mis hijos. Así que yo soy un largoplacista.

La colegiación será una protección, diría, más que efectiva, psicológica, porque no veo que haya una invasión masiva por ahora, sobre todo en la profesión de ustedes, que está muy armada y en la que es difícil entrar. En otras, como la mía, de pronto es más fácil.

Olvidaba mencionar algo: nosotros queremos, a toda costa, limitar la responsabilidad civil, cosa que se puede hacer. Es más: lo que queremos es regularla, porque está en el viejo Código Civil. La de ustedes es una responsabilidad contractual y, en consecuencia, siempre se pudo hacerlo, salvo cuando hay dolo y demás, que no es el caso. De lo contrario, la tendencia va a ser la que vemos en todo el mundo: va a haber un rubro que va a empezar a crecer agigantadamente, que es el seguro que tienen que tomar ustedes y las instituciones para cubrirse de la demanda civil. Y no tiene sentido; no está en el espíritu nacional. Está bien que, si hay un daño, debe indemnizarse, pero también, para que un servicio tenga menor costo, las demandas no pueden ser descabelladas. Si bien este es un asunto que todavía, en volumen, no es demasiado importante, va evolucionando. Justamente, hay que tratarlo antes de que evolucione demasiado; hay que hacer también medicina preventiva en este tema. Y hoy ya es un factor, por lo menos, de fricción y de preocupación. Conozco a más de un colega de ustedes que me ha enviado un papelito para que lo mirara por arriba y viera si con eso quedaba cubierto; y mi respuesta es que, estando en juego el daño moral, es difícil que haya un papel que cubra del todo. Pero vamos a hacer una cosa explícita, estableciendo que esto se hace de tal manera, y luego cada uno opta.

En la ley de seguros, puse lo de las mutuas, lo cual es socializar el riesgo -en definitiva, lo que hace una compañía de seguros es socializar el riesgo- sin tener que contratar un seguro. Se podrá hacer a través de un fondo común, si quieren, o si no, contratan con una compañía de seguros, si así lo desean; y hay instituciones que son tan grandes que ni siquiera tendrán que hacerlo, ya que tienen una masa tal que les permite ser su propio asegurador. Pero lo que sí está claro es que hay que ir a una limitación de la responsabilidad.

En cuanto a la pregunta formulada, reitero que estamos dispuestos a analizar el tema, tratando de que sea -como usted mismo señaló- lo más flexible posible. No tenemos ningún problema en ese sentido. Y, fundamentalmente, debe haber una actitud activa de fomentar el mejor de los caminos; es decir, que ustedes no tengan competencia porque son mejores y con menor costo, y que traten de ver qué pueden recoger, no en Buenos Aires, pero sí en Rosario; no en San Pablo, pero sí en Río Grande o en Asunción. Estamos convencidos de que, si se dan las condiciones, se puede recoger.

Seguridad Social: los dos sistemas

Esc. Lorente.- En la reforma de la seguridad social se establecía la obligación del Poder Ejecutivo de enviar proyectos de reforma respecto de las Cajas paraestatales. El Poder Ejecutivo cumplió con esa obligación y el Parlamento decidió postergar su consideración hasta la próxima Administración. ¿Cuál es la idea de su partido con respecto a este tema?

Dr. Atchugarry.- Tenemos dos sistemas, el de retiros y el de las Cajas paraestatales, que no han sido tocados. Para nosotros -y mire que somos pioneros en esto; hay quien dice que hasta nos costó una elección- nunca fue una prioridad las paraestatales, en el sentido de hacer algo no deseado por ellas. Creemos que, de hecho, son un sistema privado y, por lo tanto, estamos en la actitud inversa, de decirles: «Bueno, ¿cómo lo quieren hacer? ¿Cuenta colectiva? ¿Solidaridad intergeneracional? ¿Ahorro individual? ¿Sistema mixto?». Para nosotros, no es un tema.

Lo que sí tenemos claro es que los cálculos a largo plazo es bueno que cierren, para no dejar un problema para el futuro; es más que nada una actitud de responsabilidad. Todas esas Cajas tienen acumulado dinero, y bastante; de modo que en los próximos cinco años no van a tener problemas. Y eso va a ser así varios años más, porque la vía cada vez más preferida por los uruguayos es el acceder al nivel universitario, y la matrícula ha ido creciendo todos los años, por lo que ha habido un crecimiento tanto en los profesionales en general como en los notarios. Los que sí están bastante más preocupados son los bancarios, justamente porque no ha habido un crecimiento de la base.

Proyecciones

En la Caja Profesional y en la Caja Notarial el tema es cuál va a ser la proyección. Si sigue habiendo crecimiento y cada vez ingresan más profesionales que los que se jubilan, la relación va a mejorar. En la Caja Profesional la relación es 4 a 1, mientras que en el BPS es de 1,2 a 1. Los bancarios sí están preocupados. Y en el caso de la Caja Militar y la Policial, el problema es a la inversa: por cada activo hay como tres jubilados. Es un desastre; eso no tiene forma de cerrar. Pero es un asunto que lo tendremos que conversar con ellos. Además, el sistema tiene alguna perversidad, ya que fomenta que el personal subalterno, en determinada etapa de su carrera -cuando le quedarían diez o doce años de servicio activo útil, sobre todo el personal especializado- tiene una especie de incentivo para irse, lo que va inclusive en perjuicio del servicio. El sistema original preveía que si alguien se retiraba, por ejemplo, con quince años de servicios, le daban una jubilación congelada, que en tiempos de inflación era una especie de seguro de paro alargado, que a los cinco o diez años terminaba siendo menos que el valor de un boleto. A su vez, si se llegaba a los años de servicios que se deseaba -veinte o treinta- se tenía la famosa escala móvil, que vinculaba el haber de retiro con el sueldo de actividad. Entonces, el sistema -bueno o malo- funcionaba correctamente.

Después se les extendió la reforma de la Constitución, pero, aunque no se les hubiera extendido, al volver a una inflación de un dígito, que haya o no reajuste, desde el punto de vista económico, no interesa. Entonces, ellos tienen que hacer un poco una revisión para ver qué es lo quieren: pagar mejor a los activos o seguir con este sistema, donde el activo es el que sufre, porque la población está dispuesta a pagar tanto, por ejemplo, en seguridad pública, pero si el sistema de retiros es cada vez más costoso, a la larga el activo sufre. Y además se va personal en buena condición. Después viene el ministro del Interior a plantear que le permitamos tomar a gente que se retiró hace pocos años, y por supuesto que están todos trabajando. Hoy el personal se puede retirar con quince años de servicio; si entró a los dieciocho, lo puede hacer a los cuarenta y tres años.

Ese es un tema prioritario y delicado, porque además el sistema de retiro no es igual al sistema de previsión social usual. Yo soy más partidario de tratar de volver al sistema de retiro original, adecuando las edades, porque ahora las condiciones son distintas y permiten un servicio activo más prolongado que antes. Pero tiene que ser eso: un sistema de retiro; no tiene nada que ver con la previsión social del resto del país.

Las Cajas paraestatales en números

En cuanto a las Cajas paraestatales, insisto: la Caja Profesional tenía U$S 1:000.000 a favor en 1992, cuando lo fueron a ver a mi difunto y gran amigo Álvaro Carbone; y fue ahí que le pasamos el bendito IRP, que ha dado lugar a tanta discusión sin sentido, que eran U$S 3:000.000. La Caja está haciendo una corrección -que es la parábola, como la llaman ellos- cambiando la situación de la población media de profesionales, aumentándoles, y además la institución ha hecho un colchón financiero que, al 31 de diciembre de 1998, es de U$S 95:000.000 en los bancos, más lo que lleva puesto en el edificio, que va a terminar costando unos U$S 30:000.000. Y nunca lo he criticado, porque lo están construyendo a U$S 500 el metro y lo quieren vender a U$S 1.500; o sea que, si logran venderlo, van a tener una ganancia fantástica. No sé si lo van a vender o no, pero si lo venden a esos precios, van a hacer un excelente negocio.

Hablando como profesional

Ahora voy a hablar como profesional. Hasta aquí hablé como político y, en ese sentido, estoy para plantear: «Muchachos, ¿cómo lo quieren hacer?»; y cuando digo «muchachos», no me refiero a los directivos de la Caja, sino a los profesionales. Para mí está bien como ellos lo quieran hacer. En la medida en que no le pidan recursos al resto de la sociedad, son dueños y señores de hacerlo como quieran.

Lo único que yo percibo -y ahora sí hablo como profesional- es que la Caja de Profesionales es la única que no cobra en función de los ingresos. En consecuencia -para no hablar de los médicos, voy a hablar de mis colegas- si yo tengo el estudio -no voy a mencionar nombres propios porque queda mal, pero todos los conocemos- que atiende a la Asociación de Bancos del Uruguay o a la Pepsi Cola o a la Coca Cola, pago lo mismo que el que sólo se ocupa de divorcios. No digo que se salga a cobrar un disparate, pero me parece que a los profesionales más jóvenes hay que aflojarles un poquito en la cuota, que, hoy por hoy, para algunos es un 20% de sus ingresos, mientras para otros representa un 0,5%. Hay que emparejar un poquito. No se puede intentar cobrar por todos los ingresos, porque no hay ningún sistema que lo haga -sería un disparate- pero podría ser un poquito más para poder aliviar en algo a los que están en la mitad de la tabla. Hoy es bajo el primer escalón, el grado I, pero después pega el salto. Y además todavía faltan algunos pasos para dar en la parábola, o sea que todavía se va a empeorar más la situación.

Por eso, como profesional, pienso que habría que ir a un sistema según el cual, por ejemplo, en el caso de los que ganan más, la cuota no podrá ser inferior al 5% o al 6% de sus ingresos reales, que tampoco es algo que no se pueda soportar, y así se estaría aliviando un poco a los que están «galgueando». Es lo que yo haría como profesional, pero votando en una asamblea de profesionales. Como partido político, la posición es: «Muchachos, como lo quieran hacer».

Para terminar, quiero señalar que nuestra presencia hoy aquí, más que para venir a hablarles de cuestiones que seguramente algunos no conocerían y otros sí, es fundamentalmente para decirles que tenemos un extremo interés en establecer un canal de comunicación abierto. Creemos que hay muchas cosas para hacer, por lo que invitamos, comprometemos e intimamos a que nos vengan a plantear propuestas. Esto no es la actitud facilonga de decir que todo lo que nos propongan va a estar bien. Aunque sea para pelearnos, les pedimos que nos propongan cosas que nos ayuden a abrir la cabeza.

Sr. Presidente.- En nombre del SMU, agradezco a todos los compañeros que han venido hoy y, especialmente, al Dr. Atchugarry.

Dr. Atchugarry.- Muchas gracias. Quedamos a las órdenes de todos ustedes.

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