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Noticias - Diciembre de 1998 - No 96 SEPARATA

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José Díaz
«Cardoso fue gran articulador de la difícil salida democrática»

Por Armando Olveira

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Un momento inolvidable para socialistas y fuerzas democráticas uruguayas. Cardoso destruye simbólicamente el muro que tapiaba la entrada de la Casa del Pueblo del Partido Socialista. Fue un activo movilizador de las fuerzas opositoras al régimen, dentro y fuera del país.

El Dr. José Díaz realiza un afectuoso repaso de la vida de José Pedro Cardoso. El compañero. El líder. El legislador. El articulador del Frente Amplio. El negociador de la salida democrática. "Estuvimos juntos casi medio siglo. De su figura política saco su entrega sin medida en favor de las causas populares. De su entrañable imagen personal me quedo con el afecto. No tenía límites", anotó. Díaz lo recuerda como "tribuno de características excepcionales. Tenía energía, estampa y gesto, de aquellos hombres acostumbrados a compartir sus conceptos de frente al público".

- ¿Qué le queda del primer encuentro entre ambos?

- El primer encuentro tiene su historia. Al igual que José Pedro, yo soy un hombre del interior, de la clase media urbana de Tupambaé. Ahí terminé la escuela y luego hice el liceo en Batlle y Ordóñez. En ese primer tramo de mi militancia social y política ya tenía referencias sobre su fecunda personalidad. Eran datos periodísticos a través del semanario El Sol que llegaba a la peluquería de un entrañable personaje del pueblo, Farid Salomón, un socialista a carta cabal. En esa época no había offset, así que lo conocí a través de una foto que publicaban todos los números. Era siempre la misma. Un gesto de Cardoso dirigiéndose a una tribuna, muy concentrado en el discurso. Luego pude juntarme con una segunda foto, de fotógrafo profesional, con algo de pelo. Cómo se recordará, El Sol fue clausurado por Pacheco Areco cuando el Partido pasó a la clandestinidad, a mediados de los 60. Cuando vine a Montevideo me incorporé a la FEUU, como estudiante del interior. Desde ahí ingresé a la Juventud Socialista. A Cardoso lo conocí personalmente a fines de los 40, la primera vez que entré a la Casa del Pueblo. El primer Congreso al que asistimos juntos fue en 1953, cuando ya había de por medio una relación muy estrecha. Fue ahí que los jóvenes comenzamos a dar batalla en favor del "tercerismo" latinoamericanista que defendía ViviánTrías. Ese fue el principio de los enfrentamientos con Emilio Frugoni, quien sostenía una concepción más europea. En esa etapa, Cardoso, Cassinoni y Trías comenzaron a apuntalar a los sectores juveniles del Partido, en detrimento de la posición ortodoxa sustentada por los históricos.

- ¿Qué recuerda de la relación entre Cardoso y Frugoni?

— José Pedro y don Emilio tuvieron una primera etapa de muy estrecho acercamiento, que va de las décadas del 30 y 40. Luego pasaron a un entendimiento político básico y un cierto distanciamiento que se iba haciendo ostensible en la medida que avanzaba el "tercerismo".

 

Cardoso fue diputado del Socialismo fundado por Frugoni; por lo tanto, de alguna manera era su discípulo político. Frugoni era un hombre de praxis radical, de pocos amigos. En cambio Cardoso era un hombre jovial, de temperamento chispeante. José Pedro sabía, naturalmente, escuchar y comprender. Por lógica se adecuaba rápidamente a los cambios del mundo. Era un hombre dialéctico. Cuando llega el proceso refundacional de los 50 se separan abruptamente. Cardoso se sumaría al cambio con Trías y Cassinoni; en cambio, Frugoni no acompañó ese proceso. La ruptura definitiva se produce cuando los ortodoxos (luego de una experiencia fallida de la Unidad Popular en 1961) reclaman el lema del Partido, las propiedades y el comando de la organización. Desde ese momento se da la ruptura política total y, paralelamente, el distanciamiento personal entre ambos. Los más fuertes ataques de don Emilio no eran contra nosotros los jóvenes, ni contra Trías... sino contra Cardoso.

- ¿Quizá por aquello de que se sintió traicionado por alguien muy cercano?

- Pero no hubo tal traición, sino que fue solamente el surgimiento de nuevas corrien- tes de pensamiento, ante las cuales Frugoni no supo adaptarse. No obstante, reconozco con objetividad que esa generación intermedia tuvo mucho que ver con la renovación. Sin José Pedro, ni Cassinoni, hubiera sido imposible tal reformulación.

- ¿Nunca más se reconciliaron?

- Lamentablemente, no. José Pedro sufría mucho por los ataques de don Emilio. Y así murieron ambos.

- ¿El paso de los años no reubicó mejor la imagen de Frugoni?

- Amortiguó un poco, pero las heridas nunca terminaron de cerrarse. José Pedro quedó muy herido. Y digo más, a pesar de la imagen de rigidez, don Emilio pareció tener mucho más capacidad de reconciliación.

- ¿Cómo se llevaba con Trías?

- Era una relación de admiración y necesidad mutua.Vivián fue el ideólogo intelectual de lo que José Pedro defendió durante el resto de su vida. Y José Pedro fue el mayor divulgador político del "tercerismo" de Vivián. Ambos eran hombres de tener amigos, y como tales cultivaron una profunda amistad. Eran como hermanos. En los últimos años de Cardoso, los recuerdos de Trías y Cassinoni se hicieron más fuertes, al igual que los sentimientos de dolor hacia Frugoni. José Pedro acompañó a Vivián en los últimos tramos de su enfermedad, en plena dictadura. El principal orador del sepelio fue José Pedro, como no podía ser de otra manera... en un acto de valentía que lo enalteció. Entre ambos había algunos ejes comunes: cultura, universidad, partido, gremialismo.

- ¿Y con Cassinoni?

- En este caso el eje era la profesión médica, el Sindicato Médico y, fundamentalmente la Universidad. Cassinoni fue, quizá, el más grande estadista universitario de la historia del país. Un verdadero conductor político. Con esto quiero decir que con Mario también había una gran complementariedad. Era otro entendimiento dsitinto al de Trías. Cardoso era un político de raza, un gran parlamentario, que se entendía a las mil maravillas con el rector que provocó los mayores cambios de la Universidad de la República.

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Dr. José Diaz: discipulo, amigo y compañero de José Pedro Cardoso.

- ¿Qué cree usted que unía a estas tres personalidades tan distintas?

- Creo que fue el ideal socialista. Trías fue un devoto del tercerismo, un estudioso de la lucha de los pueblos del tercer mundo, un americanista a carta cabal, un enamorado de la revolución boliviana. Cassinoni fue un universitario forjado en la reflexión de los grandes librepensadores socialistas y con una fuerte sustentación batllista. Cardoso, en cambio, se situaba ante los problemas desde el punto de vista del humanismo español de los 30. Los tres tenían un fuerte sentimiento de solidaridad, pero partían de muy distintas experiencias vitales. Se encuentran fácilmente, porque no hay tanta distancia entre un republicano español, un tercermundista y un batllista de izquierda. Hubo puntos de encuentro que unieron a tres grandes personalidades. Lamentablemente para el país, Trías y Cassinoni murieron muy jóvenes.

- ¿Cómo recibió Cardoso esa fuerte influencia republicana española?

- Me inclino a pensar que fue durante la preparación del congreso fundacional de FEUU, de 1929. Por esa época era Cardoso el presidente, y su otro gran amigo, Arturo Dubra, secretario general. Poco tiempo después viene la República, pero ya antes había españoles viajando por el mundo. Profesores de primer nivel que influyeron en los jóvenes de la época. El golpe franquista lo pesca en plena etapa juvenil, ávido de conocer la política internacional. Era lo que impactaba a diario. Y para un socialista, ser partidario de la República era casi una obligación moral.

- ¿Era un opositor duro?

- Nunca fue blando, ni contemplativo. Tenía un intransigente enfrentamiento con los sectores tradicionales que defendían a la burguesía y oligarquía nacional e internacional. Tenía capacidad de diálogo, pero desde una postura de principios que interpelaba, cuestionaba y denunciaba. No aflojaba en nada.

- ¿Le gustaban sus discursos partidarios y parlamentarios?

- José Pedro era un brillante orador, un insuperable constructor de frases sustentadas en ideas irrefutables. No solamente tenía la pedagogía a flor de piel, sino la pasión del político de raza. Tenía una gran vocación docente, pero debió abandonarla a causa de su compromiso político. Era un tribuno de características excepcionales. Tenía la energía, la estampa, los gestos de aquellos hombres maravillosos acostumbrados a compartir sus conceptos con personas, no con una cámara de televisión. No debemos olvidar que el gran objetivo de cualquier político de izquierda era seducir a mayorías que hasta hace relativamente poco tiempo le eran hostiles.

- ¿Improvisaba?

- Era fantástico para la improvisación. Un ejemplo incontrastable de que su habilidad prácticamente se acabó muy poco antes de morir, fue un acto de homenaje que la ciudadanía le realizó en el cine Plaza, cuando cumplió 90. En su discurso de respuesta demostró tener una energía y un brazo cautivantes. Es cierto que llevó algunos apuntes, pero el ejercicio expresivo y el enunciamiento fueron todos suyos. Fue su última gran clase de seducción, pedagogía y proselitismo.

- ¿Cuáles eran sus temas preferidos?

- Con frecuencia hablaba sobre temas de salud, medicina, seguridad social y medio ambiente, pero tenía uno que trajo desde la cuna y que dominaba admirablemente: el agro. Lo manejaba con el conocimiento profundo del hombre de campo. No había tema nacional o internacional que le fuera ajeno. Y tenía otra ventaja, sabía crear en la gente una imagen de confiabilidad. El auditorio creía su discurso, aceptando o no su contenido, según el pensamiento propio. José Pedro trasmitía ideas claras con brillo oratorio, y también entregaba su honestidad personal. Atraía a la gente, en el acuerdo o la discrepancia. Los socialistas tuvimos grandes oradores, de los cuales el público solía decir "qué bien habla", pero ninguno con la capacidad de convicción de Cardoso.

- ¿Y con la pluma?

- Escribía muy bien. Hizo periodismo político durante muchos años. Fue director de todos los semanarios socialistas de este siglo: El Sol, El Oriental y Alternativa Socialista. Tenía una gran capacidad de editorializar sobre cuestiones vinculadas con la ética política y sobre la situación de América Latina. José Pedro fue el primer gran fiscal contra la corrupción que tuvo la izquierda uruguaya. Y fue un gran analista de política internacional. - Mencionó el interés de Cardoso en temas latinoamericanos, algo demostrable por su integración a comisiones de apoyo dentro de la región. - Su más notable contribución en ese aspecto, fue con la Comisión de Solidaridad con Nicaragua. En plena dictadura lo nombraron presidente, porque se confiaba que la dictadura no iba a tocar a un anciano tan venerable. Y, efectivamente, hizo su trabajo.

- ¿Cuál fue su papel en la fundación del Frente Amplio?

- Fue un excepcional zurcidor de acuerdos internos, entre agrupaciones que no siempre estaban en la misma sintonía. Basta recordar que socialistas y comunistas tenían estrategias muy diferentes, hasta si se quiere opuestas. Nosotros concebíamos al Frente "Amplio" como una agrupación de amplia base social. Debía ser una amplia alianza de clases. En cambio, otros sectores pensaban en un movimiento uniclasista, el Fidel, cuyo gran objetivo era romper con la oligarquía de las 500 familias. Lo de las familias es cierto. Lo equivocado era la propuesta comunista de unidad socialista, de trocha angosta. Cuando la estrategia socialista se unió con la táctica, sin exclusiones, de los comunistas, en ese mismo momento se conformó el Frente Amplio. Pero antes fueron necesarios acuerdos muy dificultosos que fueron integrando a ambas corrientes. Otro tanto ocurrió dentro del seno del Socialismo. No todos estaban convencidos de las bondades de la inminente coalición. En ese período de 1965 a 1972, la tarea de Cardoso fue imprescindible para crear los acuerdos que dieron lugar al Frente Amplio. A tal punto, que siendo yo el secretario general del Partido Socialista, fue él la figura designada para integrar la primera mesa política. Era la figura reconocida a nivel popular. Cuando se firmó el acuerdo de creación del Frente Amplio, el 5 de febrero de 1971, en la hoy sala Zelmar Michelini del Palacio Legislativo, los signatarios fuimos Cardoso, Trías y yo.

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Entre otros, diputados Jorge Coll, Guillermo Álvarez  y Carlos Pita; senadores José Korzeniak, Reynaldo Gargano y Carlos Julio Pereyra y directores de la IMM Miguel Fernández Galeano y Wilfredo Penco.

- ¿Cómo vivió Cardoso el trágico episodio del golpe de Estado?

- Su casa se transformó, de la noche a la mañana, en eventual centro de oposición contra la dictadura. Todavía vivía en Agraciada y 19 de Abril. Cardoso fue la larga bandera del Frente, desplegada en la noche de la dictadura, al igual que Líber Seregni, Juan José Crottogini y Alba Roballo. Además de su gran papel interno, le cupo otro tanto o más importante en el frente externo. Era el único dirigente frenteamplista que podía entrar y salir del país. ¿A dónde? A reuniones de la coordinación socialista en el exterior, en América Latina y Europa. Cardoso fue determinante para el mantenimiento de la dirección socialista dentro de territorio uruguayo. Era el presidente del Partido. Manteniendo en alto las banderas de la democracia. Fue un referente para todos los frenteamplistas, por tratarse de una figura a la que la dictadura no se animó a hincarle el diente, más allá de alguna oportunidad esporádica.

- ¿No hubo otra salida que el Pacto del Club Naval?

- No le quepa ninguna duda de que a Cardoso no le hizo gracia tener que ir a negociar al Club Naval, pero en una demostración de pragmatismo político trabajó por un entendimiento que, finalmente, permitió una salida negociada. A José Pedro lo irritaban mucho aquellos comentarios que algunos dirigentes blancos hacían sobre el pacto. Porque era la única salida y, como tal, tiene puntos a favor y en contra. El reconocimiento a la figura de Cardoso se verificó después, cuando fueron reabiertas las Cámaras. Fue designado único orador del Frente para la histórica jornada del 1º de marzo de 1985.

- ¿Quién fue para usted el doctor Cardoso?

— Estuvimos juntos casi medio siglo. De su figura política saco su entrega sin medida en favor de las causas populares. De su entrañable imagen personal me quedo con el afecto. Era un hombre francamente afectivo, sin límites. Creo que con José Pedro pasé todos los estados de una relación humana íntima. Fuimos compañeros y amigos... también fui su hijo y terminé siendo su hermano. —

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